Stuck in a fury - #WATAwards

Capítulo 19. "Superhéroes"

— Ojalá fuera tan sencillo... — Suspiró abatida Helena.

— Estamos aquí atrapados... ¡Juntos! Tus ojos han brillado con mucho menos.

— Lo sé, — admitió la chica — pero sigo sin controlar bien mi furia. El problema ahora es que no consigo desatarla con tanta facilidad.

— Maldito Barry... — susurró Snart.

— Deja a Barry en paz, ¿vale? — Le advirtió la rubia.

— Lo que tú digas. — Respondió Leonard vagamente. Había comenzado a mirar entre las sombras que los rodeaban tratando de vislumbrar algo que pudiera liberarlo.

— Siento mucho interrumpir, pero es hora de marcharnos. — dijo la misteriosa voz.

— ¿Nos tenemos que ir ya? Estaba resultando una velada de lo más encantadora. — dijo Snart con sorna.

— Ya tendréis tiempo de retomarla en otro momento.

— Espero que eso no signifique que tenemos que compartir celda... — replicó irónica Helena.

— ¡Oh, no querida! Me temo que vuelves a casa, y tu amigo también. No me gusta retener a nadie en contra de su voluntad.

— No nos habíamos dado cuenta... — dijo Leonard tratando de levantar las manos y haciendo ruido con las esposas que lo retenían en aquella silla.

Central City

Laboratorios Star.

Barry y Cisco entraron a toda prisa en la habitación, parando en seco al ver lo que estaba pasando ante sus incrédulos ojos.

— ¿Ray? — preguntó Barry dubitativo.

— Sí, o lo que queda de él... — respondió éste con una mueca de dolor al tratar de incorporarse sobre la camilla en la que se encontraba tumbado.

— Tu aparato locomotor lleva demasiado tiempo en estado latente, será mejor que descanses. — sugirió Caitlin haciendo que retrocediera a su posición anterior.

— ¿Qué ha pasado? ¿Cómo he llegado aquí? — preguntó Ray todavía algo aturdido.

— Cuando tu jet fue atacado sobrevolabas Central City. Te encontramos a las afueras. — explicó Cisco.

— Vimos el vídeo y pudimos devolverte a tu tamaño.— dijo Caitlin con una sonrisa.

— Y Helena y yo recuperamos el suero... — dijo Barry con un nudo en la garganta. No podía evitar que algo en su interior se encogiera al pensar en ella. En que no estaba a salvo, y que no sabía como ayudarla.

— ¿Helena? ¿Dónde está? ¿Está bien? Necesito verla. — Todos bajaron la mirada, no sabían como enfrentar a Ray. Finalmente fue Barry el que habló.

— Ella... Me dijo que me fuera, y... — El nerviosismo de Barry había vuelto en forma de una culpa incontrolable. No era capaz de controlar su voz, y mucho menos las lágrimas que atacaban directamente a sus ojos tratando de salir, aunque no pensaba dejar que eso sucediera.

Ray palideció al escuchar la voz temblorosa de Barry. 

Opal City

Industrias Palmer

— ¿Volvemos a... casa? — preguntó confusa la chica.

— Por supuesto. — respondió el hombre.

— ¿Vivos? — preguntó Snart enarcando las cejas.

— ¿De qué otra forma me sería útil todo esto? — dijo el hombre.

— ¿Cuál es el truco? — dijo Helena.

— Te lo contaré, pero sólo a ti. 

Helena pudo sentir una nueva presencia en la habitación. Su oído alcanzó a escuchar como el misterioso hombre le daba indicaciones de sacar a Snart de la habitación e instalarle el prototipo. Cuando quiso echar un vistazo a su derecha, Leonard ya había desaparecido.

— ¿Y bien? — preguntó tratando de no parecer nerviosa.

— ¿Sabes? Todo esto lo hago por ayudar a esta ciudad. Quiero ayudar a Opal City a renacer.

— ¿Lo haces por la ciudad o por ti?

— Por la ciudad, por supuesto. Opal City es solo la primera de muchas. — dijo colocándose frente a Helena, que a pesar de los escasos centímetros que los separaban, no era capaz de distinguir con claridad todos los rasgos de su rostro.— No puede ser que la esperanza de ciudades enteras se deposite en seres que se creen superiores. No es posible... — hizo una pausa. Parecía que aquellas palabras le quemaban, y necesitaba escupirlas lo antes posible. Pero el misterioso hombre se recompuso y prosiguió su discurso alejándose de Helena.— El mundo se rinde ante sus nuevos superhéroes, cuando...

— Agradecen tener esa esperanza.— lo interrumpió Helena.

— Te equivocas, tienen miedo. Y han estado más ocupados tratando de buscar un lado positivo que de defenderse. En parte los entiendo, — explicó el hombre— a todos nos maravilla la belleza que reside en lo extraordinario pero, ¿por qué vivir en sumisión cuando podemos hacer que sea al contrario?

— ¿Adopta tu superhéroe? — replicó Helena en su característico tono. — No crea que tenga mucho éxito, me han dicho que lo dejan todo perdido. — El hombre ignoró su comentario y prosiguió con su particular monólogo.

— Así que hallé la forma de mantener lo bueno que aportan a la sociedad, pero tenerlos controlados. Y porqué no, garantizarme que ganaría mucho dinero en el proceso. — confesó.— Y además tener la oportunidad de comenzar una nueva colección siempre es interesante. — Helena volvió a sentir de nuevo una tercera presencia en la habitación.

— No vas a conseguirlo. — respondió la chica.

— Me temo que se nos ha acabado el tiempo pero, como veo que no eres tan lista como pensaba, lo voy a simplificar para ti... — Los ojos de Helena estaban empezando a brillar — No vas a recordar nada de esto. Voy a insertar en tu delicado cuello un pequeño prototipo que me permitirá controlar tus funciones nerviosas. Tú ni siquiera lo notarás pero, acudirás cada vez que te lo ordene. Y de la misma manera lo olvidarás.

— Voy a acabar contigo. — dijo Helena notando como su furia se apoderaba de cada rincón de su cuerpo.

— No. Lucharás contra tus amigos para hacerme ganar dinero. Puede que incluso llegues a matarlos o te maten ellos a ti. Pero nunca sabrás que lo has hecho, no recordarás ni que existo.

Helena dejó escapar un grito de impotencia que duró escasos segundos. Acababan de inyectarle un sedante. Trató de luchar contra la sustancia extraña de su cuerpo pero le fue imposible, perdió completamente el conocimiento. Y posiblemente todos los recuerdos y revelaciones de esas últimas horas.