Múnich, Baviera. Alemania. - 21 de Diciembre de 2021.
- ¡Fernando! ¿Podes darme una mano acá? - gritó Gaby desde el living, escuchó la risa de su marido y pronto su figura masculina hizo acto de presencia en el lugar.
- Andrew dejá la muñeca de Emmy, y vos devolvele su Hulk, dale. - ordenó con la voz autoritaria.
Los dos pequeños rieron ante el semblante serio de su padre, tanto que hizo que él mismo soltara una carcajada.
- Fernando, sos su padre. - insistió la mujer parada al otro lado de la sala.
- Relajate, mi amor, son nenes. - respondió indicándole a los niños que vayan a jugar.
- No se trata de eso, no pueden andar peleando por cualquier cosa. Entiendo que sean chicos, pero está mal.
- ¿Podes relajarte? Es normal en ellos, y como padres...
- No me vengas a dar clases de cómo ser madre, ¿escuchaste? Yo sé como criar a mis hijos. - escupió cansada de escuchar el mismo discurso de siempre.
- Alguien no está de buen humor hoy. - volvió a reírse pero con cuidado de no colmar su paciencia.
Fernando dio dos pasos hacia ella y la abrazó haciendo que todo rastro de enojo desaparezca de su cuerpo, sólo él tenía el poder de hacer eso.
- No te aproveches, Gago. - se quejó ella a centímetros de su rostro.
La calló con un lento beso en los labios.
- El avión sale en cinco horas, tendríamos que ir saliendo. - Gaby evitó los ojos marrones de él para no dejar que su rostro se torne totalmente rojo.
Para Fernando era sumamente tierno que, al tener varios años de relación y dos hijos juntos, ella siguiera poniéndose como un tomate cada vez que hacen contacto visual.
- ¿Estás emocionada? - preguntó él después de que los cuatro estuvieran en el auto camino al aeropuerto.
- Mucho. Es la primera vez que vuelvo después de estar cinco años en el frío de Alemania, además va a ser la primera vez de mis hijos en Argentina. - sonrió con su peculiar brillo en los ojos.
El ex jugador sonrió al verla así.
En pocos días se cumplían dos años desde que ambos festejaron su matrimonio en territorio alemán, y para Gabriela era prácticamente un sueño todo lo que ocurrió en el último tiempo; la oportunidad de desarrollarse como productora ejecutiva en el exterior, su casamiento y posteriormente la llegada de sus dos hermosos hijos. Era tal y como lo había soñado, con un buen trabajo y un marido que la apoya en todo, parecía que no había nada capaz de amargarla hasta que el recuerdo de las responsables de cambiar su vida se cruzaba en su mente.
Habría perdido total contacto con las chicas de no ser por un par de mensajes cada muchas semanas o una visita de Antonella cada vez que su club visitaba el país ario, pero sentía que no era suficiente. Estaba prácticamente obligándose a volver a unir sus lazos con el grupo en su vuelta a Buenos Aires, y aunque ella no lo supiera, su esposo tenía exactamente los mismos planes.