El ascensor.

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Era lunes y como de costumbre estaba durmiendo plácidamente en mi cama cuando una música me despertó.

Alargue el brazo sin mucho entusiasmo y cogí el móvil sin mirar quien era.

-¿Quien es?- dije con voz algo molesta y adormildad.

-Soy yo, Andrés. ¿Te he despertado?- dijo con voz divertida y provocadora.

(Suspire)- Más vale que sea importante por que estaba durmiendo muy a gusto.- Pronuncie esas palabras mientras apoyaba mi espalda cuidadosamente contra la pared.

-Haber bella durmiente, estas ocupada hoy?- Podía sentir perfectamente a través del móvil como estaba sonriendo.

-No por?- dije medio bostezando.

-Quiero llevarte a un lugar especial.

-Pero....-

(Colgó)

Me quede mirando por unos instantes el móvil, suspire profundamente y dije en voz alta - No hay quien entienda a los hombres.-

Me prepare la ropa que me iba a poner y seguidamente me fui a duchar.

Estaba dando un conciertazo en la ducha y dándolo todo de mi cuando escuche una voz detrás de la puerta principal que decía:
-Bella durmiente deja de cantar y abreme ya la puerta.-

Me coloque una toalla que rodeara mi cuerpo ya que estaba empapado y otra en la cabeza.

Me diriji a la puerta, abrí un poco y mire por él poco espacio que dejaba ver la cadena de seguridad.

- Me vas a abrir la puerta ya?- dijo algo molesto por estar esperando.

Lo mire y cerré la puerta, quite la cadena de seguridad y deje un poco abierta la puerta para que pudiera entrar.

Me aparte un poco de la puerta y le hice un gesto para pasar y luego cerré la puerta.

Cuando me gire ví que me miraba con ojos brillosos, mi cara se estaba comenzando a sonrojar.

Sus ojos comenzaron a seguir una gota que cayo desde una esquina de mi frente, siguió bajando hasta deslizarse por mi mejilla, luego mi cuello y finalmente paso la parte principal donde comenzaban mis pechos y desapareció.

Lo único que me se ocurrió decir fue:

-Bueno me voy a cambiar.- dije caminando rápido y bajando la cabeza.

En  ese momento me sentí muy idiota.

Me vestí poniéndome una sudadera blanca sin capucha y sin estampado, unos leggins negros y unas botas marrones de montaña.

Salí de la habitación mientras que con los dedos me peinaba el pelo.

Antes de cruzar para ir al comedor me quedé apoyada en una esquina medio escondida mirándole.

Estaba muy concentrado mirando su móvil, prácticamente ni pestañeaba, mi mente se puso a pensar en que seria tan importante para estar así, cuando quise darme cuenta me estaba mirando.

-Estas lista?-dijo sonriendo.

-Estoy lista.-dije dirigiéndome a la puerta dando pequeños saltitos.

Nos dirigimos al ascensor que era minúsculo, pique el botón y se abrió la puerta.

Andrés pico el botón de bajar y se puso enfrente mio.

Podía notar y oír como inspiraba y espiraba el poco aire que había entre nosotros.

Notaba como poco a poco su respiración se iba acelerando y como mi piel se erizaba cuando dejaba salir el aire que su cuerpo ya no necesitaba, ese aire acababa cudiendo a mi y dejando un rastro de eridez por su paso, haciendo que mi corazón se acelerara.

Intentaba no mirarle por que mi piel estaba comenzando a arder y mis mejillas se estaban enrojeciendo.

Una parte de mi luchaba para que mis ojos no fueran tentados a mirar los suyos y la otra parte me arrastraba a mirar aquellos ojos que observaban con cautela cada movimiento que hacía.

Cuando sus ojos se cruzaron con los mios solo pude notar un cosquilleo en todo mi cuerpo y una sensación que ni yo misma se describir.

Coloco suavemente su mano sobre mi mejilla, retiro con la otra mano un mechón de mi cara y lo coloco detrás de mi oreja.

Con el pulgar comenzó a acariciar mi rostro, cada movimiento que hacia con el pulgar provocaba que todo mi cuerpo se llenara de suaves hormigueos y que la piel se me pusiera de gallina.

Poco a poco con cuidado pego su frente contra la mía, podía notar que su piel estaba ardiendo incluso mas que la mía.

Por fin uno de los dos rompió el silencio que nos rodeaba.

-Estas ardiendo- dijo sin despegar su frente de la mía.

(Trague saliva) -Tú también estas ardiendo sabes- dije casi susurrando.

Note como poco a poco en su rostro iba naciendo una sonrisa provocada por mi y eso me enacanto.

Junto su nariz con la mía y jugeteaba con ella, eso me hizo sonreír y despertó una cierta necesidad de tener que respirar su mismo aire, de tenerlo cerca de mi.

Lo mire por última vez a los ojos para comprobar que era real y a continuación cerré los ojos.

Note como sus labios rozaron suavemente contra los mios, con una delicadeza y ternura que hacia que me derritiera.

Deslize suavemente mis manos por su pecho hasta llegar a su nuca, iba a acercarlo mas a mi para poder besarle definitivamente, pero la luz de la calle nos sorprendió, eso y la cara de una mujer que nos miraba con mala cara.

Andrés se despego poco a poco de mi y apartó su mano de mi mejilla y yo deslie mis manos de su nuca, eso causo un extraño sentimiento dentro de mí, causó que tuviera la extraña necesidad de tener que notar el tacto de su piel contra la mía.

AndrésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora