Capítulo 12: Kagamine

1K 104 43
                                    

Mientras kurapika estaba en la ducha, decidió trazar un plan de acción en su mente. Se había dejado llevar por la extensa colección de libros de kuroro y había perdido de vista su objetivo pero esta vez no sería igual. Le haría caer.

Solo tenía que descubrir sus secretos y exponerlo por lo que era en verdad, un demonio.

Al salir del cuarto de baño, Kuroro estaba sentado tranquilamente sobre la cama leyendo un libro en silencio. Cuando sintió la presencia de Kurapika, apartó el libro y se levantó.

-Bien, vamos a desayunar. Tenemos un largo día por delante. - Kuroro ofreció su brazo a Kurapika, pero el rubio lo rechazó saliendo de la habitación sin más.

Kuroro ignoro el frío gesto del rubio y y así guío el camino hasta el comedor. Kurapika no dejaba de sentirse algo maravillado por la arquitectura del hogar de Kuroro, los adornos y los cuadros colgados en las paredes. Sin embargo al mismo tiempo le invadía cierto resentimiento contra el pelinegro y su -seguramente- dichosa y pacífica vida.

Permaneció en silencio hasta que llegaron al amplio comedor en la planta baja.

Kuroro le ofreció un asiento a kurapika, y éste lo aceptó. Kuroro se sentó frente a él, así podría observarlo y apreciarlo. La intensa mirada de Kuroro le ponía nervioso, así que desviaba su atención a las decoraciones del lugar y otras cosas, aunque era un poco difícil ignorar al pelinegro. Kurapika reflexionó en silencio que sería aquello que podría lastimar a alguien tan frío como él. De un momento a otro los empleados comenzaron a servirles el desayuno.

Había mucha comida para elegir, y Kurapika no sabía muy bien que debía escoger entre toda esta gran selección.

-Vamos, no te contengas, puedes tomar lo que gustes- le dijo Kuroro animando lo a comenzar. Kurapika no hizo ningún comentario al respecto, tomo un poco de fruta.

Durante su desayuno, la mayor parte del tiempo permanecieron en silencio, algo de lo cual kurapika estaba agradecido. Kurapika prefería hablar lo menos posible con él.

En ese momento en el comedor entro una persona más, era un hombre joven. Kurapika casi se atragantó al verle. Era idéntico a Kuroro, solo que un poco más alto y sus ojos eran grises.

Sus ojos grises inspeccionaron la habitación, hasta que llegaron a Kurapika; fue entonces que lo observo atentamente de pies a cabeza.

Kurapika le miró directamente a los ojos y sintió un escalofrío. Los ojos de aquel hombre eran carentes de emocion, ni una sola chispa de alegría o tristeza en ellos. El rubio desvió la mirada, no quería saber nada de ese hombre.

Siguió con su comida sin prestarle atención.
-Kuroro, no sabía que tenías compañía, y mucho menos una jovencita tan hermosa.

Kurapika escupió su comida y comenzó a toser. ¿Habia escuchado bien?

Kurapika iba a reprocharle por haberle confundido con una mujer, pero antes de que siquiera pudiera decir una sola palabra kuroro ya había hablado.

-A que se debe tu visita, hermano- dijo Kuroro con una voz sorprendentemente fría - ¿no deberías estar trabajando o algo? -continuo casualmente como si el asunto no tuviera importancia, en ese momento vio kurapika una chispa en los ojos del hermano de Kuroro.

Su mirada fría fue sustituida por un brillo de odio que pudo detectar en sus ojos.

-Kuroro, nuestro padre quisiera hablar contigo cuando termines de desayunar- le dijo antes de salir de la habitación sin decir nada.

Kurapika se sintió nervioso. Ese hombre era muy aterrador en una forma que no podía explicar.

-Pareciera que esos dos no se llevan bien - reflexionó kurapika mientras observaba a Kuroro, mostraba un rostro tranquilo, pero sabía que en el interior no lo estaba. Kuroro no perdía oportunidad para burlarse de el y su apariencia femenina; y en esta ocasión no lo había hecho.

Invierno EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora