—¿Lola?
Sam observa la pantalla de su computadora y aguarda expectante. La imagen que se proyecta no es más que un par de botones, uno de llamada en curso y el otro de colgar, arriba el nombre de Lola, a la izquierda está él siendo grabado por su cámara web y a la derecha y centradas unas letras que dicen: "Cargando videocámara."
—¿Sam?
La voz de Lola se materializa en sus oídos y de repente Sam no sabe qué decir. Su respiración se corta, se le erizan los vellos de la nuca y un escalofrío le recorre el cuerpo.
Aun así, sigue esperando a que el video cargue.
—¡Joder, Lola!
Sam está sonriendo.
Sam está nervioso.
Sam no sabe qué decir.
—¿De verdad eres tú?—Sam traga grueso.
—¡Oh por Dios!—exclama Lola—. Creí que no ibas a conectarte. Pensaba que ya no querías hablar conmigo o que se te había olvidado.
—¡No, no! ¿Qué? ¿Por qué pensaste eso?—Sam, acongojado, se remueve inquieto en su silla—. ¡Mierda!
—¿Qué sucede?
—Lo siento, Lola—se disculpa exaltado—. No sé cómo demonios usar Skype y tuve que instalarlo. Solo había creado el correo en Outlook, por eso me tardé. Lo siento.
—Oh.
Silencio...
Mas silencio...
Más jodido silencio...
¿Cuack?
—Está bien—suspira Lola sorbiéndose los mocos—. Entonces no era nada grave. Lo siento por pensar que eras un soberano imbécil recién follado por el señor tenebroso.
Sam suelta una carcajada que ingresa por el micrófono y que instantáneamente se materializa en las bocinas del computador de Lola.
Lola no puede evitar pensar que la risa de Sam es bonita. Que es contagiosa. Que incluso es como se la había imaginado cada vez que leía sus correos.
—¿Estabas llorando?—pregunta Sam.
—No—responde ella, y se vuelve a sorber los mocos.
—Estabas llorando.
—Que no.
—No te lo estoy preguntando Lola. Lo estoy afirmando. Lo siento, de verdad. No quería que pensaras que no iba a aparecer.
—Ya estás aquí—dice Lola—. Es lo importante.
—Pon mi culo en carbón encendido si lo deseas. Pero ya no llores.
Y entonces Lola ríe por la ocurrencia, y justo en ese instante tan efímero, cuando ambos han saboreado sus voces, cuando ambos han degustado su risa y han sentido la emoción de escucharse mutuamente... el video por fin carga.
A la izquierda de la pantalla está Lola. Una chica pelirroja, ojos ambarinos, nariz pequeña, labios y pómulos sonrosados. Diminutas pecas impregnadas sobre una piel color crema hacen que todos sus gestos resulten casi sutiles. Sus pestañas son largas y crespas, tanto que hacen ver a sus ojos grandes y sumamente bonitos.
A la derecha está Sam. Un chico de cabello castaño con mechones que se le escapan y le caen sobre unos ojos grises... tal vez azul pálido. Su rostro de facciones suaves lo hacen parecer joven. Su piel es blanca y justo bajo su parpado inferior izquierdo tiene un pequeño lunar que solo termina de realzar el color de sus ojos. Y para rematar, una sonrisa que lo hace parecer nervioso y tímido.
Ambos se observan con una avidez impresionante. Recorren sus rostros de arriba abajo, engullendo con sus pupilas cada movimiento, cada tono de color, cada pixel, cada gesto...
Lola no puede creerlo aún. Y lo primero que piensa es que Sam es perfecto. Que jamás podría haberle dado un rostro a Sam, pero que con seguridad, esta imagen de él quedará grabada en su cerebro como una memoria indeleble.
Sam ni siquiera está respirando en este momento. Sam únicamente almacena información. La guarda tan rápido como puede porque no quiere perderse de nada que Lola diga o haga. Tanto así que inconscientemente alza su mano y posa sus dedos sobre el monitor, justo donde la imagen de Lola se dibuja... justo sobre su mejilla. Desea en esos momentos atravesar la pantalla y reunirse con ella.
—Eres... hermosa...—susurra.
Las palabras se le escapan por inercia de sus labios.
Lola siente como su rostro se entibia y como el corazón se le desboca al escuchar a Sam hablar. Al verlo moverse tras la pantalla. Al ver en sincronía su voz y sus labios materializar palabras.
Eres perfecto, piensa Lola. Pero está tan atónita que su garganta no logra sacarlo de su pecho. Es como si todo lo demás dejase de importar, como si el mundo se apagara y lo único que brillase en la nada fueran ellos.
Y justo cuando Lola recuerda que debe de respirar y recobra la suficiente conciencia como para hacerle saber a Sam lo que piensa... escucha un ruido familiar.
El rostro de Sam se crispa un poco. Su nariz se arruga y su entrecejo se frunce. Sus labios que antes formaban una perfecta sonrisa ahora tiemblan. Los ojos se le llenan de lágrimas y Sam ahoga un sollozo de una manera tan inútil que al final tiene que morderse el labio para contenerse.
Está llorando.
Y Lola quiere preguntarle por qué, pero cuando va a hacerlo de repente ella también comienza a llorar y se da cuenta que la razón por la que Sam lo hace es la misma. Se le ahogan las palabras y se le corta la respiración.
—Por fin...—solloza Sam. Se ha cubierto los ojos con sus manos pero Lola puede notar como las lágrimas le resbalan por entre los dedos—. No sabes cuánto necesitaba verte...

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Lithium (Una memoria)
JugendliteraturHay tres cosas en este mundo que son realmente peligrosas: El ser humano, el miedo y el amor. El primero de ellos es un contenedor, lleno de emociones, de diversidades infinitas y con infiernos individuales. El segundo es una emoción, contenida de...