Capítulo 14: Prisionero

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Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos, los policías a su alrededor, poniendo esposas en sus muñecas.

Fue llevado a una cárcel provisional, mientras se llevaba a cabo el juicio en su contra.

Mientras tanto, tenía derecho a llamar a un abogado y recibir algunas visitas, aunque solamente en ciertos horarios.

La habitación donde se encontraba era pequeña, apenas con una cama, un lavabo pequeño y una taza de baño.

Se encontraba acostado en su pequeña e incómoda cama, tal vez si tuviera algún libro podría pasar el tiempo leyendo. Pero ya que no era así, solo permanecía en silencio, reflexionando sobre las desiciones que lo habían llevado hasta esta situación.

¿Lo merecía? Sabía que si, pero aún no era el tiempo adecuado para ello. Aún tenía cosas que hacer.

Escuchó los pasos que provenían del pasillo. Conocía esas pisadas demasiado bien.

-Hola hermanito, ¿Qué tal la vida como criminal?- saludo el pelinegro, idéntico a él.

-Aburrida, de hecho.

-Oh, no te preocupes, te he traído algo- dijo dejando un libro entre los barrotes de su cárcel.

-¿Qué haces aquí?- dijo Kuroro sin levantarse a siquiera revisar el libro.

-Bueno, he venido a ofrecerte un trato.  Entregame las hojas, y yo me encargaré de que todo este asunto quede en el olvido.

-No se de que me hablas- mintió Kuroro.

-Por favor, sé que las tienes. Y es sólo cuestión de tiempo para que las encuentre. Si cooperas, esto hará las cosas más fácilmente para ti y para mí.

-Como dije, no se de qué me hablas- repitió Kuroro con desinterés. No pensaba caer en su juego.

-Bien, si no te interesa tu libertad, tal vez te interese la vida de Kurapika- dijo Kagami con una voz maliciosa.

Por primera vez desde que llegó Kuroro lo miró a los ojos, Kagamine sabía muy bien que había tocado el punto débil de Kuroro.

-Solo dame las hojas Kuroro, y lo dejaré vivir.

-¿Así como dejaste vivir a su hermano?- respondió con burla Kuroro- incluso si te las doy sé que lo matarás. Y si lo matas, haré públicas esas hojas, junto con toda una carpeta de documentos que incluyen los movimientos ilegales y lavado de dinero en el que tú y padre se han involucrado por años.

Kuroro había volteado el juego a su favor, ahí encerrado no podía hacer nada por Kurapika. Pero podía tener una garantía, siempre y cuando tuviera en su poder esos papeles tan importantes para su hermano.

-Los voy a encontrar tarde o temprano- dijo Kagamine con seguridad- y mientras lo hago, tal vez pueda divertirme un poco con tu adorado rubio. Seguro que sabe cómo mover esas caderas. Espero que al menos sea mejor que su hermano.

Kuroro se rió:-Buenas suerte con eso, pero te advierto que si le haces daño...

-¿Qué? No puedes hacer nada tras estos barrotes. Y tal vez pases mucho más tiempo aquí de lo que crees- el hermano de Kuroro se alejó de su celda- fue bueno verte. Espero que disfrutes tu nueva vida.

Kurapika habia estado esperando a Kagamine en el lobby, le había dicho que necesitaba hablar con Kuroro a solas. 

Cuando lo vio aparecer en el lobby se acercó a él.

-¿Qué ha dicho?- preguntó el rubio

-Bueno, está muy molesto. Aunque era de esperarse.

-Quiero verlo- dijo Kurapika dirigiéndose a la entrada que llevaba a las celdas, pero el pelinegro lo detuvo.

Invierno EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora