Últimamente Jimin salía demasiado de casa. Hoseok ni siquiera sabía de dónde sacaba el dinero para ir a tantas fiestas y tomar tanto alcohol.
Una noche, sobre la madrugada, volvió a casa borracho.
Hoseok estaba despierto leyendo un libro en el salón, cuando escuchó el ruido de alguien tropezándose. Ni siquiera recordaba que Jimin no había vuelto aún.
Fue a la entrada corriendo y cogió a Jimin de un brazo para levantarlo.
—Shhh —chistó con fuerza—. No despiertes a nuestros padres.
Jimin ni siquiera sabía si estaba asintiendo o no, así que se limitó a dejar el cuello muerto.
El mayor lo subió por las escaleras con algo de dificultad y lo llevó hasta su habitación. Cuando entró, quiso vomitar. El cuarto de Jimin olía a más cosas que a mierda. Además, tenía la mesa llena de bolas de papel higiénico.
Se limitó a tumbarlo en la cama.
Su ropa estaba empapada de un alcohol tan fuerte que supo que sus padres se darían cuenta a la mañana siguiente. Pero no le importó, ¿por qué le iba a importar que Jimin se llevara una buena bronca? Que se jodiera.
Fue a salir de la habitación cuando Jimin gimió su nombre.
—Quédate, Hoseok...
Un escalofrío recorrió toda su piel. Se dio la vuelta para mirarlo y no parecía tener muy buena cara.
¿Por qué soy tan buena persona?
Se acercó a él y lo ayudó a levantarse de nuevo. Lo llevó hasta el baño y abrió el grifo de la bañera.
—Siéntate ahí —le ordenó Hoseok, señalando el váter— y no hagas ruido.
Jimin lo hizo, pues su cerebro sólo podía atender en ese momento a órdenes cortas.
Hoseok fue hasta la habitación y cogió las sábanas, que estaban manchadas de alcohol. Las tiró al suelo y las cambió rápidamente por otras. Volvió al baño, cargando con las sábanas, justo a tiempo para cerrar el grifo. Jimin seguía en la misma posición que antes, cosa que le asombró.
—Quítate la ropa y métete.
Jimin se empezó a desvestir como pudo. Hoseok sólo miró cuando escuchó sus pies entrar en el agua. No quería ver cosas innecesarias. Jimin gimió de placer al meterse dentro del agua caliente. Hoseok le puso jabón en la mano para que se entretuviera haciendo espuma. Cogió la ropa de Jimin, las sábanas y se las llevo a la lavadora.
Cuando regresó ya por última vez al baño, vio a Jimin llorando dentro de la bañera.
—¿Qué mierdas te pasa ahora?
—¿Por qué nadie me quiere? —se preguntó Jimin, agarrando su pelo y tirando de él hacia delante.
—Qué gran pregunta. —rio Hoseok.
—¿Tú tampoco me quieres? —insistió Jimin, mirando ahora al mayor.
—Jimin, mírate. Estás borrachísimo.
—¿No me deseas?
—¿De qué hablas? ¿Cómo te voy a desear? —Hoseok se estaba divirtiendo. Jimin borracho era todo un espectáculo— ¿No ves que te odio?
—¿Me odias? —Los ojos de Jimin se empezaron a enrojecer. Hoseok casi cayó en la trampa de sentir pena por él, pero no lo haría, no caería. Sabía que todo eso era otra de sus estrategias.
—No te odio, te aborrezco.
Jimin cerró los ojos con fuerza y sumergió la cabeza de golpe.
Hoseok se sentó en el váter y se cruzó de piernas. Cuando ya se hubiera cansado de intentar suicidarse, sacaría la cabeza del agua y empezaría a toser jabón. Y Hoseok quería verlo desde primera fila.
Jimin no sacaba la cabeza.
Qué gran aguante...
Y siguió sin sacarla.
Cuando ya llevaba alrededor de un minuto, Hoseok se levantó y se arrodilló al lado de la bañera. Asomó la cabeza para ver si se había muerto, cosa que no hubiera estado del todo mal.
La mano de Jimin salió disparada del agua y agarró la nuca de Hoseok.
¡Me va a ahogar!
Entonces Jimin sacó la cabeza del agua y encontró rápidamente los labios de Hoseok.
Esta vez fue Hoseok el sorprendido.
Los labios de Jimin estaban fríos aún, aunque ya tenían mejor color. El sabor a alcohol quemaba la lengua de Hoseok, quien sólo quería que aquello acabara cuanto antes. El agarre que Jimin tenía en su nuca era demasiado fuerte como para una persona que estaba borracha.
Cuando se separaron, Jimin acarició los labios de Hoseok con el pulgar de su otra mano y lo miró con una gran sonrisa. Le dio unos golpecitos en la nuca.
—Qué bajo has caído. —le dijo, riendo.
Hoseok sintió todo su cuerpo llenarse de adrenalina. Cogió la cabeza de Jimim y le hizo una aguadilla. La alargó tanto como pudo, hasta que Jimin agarró su camiseta y lo tiró dentro de la bañera. Hoseok cayó encima suya, haciendo que el agua se desbordara. Jimin pudo sacar la cabeza para respirar y evitó que las manos de Hoseok tuvieran más poder sobre ella a base de hacerle cosquillas.
—¡Suéltame! —rio Hoseok, queriendo parar de reír.
—Nunca. —aseguró Jimin, y le salpicó agua con jabón en la cara.
—¡Mis ojos! —gritó Hoseok.
El castaño echó el cuerpo hacia atrás y su trasero topó con algo. Un grito, que tuvo que retener por respeto a su vecindario, se formó en su garganta.
Salió de la bañera enseguida, empapado, escuchando la risa desenfrenada de Jimin.
—Estás loco. —dijo Hoseok, sentando cátedra, y salió del baño envuelto en una toalla.
Jimin siguió riéndose un poco más, hasta que paró por los pinchazos en la cabeza.
—Ahora se me está empezando a ir el pedo... —dijo para sí mismo, tratando de levantarse.
Hoseok esa noche ya no pudo dormir, pensando en lo difícil que era pensar en cosas peores que poder hacerle a Jimin.
Parecía que Jimin siempre iba un paso por delante de él. Y todavía ni siquiera había logrado averiguar cuál era su punto débil.
Por lo menos agradecía que sus padres no se hubieran levantado. Aunque al día siguiente verían todo el estropicio y preguntarían.
Rozó sus labios con la yema de los dedos y luego dejó el dorso de su mano apoyado en sus ojos.
No voy a cubrirle. Va a enterarse de lo que es bueno.
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JiHope ➼ Compartimos techo
Fanfiction❝ La madre de Hoseok, una enamorada de la danza moderna, vive soltera con su hijo en un piso de mala muerte. Un día, en un café, conoce al padre de Jimin, un hombre adinerado que parece caer rendido a sus pies en cuanto la ve. Después de estar vario...