13. No te atrevas a tocarla

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Aria.

Tarareaba una melodía en mi cabeza mientras hojeaba mis libros de la escuela cuando sentí un par de brazos alrededor de mi cintura.

—Eres tan bajita —dijo Justin colocando su barbilla en mi cabeza.

—Es algo bueno; puedo usar tacones sin verme más alta que tú —repliqué, y él rió.

—¿Qué es eso? —preguntó Justin mirando el libro conmigo.

—Mi libro de química, tengo que repasar —contesté bufando.

Él sonrió y me besó la mejilla.

—Entonces repasa, perezosa —comentó y yo lo golpeé con el trasero, haciéndolo reír—. Por Dios, nena, si querías golpearme solo tenías que preguntar —replicó empujando las caderas hacia adelante y yo dije «ajá» ante de hacerlo reír de nuevo.

—Eres un chico tan calentón —murmuré.

—¿Cómo no puedo serlo cuando tengo una novia sexy? —preguntó sacándome una sonrisa.

—Sexy, ¿eh? ¿Qué tan sexy es ella? —cuestioné volteándome, de sus labios tiraba una sonrisa infantil.

—Muy, muy sexy —contestó con su aliento golpeando mis labios, ya que ambos teníamos la cabeza inclinada hacia el otro—. ¿Tienes novio? —preguntó con una sonrisa y yo asentí con aires de suficiencia.

—Un novio muy caliente —expliqué y él rió.

—¿Qué tanto? —se burló, yo sonreí.

—Muy, muy caliente —dije, y él sonrió.

—Bueno, él debe ser muy afortunado al tener a alguien tan sexy como tú —susurró con su cálido aliento soplando en mis labios.

No pude contenerme, así que presioné mis labios contra los suyos.

Dejé salir aire por la nariz inclinando la cabeza hacia un lado para obtener un mejor ángulo de aquellos perfectos labios. Sus manos dejaron mi cintura y se fueron deslizando hacia mis caderas antes de sostener mis muslos y levantarme para colocarme encima de la meseta; las mías hicieron su camino hacia la parte trasera de su cuello a medida que nuestro beso pronto se llenó de avidez.

Los labios de Justin dejaron los míos y recorrieron mi cuello, sus manos descansaban en mi espalda baja y me atraía hacia adelante para que mi trasero apenas estuviera sobre la meseta.

—Bebé —gemí cuando succionó mi punto dulce, lo oí gemir contra mi piel, haciendo que cada sola fibra de mi cuerpo se preparara para que él me tomara ahí mismo.

»Vas a dejar una marca, Justin —exhalé y él tarareó.

—Ese es el punto —dijo, luego sentí cómo mordía mi piel y gemí antes de que él se apartara y se lamiera los labios mientras que yo miré hacia abajo.

—¿Qué demonios? Es enorme —comenté mirando la mancha púrpura sobre lo que solía ser mi piel bronceada—. Justin —me quejé, y él se rió.

—Solo estoy marcando mi territorio; esto es mío y de nadie más —declaró, y antes de yo poder decir nada, sus labios se presionaron con firmeza contra los míos.

«Jesús, después de esto voy a acabar como un melocotón con moretones.»

Narrador omnisciente.

—Y eso es una vuelta —dijo la entrenadora Kelly.

Todas las chicas celebraron y ella rodó los ojos. Aria estaba en su práctica de animadoras, era lo normal un viernes.

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