4: Boca

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—Jimin, no pongas los pies sobre la mesa.

—Me vas a comer el cipote, guapo. —respondió el menor, con toda su educación.

—¿Cómo puedes ser hijo de Dongryul? —Hoseok suspiró, dándose por vencido— Él es tan educado y tan amable...

—Y tu madre es talentosa, cosa que tú no.

Hoseok le clavó la mirada. Jimin ladeó la cabeza y esbozó una media sonrisa.

Eran puro fuego.

—¿A qué hora vuelven hoy? —preguntó Jimin, cambiando los pies de posición.

—Que quites los pies de ahí. —Hoseok se levantó y desde el sofá fue hasta la mesa de la cocina para quitar de un zarpazo los pies de Jimin.

—¿Cómo te atreves a tocarme, caballo? —teatralizó Jimin, con intención de levantarse.

—No pongas tus asquerosos pies sobre esta mesa, que vale más que tu vida.

—Hablando de cosas que valen más que tú vida, hay que sacar la basura.

—No puedo cargar contigo, lo siento.

Jimin se levantó de golpe y agarró a Hoseok del cuello de la camisa, sin darle tiempo a reaccionar.

—¿Recuerdas el incidente de las escaleras de hace dos semanas? ¿Quieres que se repita pero por la ventana?

—No eres capaz. —lo retó Hoseok, completamente seguro de que no lo era.

—Eso creíste la última vez. —rio Jimin, y lo empezó a arrastrar hasta el piso de arriba.

Ahí fue cuando a Hoseok le entró un poco de miedo. Y más cuando vio los ojos de Jimin atravesar los suyos. Las manos del menor hacían presión sobre los hombros de Hoseok, quien estaba de espaldas a una ventana ya abierta.

Su primer ataque hubiera sido darle una patada en la entrepierna, pero seguramente Jimin habría conseguido empujarlo antes. Tenía más fuerza que Jimin, pero este ahora tenía un aliado: la gravedad.

No pudo pensar en más cosas, porque antes de poder hacerlo, sus labios besaron con rabia los de Jimin.

Instantáneamente, Jimin escurrió las manos desde los hombros de Hoseok hasta su cintura. Lo atrajo hacia sí mientras devoraba sus labios una y otra vez.

Se separaron bruscamente, jadeando, con las mejillas enrojecidas.

—¿Qué haces? —le dijo Jimin, alejándose a un paso de él.

—No —jadeó Hoseok, y se limpió los labios con la mano—, ¿qué haces tú?

—¿Qué haces tú? —repitió Jimin, elevando el tono de voz.

—¿Por qué me has agarrado?

—¡Me ha sorprendido! —respondió el menor.

—Ya... —Hoseok se volvió a limpiar los labios, asqueado— Haz como si nada y ya está.

—Eso pensaba hacer.

—Vale.

—Genial.

—Estupendo.

Hoseok pasó por su lado y se fue directo a su habitación. Jimin se quedó unos segundos mirando al suelo. El atardecer entraba por la ventana y dejaba una luz preciosa por toda la planta de arriba.

Cerró la puerta de su habitación y se sentó en la cama. Sus labios aun tenían la saliva de Hoseok. Pasó la lengua por ellos despacio.

—¿Qué le pasa? —preguntaron en voz alta los dos al mismo tiempo.

Hoseok, con una toallita, frotó sus labios hasta que los vio tan rojos que pensó que sangrarían.

—Es la última vez que uso esta táctica como arma —se dijo a sí mismo—. Hasta en esto es capaz de igualarme.

Claro, Jimin no sabía que Hoseok lo había hecho para vengarse, y Hoseok no sabía que Jimin se moría por comerle la boca.

JiHope ➼ Compartimos techoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora