9: Placer

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—Qué silencio tan incómodo... —dijo Dongryul riéndose suavemente.

Cenaban en un restaurante bastante caro. Nadie había hablado en los tres últimos minutos, y eso era un tanto preocupante.

Jimin tenía la mirada perdida en el plato vacío y Hoseok no dejaba de mirarlo de reojo, preguntándose por qué estaría así si acababa de venir de estar con Jungkook.

—Aquí tienen su orden. —dijo un apuesto y joven camarero que logró captar la atención de toda la mesa.

El plato de Jimin era el más suculento, pero también el más intacto.

—Jimin, ¿no comes? —preguntó preocupada Seohyun.

—Déjale —dijo Dongryul—, es por la adolescencia. Le dan bajones alimenticios.

—¿Es eso verdad? —insistió Seohyun, y miró a su hijo— ¿A ti te ha pasado alguna vez, cariño?

—No, mamá. Ya sabes que en casa nunca ha sobrado la comida.

—Es cierto... —apuntó Dongryul. Cogió la mano de Seohyun y la apretó con fuerza— Pero ahora ya no os faltará nunca.

Ambos se sonrieron como dos adultos tontos enamorados. Jimin tosió.

—¿Podemos irnos ya?

—¿Por qué quieres estropearlo? —saltó Hoseok, enfadado.

—¿Quieres callarte la puta boca?

—¡Esa lengua! —exclamó Seohyun.

Jimin tan solo le dedicó una mirada que podría haberla matado en el acto, y se levantó de la silla.

—¿Otra vez? —preguntó Hoseok.

—Me iré a casa solo. —concluyó Jimin, y se fue.

Se quedaron los tres en la mesa y Dongryul empezó a explicarles un poco acerca de su hijo.

—Jimin siempre ha sido un niño muy raro. A veces... le entran ataques extraños, bajones, incluso se vuelve más agresivo que de costumbre. Es mejor ni acercarse a él.

—¿Tan grave es, mi amor?

—Sí... Se vuelve un monstruo, la verdad. —rio Dongryul.

Hoseok clavó el tenedor en la mesa.

—Jimin puede ser todo lo insoportable, puede ser irascible, inmaduro, prepotente y egoísta.

Miró a los ojos a Dongryul.

—Pero Jimin no es un monstruo.

Se levantó de la mesa y salió del restaurante.

¿Cómo podía su propio padre decir esas cosas de él? Tenía que encontrar a Jimin, fuera como fuera.

Si fuera Jimin... ¿a qué sitio hubiera ido? ¿Cuál era su sitio favorito de la ciudad?

Pensó durante unos segundos hasta que su mano fue a parar a su frente.

Oh, claro. Su habitación.

Llegó a casa tan rápido como pudo y, efectivamente, Jimin estaba ya en ella.

—¿Jimin? —lo llamó, sin obtener respuesta.

Insistió un rato más hasta que subió al piso de arriba y vio la puerta de su habitación cerrada. Se quedó quieto frente a ella y trató de escuchar.

Oyó unos leves gemidos y jadeos. Se puso realmente nervioso en un instante. ¿Qué debía hacer? ¿Entrar o no entrar?

Sin saber cómo, su mano ya estaba girando el pomo de la puerta. Las luces de su cuarto, a diferencia de las del resto de la casa, estaban apagadas.

JiHope ➼ Compartimos techoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora