1. Pelea conmigo

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Justin.

—Espero que entiendas que ella significa todo para mí —dijo Salvatore mientras se echaba para atrás en su asiento de cuero, sus manos entrelazadas en la parte posterior de su cabeza hacían el trabajo de una almohada.

—Entiendo —le dije, y asintió en respuesta.

—Ella es la única mujer que queda en mi vida desde que mi madre murió. No quiero perderla, y estoy contando contigo y poniendo toda mi confianza en ti para asegurarme de que ella nunca esté en peligro. —Esta vez se inclinó hacia adelante, sus ojos perforaban mi cráneo, haciendo que me diera un leve escalofrío al estar bajo su mirada.

Salvatore Moretti era un hombre de negocios, y si llegabas a inspeccionar un poco, un hombre lleno de tratos. En uno de los cuales yo estaba involucrado, y en proceso de aceptar.

—No lo haré, señor —repliqué, mi voz tartamudeaba un poco, ya que estaba un poco intimidado; me sentía con muy poco poder a su lado. Pero, créeme, Justin Drew Bieber tenía poder. Además, el pensamiento de que si metía la pata en este trabajo mis bolas serían personalmente cortadas por su verdugo y dadas de comer a los perros, me hacía temblar.

—Justin, te conozco desde que naciste. Tu padre es parte de mis negocios. Te escogí para este trabajo pues sé que puedo confiar en ti. —Hizo una pausa, dejándome saber en su tono tranquilizador que no había terminado—. Pero, chico, si dejas que alguien se le acerque a mi pequeña niña, te despellejaré vivo —dijo, yo me rasqué la parte posterior del cuello de manera incómoda, pequeñas gotas de sudor se empezaban a formar en mi frente por la inesperada presión que estaba ejerciendo sobre mí.

—Haré mi mejor esfuerzo para que no le hagan daño. —Él alzó una ceja.

—¿Harás tu mejor esfuerzo para que no le hagan daño? —cuestionó, asentí enérgicamente, causando que se riera por lo bajo, bajando el nivel de ansiedad que tenía.

—Salvatore, ¿puedo preguntarte algo?

—Lo acabas de hacer, niño, pero adelante.

—¿Por qué estás haciendo esto exactamente? Todo es tan inesperado.—Suspiró.

—¿Conoces a D'Rossi? —Asentí.

—¿No es el que..?— Arrastré las palabras sin saber qué decir realmente.

—¿Mató a mi esposa? —Asentí de manera silenciosa—. Bueno, desde que eso sucedió he sido muy precavido con respecto a dejar a Aria sola. He tenido a mis hombres alrededor de ella pero me atrapó. Así que pensé, ¿por qué no tener a alguien de su edad que la cuide? Me refiero a que es la cosa menos sospechosa que se puede hacer. Además, D'Rossi tiene a sus hombres listos para ir a por ella. Creo que es una manera para llegar hasta mí, por eso necesito que estés con ella todo el tiempo.

—¿Todo el tiempo? ¿Eso no sería sospechoso? —pregunté. Se pellizcó el puente de la nariz.

—Mierda, um, al menos deberás estar cerca de ella.

—¿Algo más? —Él asintió, entrelazando sus dedos sobre el escritorio, apoyándose en sus antebrazos.

—Ella no puede saber que nada de esto está pasando, de hecho, nadie puede.

Aria.

—Eso no fue para nada gracioso —dijo Aaron y yo ahogué una risa.

—Fue hilarante. Fuiste directo a la puerta de vidrio, ¡en frente de todos! —dije, riendo aún más fuerte, si eso fuera posible.

—Cállate —se quejó, y yo continué riendo mientras desbloqueaba mi coche.

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