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35. No quiero que olvides

Aria.

—¿Dolió? —me preguntó Ellie y yo negué con la cabeza.

—No en realidad, pero siento el culo más estirado ahora mismo —respondí, y ella asintió.

—Conozco la sensación —dijo ella, y yo gruñí cuando me senté en el sofá, pues sentí una punzada de dolor electrizando mi columna.

—Perra —me dijo.

—Chúpamela —repliqué y ella se rió—. Deja de reír, duele.

—Ya he pasado por eso, nena —comentó y yo bufé, colocando la cabeza en mi cojín mullido.

—Ugh —dije mientras me recostaba, con mi cuerpo extendido por todo el sofá.

Me quedé allí hasta que sentí un fuerte golpe en el trasero, y apreté los dientes con dolor para después ver a Ellie corriendo mientras se reía.

—¡Te voy a cortar! —vociferé mientras me levantaba, haciendo una mueca en el proceso.

La oí reír y gruñí, reclinando mi cabeza en el sofá otra vez, cerrando los ojos. Oí que la puerta principal se cerraba, y no me molesté en mirar atrás.

Sentí los labios de alguien contra los míos y sonreí, provocando que él lo hiciera también. Me dio un pico antes de alejarse para yo abrir los ojos.

—¿A dónde te fuiste? —le pregunté mientras él saltaba hacia al sofá, a mi lado.

—Al gimnasio, debería estar listo para mediados de julio —informó y yo tarareé, trepando hacia él.

Envolví su cuello con mis brazos y él se rió cuando me coloqué sobre su regazo.

—¿Qué ocurre? —me preguntó mientras colocaba mi cabeza en su cuello, y me encogí de hombros—. ¿Te duele algo? —inquirió con preocupación.

Yo negué con la cabeza, pero él pudo ver que no era cierto.

—Aria —dijo de manera severa y yo suspiré.

—Un poquito —respondí y él murmuró algo para sí mismo.

—Lo siento —dijo, a lo que yo hablé:

—No tienes que disculparte por nada, bebé —contesté y él besó la piel desnuda de mi hombro—. No es tu culpa que tengas un pene grande —dije, y Justin se rió contra mi piel, supe que estaba sonriendo—. Quita esa sonrisa de tu cara porque no estaré en él muy pronto —informé, y él se rió de mí a la vez que se recostaba, yo imité su acción y acabé encima de él.

Bostecé al mismo tiempo que Justin, y él besó mi mejilla haciéndome sonreír.

—Solo me quedan tres semanas aquí —le recordé y él tarareó, sus dedos jugaban con las puntas de mi cabello—. Me iré por tres meses —dije, y suspiré, enterrando mi cabeza en el cuello de Justin.

—Mientras más lo pienses, peor te vas a sentir —me dijo, y yo tarareé.

—Lo sé, pero me iré por...

—Basta, porque acabarás llorando y no quiero verte así —dijo, pude sentir que el amor que sentía por él crecía con cada segundo.

Besé su cuello y lo sentí sonreír contra mi cabeza.

—Te amo —expresé mientras trazaba figuras en su cuello.

—Yo también te amo —susurró, y yo sonreí, acariciando su cuello con mi cabeza, nos quedamos en un cómodo silencio en los brazos del otro, y después de unos minutos oí unos pasos que entraban a la habitación.