Capítulo 9

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-Quítate de encima-le dijo empujándolo para luego pararse del suelo.

-¿A dónde crees que vas?-la detuvo al notar que quería salir.

-Fernando, yo me puedo cuidar yo sola.-dijo saliendo de todos modos, él la persiguió pues no quería dejarla sola.

-Es peligroso, entra a la casa-le rogó tomándola de la mano, pero Lucero rápidamente se la arrebató.

-Déjame en paz, Fernando. No vengas a querer hacerte el héroe conmigo porque no te queda.-le dijo antes de llegar al portón y abrir la puertesita para encontrarse con una sorpresa que le hizo perder el color de la cara.

-¿Qué pasó?-preguntó Fernando al notar su reacción. Lucero no dijo nada, solo se hizo a un lado para que el lo viera con sus propios ojos.-Mierda...

-Ya saben...-susurró Lu mirando el busto de oro en la puerta de su casa.

-No necesariamente.-dijo en el mismo tono

-Ay, Fernando, se serio. ¿Por qué lo dejarían aquí si no?

-Porque me siguieron a mi.

-Ay, por favor, no van a ser tan idiotas, Fernando, es lógico que si traes a Kobbie a mi casa es porque soy ella.

-No tiene porque ser así. Sígueme la corriente-dijo antes de besarla con muchas ganas.-Te amo, mi vida. Gracias por aceptar que deje a ese hombre aquí, es que es importante para mis planes con la reina y a mi casa no lo puedo llevar porque ella lo sabría.

-Yo también te amo. Solo no me lo dejes aquí por mucho tiempo, ¿si?

-No te preocupes, lo sacaré bien pronto. Me tengo que ir-dijo antes de que ella lo besara a él, lo cual lo dejó totalmente atónito, pues no se lo esperaba.

-¿Me quedo también con este busto?-le preguntó retoticamente.

-No, ese me lo llevo yo, tengo planes...-dijo con una sonrisa ladeada, Lucero lo miró extrañada.

-¡Fernando! ¿No crees que ese busto va a estar mejor conmigo... Mi amor?-le preguntó con una mirada asesina.

-No, con este correré el riesgo, no va a irse de mi casa.-dijo levantándolo. Quería quitárselo y echarlo, no podía, su prioridad era despistar a quien sea que estuviera por ahí.-Mañana hablamos.

-Si, mi amor.-dijo dándole un piquito. Amaba hacerlo con ella molesta, pues sabía que le molestaba más el hecho de no poder gritarle hasta el mal del que moriría.

Fernando se subió a su auto y ella cerro la puerta, luego se escondió entre las sombras para ver si algo sucedía y efectivamente; escuchó en el silencio de la noche una voz masculina, un poco lejos, hablar por teléfono.

-Le digo que a menos que la reina negra y el fierro sean novios, esta señorita no puede ser ella.-lo escuchó decir y respiró tranquila, aunque ciertamente no sabía desde cuando estaba aguantando la respiración. Escuchó un auto arrancar a toda velocidad hacia la misma dirección que lo había hecho Fernando. La había salvado, lo menos que podía ella hacer era avisarle.

-¿Fernando? Te están siguiendo. Cuídate, por favor.

-Wow, ¿te escucho preocupada por mi, mi reina?

Jaque Mate [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora