Capítulo 18: Penitencia

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Kurapika corría por los pasillos apresuradamente, en un lugar donde sabía que se había derramado ya demasiada sangre.

Después de algún tiempo, ya conocía como la palma de su mano aquel lugar, y encontró lo que solía ser el  despacho del padre de Kuroro. Entró sin molestarse en tocar.

–¿Qué significa esto Kuroro?– dijo el rubio mostrando no solo confusión, sino una ira que aumentaba con cada respiración. Habían pasado seis meses desde la última vez que lo había visto, después de ser encarcelado y mientras Kurapika buscaba una forma de demostrar su inocencia, un día se enteró que había sido liberado. Por supuesto al principio había estado alividado de escuchar la buena noticia; quería disculparse y comenzar las cosas desde cero. Pero todos esos deseos se habían derrumbado cuando Kuroro lo había estado ignorando y evitando. Mostrando cierto odio repentino, debido a la muerte de Shal.

Kurapika sabía que tenía la culpa, pero aún así no había esperado ese tipo de actitud de parte de Kuroro. No después de haber sido tan persistente y después de todo lo que habían pasado juntos.

Pensó que eso significaba que las cosas entre ellos habían terminado, así que decidió intentar continuar con su vida. Tal vez era lo mejor para ambos.

Y ahora se enteraba de que las actividades delictivas que realizaba el padre de Kuroro aún no paraban, que esta vez era Kuroro quien se hacía cargo de ello.

–¿Porqué Kuroro? Creí que querías detener a tu padre...

Kuroro rió ligeramente, llamando su atención.

–Quería deshacerme de él, quería su puesto. Él se estaba volviendo descuidado. Si un chiquillo de 14 años pudo reunir información para destruirlo, cualquiera podría. Ya era momento de que se retirara del negocio familiar.

–¿Un chiquillo? Eso era Pairo para ti, solo un peón en tu plan – dijo Kurapika, aún deseando que lo que decía Kuroro fuera una mentira, un engaño. Él apreciaba a Pairo, ¿Verdad?

Se encogió de hombros, como si fuese un asunto sin importancia.

–De verdad eres un maldito bastardo, nunca te lo perdonaré. Te haré pagar por todo.

–Haz lo que quieras– dijo Kuroro con tranquilidad – pero estoy seguro que no quieres arriesgar a tus otros amigos. Si no mal recuerdo se llamaban Gon, Killua y ¿Poncio?

–Acercate a ellos y te mataré– lo amenazó Kurapika.

–No depende de mí– respondió – por tu propio bien y el de tus amigos, es mejor que olvides esto y sigas adelante con tu vida.

–No necesito tu consejo. – Kurapika se dirigió a la salida, no podía soportar estar un minuto más en su presencia –por un momento me hiciste creer que estaba equivocado sobre tí, pero en verdad eres igual a tu padre.

Kuroro observó la silueta del rubio desaparecer tras las puertas, miró desde la ventana mientras se alejaba. Lo que no esperaba era que el rubio se volviera a observarlo, con ojos llenos de desición. En verdad era un chico testarudo. ¿No podía darse por vencido por una sola vez?

Recordó el día en que fue liberado de la prisión. Ya estaba preparado para pagar por sus actos y por los crímenes de su padre, así que ni siquiera esperaba salir de ese lugar, al menos no tan pronto.

Pero llegó ese hombre a verlo.

–¿Quién eres tú?

El hombre de cabello castaño claro le sonrió mientras ingresaba a la sala de visitas.

–Digamos que soy un viejo amigo de tu padre. Me llamo Tserriednich.

Kuroro se tensó al escuchar aquello. Si era amigo de su padre, eso solo podía significar que éste hombre tenía conexiones con la mafia, podrían ser muy malas noticias si este hombre estaba aquí. ¿Tal vez quería acabar con su vida?

–En verdad nos pusiste en muchos aprietos Kuroro, y créeme muchos desean tu cabeza. Pero he decidido darte la oportunidad de cambiar tu destino reemplazando a tu padre. Eres inteligente y habilidoso, sé que podrías manejarlo sin problemas. Solo necesito sobornar a un par de jueces, y todos tus cargos serán borrados por arte de magia.

–¿Y si me niego a aceptar?

Tserriednich suspiró: –Temía que dijeras eso – dijo sacando un sobre con varias fotografías de cierto chico rubio que conocía– es muy lindo y brillante en verdad. Ha estado tratando de investigar y reunir pruebas para probar tu inocencia, sería bueno tenerlo tal vez como mi mascota.

Kuroro lo fulminó con la mirada. Se había librado de la sombra de su padre, pero una mucho más peligrosa ahora intentaba controlar su vida.

–Pienso que con ese pequeño incentivo aceptaras la propuesta.

Fue así como fue liberado aquel día. A pesar de todo sus amigos y camaradas se quedaron a su lado.

Kuroro no podía deshacerse de la maldición que perseguía a su familia, su padre había tratado de decírselo, aún en sus últimos momentos. Bien, si no podía evitar este destino, al menos haría lo posible por hacer las cosas de una mejor forma, a su manera.

Si Tserriednich quería pelea, Kuroro se la daría.

–Asi que por tu bien Kurapika, olvídate de este desastre. – dijo a pesar que el rubio no podía escucharlo a través del vidrio. Lo vio marcharse, el último atisbo de felicidad que alguna vez tuvo.

Invierno EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora