Capítulo 4: Libro

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Querido diario:
Oficialmente estoy saliendo con Kuroro. Pasaron muchas cosas entre nosotros desde que lo conocí y finalmente hemos comenzado a salir. Y me ha prometido llevarme a un lugar especial para nuestra primera cita. Me pregunto en dónde será.
Por otra parte aún no le digo nada a mi hermano, me gustaría poder contárselo y contarle cuán feliz soy, pero me temo que no puedo decírselo.
Espero que algún día pueda confesarle cuanto amo a Kuroro y espero que para cuando llegue ese día pueda entender como me siento.

Esta semana había sido de las peores para Kurapika. Kuroro se las arreglaba para sacarlo de quicio.
Leorio siempre le había dicho que tenía que aprender a controlar su temperamento y no dejarse llevar por las provocaciones de Kuroro, sin embargo por no hacerle caso ahora se encontraba en esta incómoda situación.
Kuroro sostenía un libro maltratado y viejo enfrente de las narices de Kurapika, parecía que el pobre libro había sido aventado desde el edificio más alto del mundo y que no se había deshojado por pura suerte.

Sin embargo lo que había sucedido en realidad era que Kurapika harto del hostigamiento y acoso de Kuroro, lanzó por la ventana una pila de libros del pelinegro, entre ellos el libro que sostenía frente a el.

-Los otros libros no me interesan ya que son sólo libros escolares, puedo comprar nuevos- dijo sin darles importancia- pero este libro tenía por lo menos 100 años de antigüedad. Así que vas a pagar por su restauración- afirmo Kuroro. Sin importarle si Kurapika estaba de acuerdo o no.

-Tu te lo buscaste por provocarme toda la semana- se defendió el Rubio, aunque si se sentía un poco mal por el libro, ya que el también apreciaba libros tan valiosos. Kuroro ignoro lo que dijo y lo tomó de la muñeca.

-¡Sueltame!- ordenó el rubio, pero Kuroro no soltó la muñeca de Kurapika.

Tan pronto como llegó a un coche negro abrió la puerta y entró al coche obligando al Rubio a entrar también.

-¿Porqué haces esto?- exigió el Rubio- tienes suficiente dinero para que TU repares el libro.

-Es verdad que yo te provoque, pero esa no es excusa para actuar de la forma en que lo hiciste. Así que vas a tomar responsabilidad por tus actos.

-¡Ja!- se burlo Kurapika- como tu con Pairo- dijo sarcásticamente.

-Créeme, ya la estoy pagando- murmuró Kuroro, aunque Kurapika no escucho lo que dijo.

-¿eh? ¿Qué dijiste?

-Nada- sonrió el pelinegro.

Kurapika se rindió y sólo miro por fuera de la ventana. Aunque le doliera,  era cierto lo que había dicho Kuroro de el. Su ética no le permitiría evadir su responsabilidad, por mucho que odiara a Kuroro.

Por otra parte, Kuroro sólo quería una excusa para salir con Kurapika. Y parecía que su plan había funcionado.

No es como si le gustase Kurapika, sólo sentía curiosidad por él. Y estaba disfrutando mucho de sus reacciones y la forma en que se molestaba.  Quería saber que tan lejos podía ir con él.

Una hora después ellos se encontraban en un barrio muy concurrido y un poco pobre. Frente a ellos había una tienda de libros antiguos, y como los libros, el lugar parecía muy antiguo. Sin embargo al entrar Kurapika no sabía si sorprenderse por la cantidad de libros que había o por el hecho de que todo el lugar estuviera impecable.

El duelo del lugar se presentó frente a ellos.
-¡vaya!- dijo en tono decepcionado- ¡sólo eres tu, Kuroro muchacho!- dijo el hombre de voz grave y rasposa.
-¡Tanaka-san!- se sorprendió Kurapika al ver al anciano- no sabía que tenía una tienda de libros.
El anciano parecía un poco sorprendido al principio, pero después sonrió y dijo: -Tanaka es mi hermano gemelo, no me esperaba que lo conocieras. ¿Cómo esta él? Hace mucho que no lo veo.

Invierno EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora