La Cordialidad Ante Todo.

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- Heeey idiota ¡casi me atropellas! - Le grito a un conductor distraído al tiempo que pasó rozándome con su auto. - Otra vez tarde. ¡Maldición! - Me reclamo en voz alta. - Aun así, siendo un poco optimista continuó corriendo, esta vez con más cuidado. Odio correr cuando llevo un traje, zapatos y corbata, en especial por los zapatos que no son precisamente para hacer ejercicio y lastiman mis talones como si pisara vidrio molido, en fin.
Creo que esta es la vida que me toco.

Disculpa si voy un poco rápido, pero con el ajetreo de mí vida diaria casi olvido presentarme. Mi nombre es Jonh, Jonh Gleen. Realmente no hay más que contar o por lo menos nada interesante, por ahora con mi nombre es suficiente, ok, te daré un dato más. Estoy a punto de cumplir 30 años y efectivamente no hay nada de impresionante en eso. Sin embargo, últimamente me ha estado dando vueltas en mí cabeza una idea sobre un tema, un tema que realmente es muy desalentador para mí y es el hecho de los pocos logros de mí vida. Pero... permíteme contarte mí historia o ¿mí futuro? En realidad, ya no sé dónde termina uno y empieza el otro. Pero para que me entiendas un poco, continúa leyendo...

- ¡Gleen! ¿Otra vez llegando tarde?

- Em, esté, si lo siento jefe. - Digo mientras agacho la cabeza como niño regañado, por cierto, se me da muy bien hacerme el mártir, y es que lo admito, casi siempre llego tarde a todos lados.

- Que sea la última vez, ¿me entendiste?

- Sí, claro (Pobre ingenuo)

- ¡Hey Gleen! ¿ya está listo el informe del jefe? me pregunta mí compañero de cubículo y casi jefe, Steve.

- No aun no lo tengo y además ya te había dicho que odio a los lame botas como tú.

- Jajaja - Ríe Steve, tan fuerte que medía oficina voltea hacia nosotros.

- No soy lame botas, soy inteligente. Digamos que uso las cartas que puedo para mí beneficio, es por eso que soy el próximo candidato a supervisor, así que hablo en serio Jonh, necesito el reporte para ¡ayer!

- Idiota - Susurré.

- ¿Cómo dices?

- Dije que no hay problema, mañana mismo lo tendré listo.

- Así está mejor - Contesta el chimpancé que tengo como compañero.

En ese momento entra uno de los jefes de prestaciones.

- Mañana necesito que lleguen una hora antes para hablarles del nuevo cambio que se hizo en su seguro médico.

Lo único seguro aquí, es que no llegare una hora antes, tiempo es lo que siempre me falta. - Pienso desganado.

- Es obligatorio ¿entendieron? - Dice, mientras me mira directamente a la cara, como si hubiera leído mis pensamientos.

- Este... sí, nos vemos a esa hora – Respondo fingiendo interés.

En la oficina, mi trabajo consiste en contactar posibles compradores de casas, condominios o departamentos, aunque a ojos de mis jefes soy un flojo perdedor...

Dan las 6:00 pm, la hora que más amo, ya que significa hora de salir de este infierno llamado oficina y lo mejor de todo es que ya es viernes. Aunque, cabe mencionar que no me gustan las fiestas, ni salgo de juerga, pero sí que amo pasarla en mí casa, soy más bien del tipo hogareño, de esos que disfrutan de su soledad. Am... después de todo tal vez mis jefes tengan razón, soy un pobre y aburrido perdedor.

El Maestro Del Tiempo. ¿Y si?...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora