2: Guerra

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Cuatro meses llevaban ya viviendo juntos.

A Hoseok le parecía que había pasado una eternidad, y a Jimin se le habían pasado muy rápido.

Empezaban las vacaciones de verano y tendrían que empezar a acostumbrarse a verse a todas horas en casa. Tenían la suerte de ir a institutos distintos, pues Hoseok se había negado rotundamente a ir a su mismo instituto.

Aunque se odiaban a muerte, delante de sus padres intentaban hacer el menor escándalo posible. Bueno, era Hoseok quien hacía un esfuerzo supremo por hacer el menor escándalo posible, porque a Jimin le encantaba, pero muchísimo, poner de mala hostia a Hoseok.

Se peleaban constante... Constantemente.

—Hey, caballo. —dijo Jimin desde el sofá.

—¿Qué quieres ahora? —preguntó Hoseok, limpiándose el sudor de la frente.

—No limpies el salón ahora, me estás tapando la tele.

—Es verdad... ¿Por qué no lo limpias mejor tú entonces?

—Yo no hago esas cosas —respondió él, con asco —. En serio, es para gente como tú.

—Juro que un día llenaré la cisterna del váter de pis y haré que te lo beb...

Jimin se llevó el índice a los labios y Hoseok se calló, confundido, pero instantáneamente. El menor entrecerró los ojos y sonrió.

—¿Qué haces?

—Cuando te callas, es un silencio caído del cielo.

Jimin tuvo que reaccionar rápido y levantarse a la velocidad de la luz para huir de Hoseok. Este lo perseguía con el plumero, dispuesto a metérselo, como mínimo, por la boca. Ya vería si después se lo metía también por el culo.

Subieron las escaleras, donde Jimin casi se mata, hasta la habitación de este. El menor se encerró rápidamente, dejando a Hoseok fuera.

Como las puertas no tenían pestillos, ambos hacían fuerza sobre ella. De un momento a otro el pomo se rompería.

—¡Abre la puerta, Park Ji Min!

—¡Por encima de mi cadáver!

Justo en ese momento el móvil de Jimin sonó. Un mensaje. El sonido lo distrajo y Hoseok aprovechó para ejercer más fuerza. Fue tal la diferencia de fuerzas que Hoseok no sólo consiguió abrir la puerta, sino que también tropezó y cayó encima de Jimin.

Los dos se miraron por una fracción de segundo y luego se apartaron rápidamente, asqueados.

Hoseok le estampó a Jimin el plumero en la cara. Este empezó a escupir.

—Cuando mamá vuelva, le diré lo que haces por ayudar en casa.

—Tu vieja no me dirá nada. —respondió Jimin divertido, levantándose del suelo.

—¡Que es mi madre, comemierda!

—¡Y la mía!

—¡No es tu madre, tu madre está muerta!

—¿Ah, sí? ¡Pues tu padre no es que respire muy bien!

Hoseok lo agarró de la camiseta y lo empujó contra la cama. Empezó a arañarle la cara con rabia. Jimin le pegó tal empujón que lo estampó contra la pared y hasta oyó el golpe que recibió la cabeza del mayor.

Justo cuando estaban a punto de liarse a puñetazos, el timbre de casa sonó. Sus padres, habían vuelto.

Ambos se miraron.

—Te ha arañado el gato de la vecina. —dijo Hoseok.

—Te has caído en la ducha. —respondió Jimin, acariciándose los arañazos.

—Eso ya me hiciste decirlo la semana pasada —se quejó Hoseok—. Ya no cuela.

—No es mi problema. —le dijo Jimin, guiñándole un ojo.

—Si vuelves a hacer eso, juro que vomitaré bajo tu almohada esta noche.

—Huele a semen ahí abajo, yo que tú no lo haría.

La cara de asco de Hoseok se acentuó más todavía.

—Eres un puto cerdo...

—Perdona —se disculpó Jimin—, olvidaba que tenías tres años.

Los gritos de Seohyun llamaron la atención de ambos y se dieron cuenta de que tenían que bajar a dar señales de vida.

—Baja tú primero. —dijo Hoseok.

—Para que me empujes.

—Yo no soy tan ruin.

—¿Y por qué no bajas tú?

—Porque tú sí que lo eres.

Jimin se acarició la barbilla.

—Hay límites peligrosos que no se pueden traspasar.

Hoseok no supo por qué, pero le creyó. La verdad era que empujar a alguien por las escaleras era una locura.

En qué momento.

Hoseok cayó cruelmente por toda la longitud de las escaleras, olvidando con cada golpe en la cabeza un año de su vida.

—¡Ay, Dios mío! —fingió Jimin, aguantando la risa— ¡Cuidado, que se cae!

Hoseok lo miró desde el piso de abajo, tirado en el suelo, con la espalda seguramente rota de por vida, y prometiéndose a sí mismo matar a Jimin.

Sus miradas se cruzaron y una sonrisa surgió en ambos sus rostros al mismo tiempo.

Hoseok estaba decidido a encontrar algo con lo que joderle la vida. Y para ello, lo stalkearía y descubriría su punto más débil.

Esto es la guerra.

JiHope ➼ Compartimos techoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora