Mis fosas nasales se impregnaron de él.

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Me pasaba la mayoría de las tardes sentada en la calle de aquel bar con aquella chaqueta, observando a la gente haber si veía aquel misterioso chico.....

La mayoría de la gente que pasaba por delante de mi me miraba y murmuraba, pero yo solo trataba de buscar esa sonrisa entre rostros desconocidos, intentaba buscar lo único que recordaba de Andrés.

Estaba sentada en la calle, el reloj que tenía en la muñeca marcaba que eran 1:37 a.m. Mi estomago rugía, el leoncito de mi interior pedía que lo alimentara.

Me levante decidida a entrar al bar a coger un bocadillo, cuando de repente me choque con alguien, estaba segura de que me iba a caer pero note como unos brazos me rodeaban todo el cuerpo y impidieron que mi cara acabara en el suelo.

Mis fosas nasales se impregnaron del perfume de aquella persona.... Juriaría que era igual que el de Andrés. Poco a poco fui despegando mi cara y mis manos de aquel cuerpo.
Levante la cabeza para ver quien era y entonces fue cuando me tope con unos ojos castaños que me miraban y una sonrisa que me sonaba familiar, sí, la de Andrés.

-¿Vaya si que eres lanzada no?-Se río a carcajadas aun sosteniéndome.

-Eres idiota- le di un ligero golpe en el brazo y indignada me separe de él.
- He estado esperando a volver a verte para devolverte la chaqueta- me la iba a quitar y a dársela pero me lo impidió.

-Sabes que, quédatela, te queda mejor a ti que a mi.- dijo con una sonrisa que derretiría a cualquiera(mientras el me ponía bien la chaqueta).

-Bueno gracias- dije algo avergonzada.

-¿Y a donde ibas?- me lo pregunto con una chispa de curiosidad en sus ojos.

- Iba a comer algo porque mi leoncito se esta quejando.- se me escapo una pequeña sonrisa.

-¿Tu leoncito?- pregunto curioso arqueando la ceja derecha.

-Si mi leoncito.- dije mientras señalaba mi abdomen.

-¿Y a tu leoncito le importaría que te acompañara?-Sonrió.

Definitivamente no podía decirle que no.

La mayoría de la tarde me la pase riendo, ya que contaba unos chistes malísimos, peores que los mios.
Al principio pensé que era el típico ligón que se podía ligar a la que quisiera, que todas estarían rendidas a sus pies. Pero algo de su interior me contradecía y me decía que me equivocaba. Incluso aveces cuando le miraba a los ojos me daba la impresión de que tenia el alma inundada de tristeza, parecía que me pidiera ayuda con la mirada. Entonces entendí que yo era probablemente la única de aquel bar que podía llegar a comprender su dolor.

Ese día intercambiamos nuestro numero de móvil y de vez en cuando, cuando no sabia que hacer le llamaba y le decía para ir a dar una vuelta.

¿O quizás usaba esa excusa para verle?

Tampoco sabía a quien mas llamar ya que no tenía muchos amigos y con quien mas hablaba era con él, vale, no vamos a engañarnos mas. El era prácticamente con el único que hablaba, por el simple hecho de que yo era la "chica rara del instituto", era la chica que se pasaba sus 365 días sola en casa ya que sus padres no tenían tiempo de cuidarla. Era un bicho raro para los demás por que utilizaba el ballet para sacar todo el dolor y la rabia que llevaba dentro y eso la gente lo veía raro, tanto que lo utilizaban para meterse conmigo y dejarme marginada.
Si alguien trataba de acercarse a mi "el grupito de populares" se encargaba de alejar a aquella persona de mi....

Pero tener a Andrés de amigo, saber que estaba ahí, me ayudaba a olvidar toda aquella mierda.
Sentía que por primera vez el mundo daba igual..... lo que dijeran los demás, los empujones, los motes estúpidos, ya nada importaba. Solo importaba no perderle.











Me encantaría saber si os gusta la historia y si puedo mejorarla😄😄

AndrésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora