Capítulo 17: Castigo

476 61 15
                                    

Las balas volaban por el aire. El sonido de las armas rompían el silencio de la tarde en la que solía ser el hogar de Kuroro, aunque él difícilmente podía llamarlo así. Parecía ser que su hermano había previsto su ataque, así que habían muchos guardaespaldas contratados para protegerlos a él y a su padre.

Ya habían pasado algunas horas desde que habían irrumpido, los heridos y muertos cada vez eran más. Afortunadamente el grupo de Kuroro había llevado la mejor parte, hasta ahora nadie había muerto aunque si alguno que otro tenía una herida, aunque nada que no pudieran soportar.

Kuroro avanzo poco a poco, hasta llegar al búnker familiar donde su padre y hermano se ocultaban.

Entró y ambos lo estaban esperando, extrañamente no estaban asustados ni alterados. Aún así no podía confiarse, esto aún no terminaba.

-El hijo pródigo por fin llega- dijo su hermano.

-Kagamine, cierra la boca- le ordenó su padre y de mala gana lo hizo.

-Explícame Kuroro, porque no logro comprender, ¿Cómo puedes traicionar a tu propia familia? Tú también eres parte de esto - comenzó a decir su padre con ojos severos - podrías ir a la cárcel, junto con nosotros.

-Eso no me importa- respondió tranquilamente Kuroro - si te soy sincero al principio fue porque deseaba quitarte tu lugar. Pero después de todo lo que han hecho deben pagar por ello.

-¿Te refieres a Shal o al pequeño Pairo?- preguntó Kagami con satisfacción.

-Pagaran por ambos, malditos bastardos- dijo Uvogin dando un paso más al frente, había conocido a ambos jóvenes, y se había encariñado con ellos. Odiaba a Kagami por lo que había hecho.

-Cuidado Uvog - le advirtió Kuroro, teniendo un mal presentimiento -no te precipites. ¿Qué es lo que planeas? - preguntó, aún sospechando de algún plan secreto de su padre.

-¿En verdad creíste que no sabíamos de tus otros amigos buscando los archivos? - sonrió aún más al ver el rostro sorprendido de su hermano - envié un equipo especial, han sido capturados vivos, aunque no por mucho. Claro todo depende de tí hermanito.

-Bajen las armas. - Ordenó su padre - o sus amigos estarán muertos.

Una puerta de metal se abrió detrás del padre de Kuroro, dos hombres de negro llevaban a sus rehenes; Nobunaga, Pakunoda y Kurapika herido de su hombro, había sido vendado con una prenda de forma provisional, pero podía notar la incomodidad en su rostro pálido.

-Lamentablemente, todo su esfuerzo fue en vano- sonrió Kagami, lanzando los archivos a una cubeta y prendiéndole fuego. La evidencia transformándose en cenizas frente a sus ojos.

Kuroro maldijo internamente, la frustración y el odio tratando de nublar su mente. Debía mantener la calma si quería que todos salieran vivos de esta, aunque las probabilidades estaban en su contra.

-No pongas esa cara hermanito, la diversión apenas comienza. - Kagami levantó su pistola -Bien, ya que tus amigos son testigos no podemos dejarlos ir, así que ¿Quién morirá primero?

Dijo dando unos pasos decidiendo quién sería su primera víctima, se paró frente a Kurapika y puso su arma frente al Rubio: -El hermanito de Pairo, es una lástima quería divertirme un poco más contigo.

Kurapika lo miró con decisión, no le importaba si moría aquí, incluso si lo hiciera se aseguraría de perseguir a Kagami en sus peores pesadillas.

-Esa mirada me gusta- sonrió el pelinegro frente a él.

El estridente sonido de la bala atravesando el cráneo interrumpió el silencio en aquel momento. La sangre salpicó sus cabellos rubios, y con ojos llenos de asombro y al mismo tiempo de alivió, Kurapika observó cómo el cuerpo inerte de Kagami caía frente a él.

Kuroro habia sacado un arma detrás de sus pantalones y disparó a su propio hermano con una velocidad increíble.

Los dos guardaespaldas descuidaron a los rehenes, intentando dispararle a Kuroro, pero Nobunaga y compañía habían actuado con destreza eliminando inmediatamente a los guardaespaldas restantes.

Su padre permaneció sentado, tranquilamente observando la masacre y suspiró.

-Vaya hijo imprudente que he criado.
Entiendo bien que no tengo salida- admitió el padre de Kuroro - Has ganado Kuroro, pero si hay algo que no permitiré es que me encierren en una jaula por el resto de mi vida. - tomó su arma, y todos se pusieron en guardia creyendo que atacaría a Kuroro, no fue así. Puso el arma contra su sien - solo déjame decirte una última cosa, nunca podrás escapar de este mundo - y disparó.

Después del escándalo que se había provocado desde la mañana, la policía había ido a investigar, encontrando a Kuroro junto al cadáver de su padre y su hermano; fue puesto en custodia y llevado a una estación policiaca donde se le procesaría por el asesinato de su padre y hermano, junto con los guardaespaldas encontrados en la mansión.

Sus amigos habían sido arrestados como cómplices de aquella masacre, aunque fueron liberados más tarde. Kuroro acepto la responsabilidad de todo lo que había sucedido, negando que ellos tuvieran algo que ver.

Intentaron explicar lo sucedido a la policía, pero no tenían la evidencia necesaria para liberar a Kuroro, parecía que al final él tendría que pagar por los pecados de su padre.

Kurapika no podía permitirlo, no después de conocer toda la verdad. Regreso a la biblioteca donde le habían disparado y encontró el libro que había soltado durante el alboroto de aquel día.

Se alegró de ver el sobre aún dentro del libro, esperando que tal vez fuera algo que pudiera ayudarle de alguna forma a liberar a Kuroro.

Lamentablemente no lo era, era una carta de Pairo para él.

Hermano, si has recibido o encontrado esta carta, significa que lo peor ha ocurrido. Probablemente no esté ahí para decírtelo en persona, pero lamentó haberte mentido. Hice lo mejor que pude por ambos y no me arrepiento de ello. Así que solamente me queda pedirte que no lamentes mi muerte; tampoco necesitas buscar un responsable por lo ocurrido, no lo hay. Solamente te pido que sigas adelante con tu vida, sé que no será fácil, pero es necesario. Encuentra tu felicidad.

Atentamente: Pairo.

Kurapika miró la carta descorazonado, incluso aún después de su muerte Pairo seguía cuidando de él y velando por su felicidad.

Pairo estaba tratando de decirle que debería perdonar a Kuroro, y de alguna forma sentía que podía hacerlo. Aún no sabía que sentía por Kuroro, pero el primer paso para averiguarlo era el perdón.

Encontraría la forma de liberarlo.

Invierno EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora