Una piedra rompió el cristal de la ventana de Jimin.
Se levantó extrañado de la cama y la cogió. La miró bien y luego abrió la ventana con cuidado para asomarse a la noche estrellada. No vio a nadie.
Cuando la fue a cerrar fue cuando oyó algo.
—Subnormal.
Se asomó de nuevo. No podía ser, aquella voz era clavada a la de...
Hoseok salió de dentro de un arbusto y sonrió al ahora confuso Jimin. El menor tardó demasiado en asimilar que se trataba de Hoseok, de su Hoseok. Una vez lo asumió, saltó por la ventana y aterrizó justo frente a él.
—¡Hoseok! —gritó, y lo abrazó con tanta fuerza que le rompería algo.
—He vuelto. —susurró él, sonriente.
—¿Por qué desapareciste? ¿Por qué me dejaste solo? ¡No podía contactar contigo! ¿Sabes la cantidad de veces que he pensado en tirarme de un puente, en lanzarme a la carretera? ¿Sabes lo duro que ha sido seguir viviendo en esta horrible casa que sólo me traía recuerdos tuy—
Hoseok besó sus labios con ternura. Y después de haberlos besado, los volvió a besar. Y así, una infinidad de veces, hasta que los besos se convirtieron en caricias, y las caricias en calor. Pararon cuando las mejillas de ambos empezaron a enrojecer.
—Ven conmigo. —le dijo Hoseok.
—¿A dónde?
—Coge tus cosas. Ya no vivirás más en esta casa.
Jimin lo miró incrédulo, pero no dudó un solo segundo. Agarró la mano de Hoseok y lo llevó hasta la puerta principal. Sacó las llaves de su bolsillo y Hoseok por fin entró en la casa que hacía más de un año había dejado. Esa casa en la que vivió poco tiempo, pero que le traía un montón de recuerdos. Agradeció que la gran mayoría fueran de Jimin.
Subieron las escaleras y entraron en el antiguo cuarto de Hoseok.
—Está exactamente igual...
—No he dejado que nadie lo tocara. Porque nadie puede tocarte, salvo yo.
Jimin le robó un último beso antes de volver a su cuarto y empezar a poner cosas dentro de una maleta. Cogió lo esencial y necesario. Enseguida terminó.
—¿Dónde está él? —preguntó Hoseok, aparentemente nervioso.
—Duerme. Es el momento de irnos.
Hoseok agarró su mano y salieron juntos de aquella casa, dejando atrás sus miedos y caminando hacia su nuevo hogar.
***
—Jimin, quita los pies de la mesa.
—Mira que eres pesado, comemierda.
Jimin recibió una hostia en la cabeza con la escoba.
—¡A mi sobrino no le hables así!
Hoseok se empezó a reír como loco y se tiró al sofá para abrazar a Jimin y mimarlo.
—Tía, tía... No sea agresiva con el pobre. ¿No ve que es tontito?
Jimin abrió la boca para rechistar pero Hoseok se la tapó rápidamente. Presionó su mano contra ella para que no pudiera hablar, y se siguió riendo.
—¡La comida está lista! —gritó su madre desde la cocina.
La tía de Hoseok fue la primera en irse del salón. Cuando lo hizo, Hoseok apartó la mano de la boca de Jimin y sus labios sustituyeron la función que esta estaba haciendo.
Jimin mordió la lengua del mayor haciendo que se quejara.
—Te vas a enterar después... —le susurró a oído, y Hoseok sonrió entusiasmado.
—Tus ojos aún tienen brillo, mientras no lo pierdan... ¿Puedo fingir que todavía me resisto?
—Puedes asentir involuntariamente, claro.
Hoseok asintió de broma y Jimin volvió a besarlo.
—Te quiero, te quiero y te quiero.
—Yo te sigo aborreciendo. —confesó Hoseok.
Jimin sonrió, haciendo que sus ojos se convirtieran en finas líneas, y subió los pies a la mesa.
—Te mataré. —juró Hoseok, entrecerrando los ojos.
Su tía los espiaba desde la puerta del salón, moviendo la cabeza de un lado a otro.
—Ay, de verdad —suspiró, y se metió a la cocina—. Qué pesados están los homosexuales desde que tienen derechos.
ESTÁS LEYENDO
JiHope ➼ Compartimos techo
Fanfiction❝ La madre de Hoseok, una enamorada de la danza moderna, vive soltera con su hijo en un piso de mala muerte. Un día, en un café, conoce al padre de Jimin, un hombre adinerado que parece caer rendido a sus pies en cuanto la ve. Después de estar vario...