Capítulo 7: Nuestro secreto

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Kurapika caminaba por la Facultad y cualquiera que se cruzara con él, podía decir que estaba molesto.

Kurapika en verdad había esperado poder disfrutar de toda esta experiencia, pero tener a Kuroro aquí no estaba en sus planes. Ahora deseaba haber rechazado la oferta.

En ese momento sintió un par de brazos a su alrededor. Kurapika suspiró :-¿Qué crees que haces? - preguntó de mala gana al pelinegro.

-Parecías bastante enojado, y escuche por ahí que un abrazo y un beso alegra a cualquiera - dijo besando su mejilla.

-Si viene de ti, lo dudo- contrarrestó empujándolo - además, ¿donde estabas? Se suponía que debías asistir a los cursos que están impartiendo.

-Se supone- remarcó Kuroro- pero en realidad no estoy interesado

-¿Entonces por qué estás aquí?

-Por ti, por supuesto- dijo Kuroro con una sonrisa en su rostro y tomó al rubio de su muñeca - y ahora que has terminado, es hora de comenzar nuestra cita - y a continuación cruzo sus dedos con los del rubio.

-¡O-Oye!- gritó sorprendido mientras trataba de safarse del agarre de Kuroro, aunque no lo logró, Kuroro se aferraba a su mano con tanta fuerza que cualquier intento fue en vano. Al final se dio por vencido y siguió al pelinegro, mientras más pronto acabarán con este asunto, más pronto podría alejarse de él.

Kuroro lo guió por las transitadas calles del lugar hasta una esquina donde pidió un taxi. Y después le dio indicaciones del lugar a donde se dirigían.

Al llegar kurapika miró con asombro la entrada del lugar. -Asi que un acuario, ¿eh?

Kuroro no dijo nada, simplemente compro los boletos para ambos y entraron al lugar. Kurapika al principio se sintió incómodo, Kuroro no dejaba de agarrar su mano y mirarlo como a un espécimen más el acuario, además le preocupaba un poco lo que pensara la gente de él.

-Deja de preocuparte por los demás, te estás perdiendo muchas cosas, sólo disfruta- le dijo Kuroro, aconsejándolo.

Kurapika suspiró: - como si fuera tan facil- murmuró para si, sin embargo el consejo de Kuroro lo había tranquilizado un poco y comenzó a disfrutar de ver a las criaturas marinas y aprender de ellas. Pronto su inconformidad fue sustituida por curiosidad, a tal punto que había olvidado que Kuroro había estado sosteniendo su mano todo el día.

Siguieron su recorrido, hablando entre ellos, compartiendo datos y conocimientos sobre cada especie. Kurapika tenía que admitir que el estar con kuroro tenía us ventajas, su nivel intelectual le permitía tener debates interesantes con él, aunque fuera un poco terco con su punto de vista. Era muy raro encontrar a alguien con tan bastos conocimientos.

Mientras charlaban de estos y muchos otros temas, el encargado del acuario anuncio que estaba a punto de comenzar un show marino en el patio del acuario. Kuroro y kurapika se dirigieron ahí para mirar dicho espectáculo. Chicas vestidas como sirenas nadaban en una gran piscina, acompañadas de delfines, contando así una pequeña historia para los niños.

En ese momento el celular de Kuroro comenzó a sonar, y se alejó un momento para poder contestar la llamada. Kurapika suspiró y miró a su mano, estaba sudando y dolía un poco, pareciera que kuroro creía que podría salir corriendo en medio de su cita. Bueno tal vez fuera verdad, pero no necesitaba apretar tanto su agarre.

Alivio el dolor con su otra mano cuando repentinamente sintió gotas de agua sobre su cara y al segundo siguiente estaba completamente empapado. Estaba tan distraído mirando su mano que no vio cuando la orca efectuó su espectacular salto, mojando así a la mayor parte del público.

Invierno EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora