12: Mentir

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Habían pasado varios días desde aquello, y Jimin y Hoseok ni se hablaban. Sólo se evitaban, pensando que así tal vez sus sentimientos desaparecerían. Como siempre, estaban muy equivocados.

Una mañana, ya a mitad de verano, Seohyun los mandó ir a comprar comida.

—Jimin, ve a por la leche, por favor.

—¿Desde cuándo me ordenas hacer cosas?

Hoseok se apoyó en el estante y acorraló a Jimin con un brazo. Enarcó una ceja.

—Así que ahora vuelves a ser como antes.

—No sé de qué hablas, caballo de mierda.

—Por lo menos no soy un pervertido asqueroso que se corre en las almohadas de otros.

—Venga ya, fue lo mejor que te pasó en la vida.

Hoseok sintió un pequeño escalofrío que disimuló con mucho éxito haciendo que cogía el paquete de café que tenía al lado.

—Ese no es el café que toma mi padre. —dijo Jimin.

—Pues a partir de ahora lo será.

—Tú no has vuelto a ser como antes, ¿has cambiado?

—He madurado, ¿sabes?

Jimin se puso detrás de él y lamió su nuca. Hizo que Hoseok diera un salto tan grande que podría haber ganado las olimpiadas ese día.

—¿Qué haces? —preguntó Hoseok, temblando.

—¿Ves? —sonrió Jimin, y se acercó a su oreja para morderla y luego susurrarle— No has cambiado.

Jimin se adelantó para ir a por la leche. El mayor se quedó ahí, parado, en mitad del pasillo del café y los cereales, maldiciendo a Jimin.

Varios días.

Varios días en los que ni siquiera se miraban. Fue la peor tortura para ambos, porque no podían fingir que el otro no existía. No mientras estuvieran terriblemente enamorados el uno del otro.

Hoseok recordó la última conversación que habían tenido, aquel día que Jungkook había ido a casa.

—¿Por qué hacemos estas cosas?  —se atrevió a preguntar Hoseok.

Ambos estaban sentados en una punta distinta de la cama, y se agarraban las piernas, como si fueran auténticos bebés.

—¿No es obvio? —respondió Jimin, un tanto adolorido.

—Siento haber dicho eso delante de Jungkook.

—Qué más da, tampoco iba a estar conmigo más tiempo.

—¿Qué pasa con él?

Jimin suspiró. No quería contar la historia, y menos a Hoseok; pero lo hizo de todas formas.

—Jungkook me tenía miedo, y poco a poco me empezó a tener asco. Cuando... Ya sabes. Cuando descubrió las cosas que me gustaban.

—¿Tocar los cojones?

—¡Agh, gilipollas! Pero sí, supongo.

—¿Cosas como... lo del pis? ¿Lo de la almohada? ¿Chupar cuchillos?

—Cállate, por favor. Suficiente tengo ya con vivir con ello.

—¿Qué hay de malo en eso? —Con esto, Hoseok consiguió que Jimin lo mirara sorprendido. Le apartó la mirada— Quiero decir, son tus gustos... ¿No debería aceptarlos?

—Pero a él eso no le atrae.

—Aunque —musitó Hoseok—, ¿a quién le atraería?

—Tú... —empezó a decir Jimin, pero no continuó.

JiHope ➼ Compartimos techoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora