Un presente alterno 1. - Otra realidad.

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Steve me miró fijamente y regresándome la sonrisita sarcástica que le había obsequiado inicialmente.

- Bien señores, no dejemos que este incidente nos afecte a todos. Pueden retirarse - Dijo Soyer.

El Tumulto que se había juntado inicialmente comenzó a disiparse, pero aun hablaban de lo ocurrido.

Vaya show que se armó en la oficina - Pensé

Estaba más que feliz por los dos cheques que recibí de la compañía, pero al mismo tiempo ese sentimiento se veía opacado por el mil veces maldito Steve. Por culpa del muy infeliz Kym salió llorando y casi corriendo de la oficina y lo peor de todo, mañana seria el tema de conversación en toda la compañía. Ni si quiera me dio tiempo de alcanzarla, nunca se lo perdonare a Steve.

Cuando la junta termino y el jefe Soyer acabo de elogiarme salí del edificio y de regreso a casa intenté llamar a Kym a su teléfono móvil. Fue inútil lo hice en varias ocasiones, pero no respondía hasta que sin más apago su teléfono. No entendía si me odiaba o si aún era mi amiga. Lo que si era un hecho es que se expuso demasiado al enfrentar así a Steve. ¿Lo habría hecho por mí o también lo detestaba como yo?

¿Seguiría molesta conmigo? ¿Por qué rayos no me respondía el móvil?

Al dar la vuelta a la esquina de la calle, quedé petrificado. Un enorme perro Rotweiler salió de la nada y comenzó a gruñir. En lo personal me pareció más el rugido de un león que de un perro, en especial por el tamaño. Este comenzó a ladrarme amenazadoramente. Aquel animalito de casi 60 kg parecía furioso y dispuesto a devorarme con todo y cheques.

- Tranquilo, tranquilo - más que pedirle le rogaba.

Continué caminando intentando ignorarlo, pero el can comenzó a avanzar al ritmo de mis pasos. Intentaba darme ánimos a mí mismo como aquel que necesita consuelo mental, diciéndome;

- Tranquilo Jonh, perro que ladra no muerde.

Comprobé lo equivocado de aquel dicho popular. En ese momento sentí el filo de sus dientes rozar mí piel más o menos a la altura del tobillo izquierdo y esta vez siendo más rápido que él, no permití que clavara por completo sus puntiagudos dientes en mi blanda y dulce piel. Y si, lo intentó en varias ocasiones, pero no logro morderme por completo. De pronto a lo lejos alguien le gritaba por su nombre a aquel gigantesco can, que ahora, por cierto, se que se llamaba Goliat.

Inmediatamente desistió de comerme y como si nada hubiese pasado se fue moviendo el rabo, como gustoso de lo que acababa de hacer.

- Maldito perro, si te vuelvo a ver me vengare. – Dije sin saber en ese momento que mi amenaza se cumpliría.

Tuve suerte. Aunque estoy seguro de que mí pantalón no pensaba lo mismo, ya que había quedado hecho jirones de tela.

Supongo que se necesita un poco de mala suerte para equilibrar la buena.

Primero la bofetada de Kym, luego el zafarrancho entre ella y Steve, para cerrar con broche de oro lo del pequeño Goliat.

Y por la otra cara de la moneda, tenía 10,000 dólares constantes y sonantes en mí cuenta.

Quería hablar con Kym, pero... ¿Qué podía hacer? ella no quería responderme el teléfono, además moría de cansancio.

Había sido un día muy pesado, así que decidí que lo mejor sería ir a casa a jugar videojuegos o tal vez ver películas hasta que me sangraran los ojos. Quizás una hamburguesa para llevar y después a dormir, después de todo, el lunes comenzaría mí sesión de ejercicios en el gimnasio, era justo que me consintiera un poco.

El Maestro Del Tiempo. ¿Y si?...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora