8: Objeto

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—¿Me pasas el tomate, por favor? —le preguntó Seohyun amablemente a su hijo.

Hoseok le pasó el plato con tomate y, al ir a dárselo, su mano chocó con la de Jimin, que estaba cogiendo la sal.

Apartaron rápidamente las manos y sus padres se miraron extrañados.

—Qué raro... —dijo Dongryul— En un día normal hubierais añadido algún comentario.

—No tengo nada que decir. —aclaró Hoseok, indiferente.

—Yo tampoco. —coincidió Jimin, bostezando.

—¿Qué os pasa?

—Nada, mamá.

—En serio, estáis muy raros estos últimos días. Parece que os evitáis.

—Bueno, ¿ya, no? —gritó Jimin, dando un golpe en la mesa. Se levantó enfadado y se fue directo a su habitación.

Hoseok apretó los puños y no pudo aguantarlo. Se levantó de la mesa disculpándose y salió tras Jimin. Llegó a su cuarto y abrió la puerta de golpe, del mismo modo que luego la cerró.

—¿No puedes controlar más tu tono de voz hacia mi madre?

—¿Por qué me das órdenes, caballo? —preguntó Jimin molesto.

—Sólo te pido que tengas más respeto.

—¿Más respeto?

Hoseok sintió miedo al ver la sonrisa que se había formado en los labios de Jimin.

—¿Qué pasa?

—Ay, Hoseok... —empezó Jimin— ¿Es que no sabes que mirar en otros ordenadores es de mala educación?

No, mierda.

—¿Te gustó lo que viste?

Hoseok dio un paso en falso hacia atrás, con intención de salir de la habitación, pero no pudo porque sus piernas no le respondían.

Jimin se levantó de la silla y acorraló a Hoseok contra la puerta con un brazo.

—¿Por eso me hiciste aquello, verdad?

—¿Qué es "aquello"? —tartamudeó Hoseok.

—Lo del sofá...

—¿Qué sofá?

—Querías vengarte, porque ahora sabes que mi debilidad es el sexo.

La voz de Jimin derritió sus oídos. Hoseok quiso decir algo, pero su voz estaba atascada. Volvió a ver cómo los ojos de Jimin perdían su brillo y notó cómo este acercaba sus caderas inconscientemente a las suyas.

El menor metió una mano bajo la camiseta de Hoseok y acarició sus lumbares suavemente. Hoseok arqueó la espalda y Jimin tuvo vía libre para besar su cuello.

—Para, por favor... —susurró Hoseok, haciendo lo imposible por resistirse.

Jimin hundió la nariz en su hombro y atrajó el cuerpo de Hoseok hacia sí.

El móvil de Jimin sonó.

Se apartaron el uno del otro sin decir nada. Hoseok respiró hondo y Jimin cogió la llamada, realmente molesto. Cuando vio en la pantalla "Jungkook" miró a Hoseok. Este le apartó la mirada y Jimin tragó saliva.

—¿Qué ocurre, Jungkook?

—Creo que estoy preparado...

Jimin abrió los ojos como platos.

—¿Estás..., estás seguro? —le preguntó, volviendo a mirar a Hoseok. Este no sabía de qué hablaban, así que tan solo frunció el ceño.

—Tengo la casa sola hoy... —dijo Jungkook al otro lado de la línea.

Su voz sonaba tan caliente que Jimin no pudo esperar ni un segundo más.

—En seguida estoy allí.

Se puso las deportivas en un abrir y cerrar de ojos y cuando fue a salir, se topó con Hoseok, quien obviamente seguía allí.

—Quita, anda.

—Jimin —se indignó él. El menor no tuvo más remedio que prestarle atención — ¿A dónde te crees que vas?

—Eso ya no te importa.

—¿Vas a ver a Jungkook, verdad?

—Pues mira, sí. Ahora quita.

—No entiendo. Hace un momento yo...

Se tapó la boca. Iba a decir "Hace un momento yo era todo lo que querías".

Jimin esperó paciente que terminara la frase, pero como no lo hizo, apartó a Hoseok de un tirón de brazo y salió por la puerta.

Hoseok se dejó caer por la pared. Le dolía el pecho, y lo peor es que no sabía por qué. Cada vez que escuchaba el nombre de Jungkook, algo dentro de él moría.

Sacudió la cabeza, tratando de olvidarse del tema. Se levantó y bajó de nuevo con su familia.

—Jimin se ha ido. —le informó Dongryul.

—Lo sé.

—Habíamos pensado salir hoy a la noche todos juntos —dijo Seohyun, sonriendo —. ¿Qué te parece? Ya hemos avisado a Jimin.

—¿Él también viene?

—Claro que viene, es de la familia. —respondió Dongryul entre risas.

Hoseok se encogió de hombros y ayudó a recoger la mesa sin mediar ninguna otra palabra. Cuando hubo terminado, se fue a su habitación y se dispuso a seguir con su lectura.

Tenía que recapacitar también sobre algunas cosas.

—Tengo que hablar de esto con Jimin... —susurró para sus adentros. Un repentino ataque de ira le entró y lanzó el libro cruelmente contra la cama— ¡Agh, cómo lo odio!

Desde hacía unos días, cada vez que estaba cerca de Jimin, su corazón latía a una velocidad increíble.

Cogió uno de sus cojines y presionó su cara contra él. Cuando lo quitó, su cara estaba completamente roja.

—¿Cómo me verá él...?

Su mayor preocupación ahora era si Jimin le veía como un chico o como un objeto.

JiHope ➼ Compartimos techoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora