—Oye Sam...
—¿Sí?
—¿Te sientes triste?
Sam la observa por un largo rato sin decir nada. A veces Lola le formulaba preguntas que no sabía cómo responder. Pero por e-mail era más fácil responderlas porque se podía tomar su tiempo para pensar. En cambio, en la videollamada con ella mirándole inquisitivamente, le era algo difícil formular aunque fuese una idea.
Lola lo distraía.
Su voz.
Su mirada.
Sus pecas.
Lola.
—Sí. A veces.
—Oh.
—¿Y tú?
Lola resopla, como si también se le dificultase pensar, pero su respuesta tarda menos que la de Sam. Aun así, cada vez que mira directamente la pantalla, no puede evitar perderse en la tormenta que se desata en los ojos del chico.
—También.
—¿Muy triste?—pregunta nuevamente Sam.
—Bueno, eso depende—Lola se encoge de hombros—. A veces cuando tengo hambre o recuerdo mi mísera vida la tristeza aparece, pero no es mucha. En cambio cuando pienso en ti, en que estás tan lejos, bueno, se vuelve insoportable.
—Puedo solucionar eso—Sam le sonríe.
Lola no puede evitar desviar su mirada nerviosa cada vez que Sam sonríe. Porque la sonrisa de Sam le provoca cosquillas en las mejillas.
—¿Solucionar qué?—inquiere.
—Eso.
—¿Mi mísera vida?—Lola deja escapar un bufido—. No lo creo. Creo que ya sabes cómo es mamá. La otra noche estuvo tomando hasta que vomitó todo el piso. Creo que las únicas veces que me ha tenido consideración es cuando me enfermo... o cuando estoy a punto de morirme.
Sam ríe.
—Es en serio—continúa Lola—. Esa vez que me enfermé de neumonía, la única razón por la que se mantuvo sobria fue porque tuvo que pasar en el hospital. Y ahí no le permitían beber alcohol.
—Bueno, al menos hizo ese esfuerzo por ti—Sam se encoge de hombros y se relame los labios—. El síndrome de abstinencia alcohólica pudo haberla matado también a ella ¿Sabes?
—Sí, tal vez tengas razón. Aunque no la culpo de sus acciones ¿Sabes? Tal vez sí de ser una mala madre. Pero de ser alcohólica no.
—¿Por qué?
—Bueno, mi historia no es tan distinta a la tuya. Un padre que se va al demonio cuando nace su hija, una madre que tuvo que romperse el culo trabajando en un bar porque su hija necesitaba comida y luego de eso, la jodida depresión que sobrevino a la menopausia. Supongo que ser madre soltera no es nada fácil. Tu madre ha de saberlo.
—Créeme que me lo recuerda cada día.
—Pues bien, al menos te pone atención. La mía perdió las esperanzas en mí cuando durante una crisis emocional comencé a cortarme.
—Lola...
—Lo sé, fue estúpido—le interrumpe ella—. Pero es que no supe qué más hacer—hace una pausa mientras saborea en su paladar el amargo recuerdo de aquellos días—. Mamá también lo hacía.

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Lithium (Una memoria)
Teen FictionHay tres cosas en este mundo que son realmente peligrosas: El ser humano, el miedo y el amor. El primero de ellos es un contenedor, lleno de emociones, de diversidades infinitas y con infiernos individuales. El segundo es una emoción, contenida de...