¿Segura?

182 5 1
                                    

La primera noche que pasaste en tu propia cabaña fue curiosamente acogedora. Era sorpresivamente espaciosa y los muebles estaban acomodados a la perfección, tenían un aire a naturaleza, se respiraba tanta paz que era casi como estar en un bosque en plena noche. Las camas era numerosas, bastantes habitaciones con camarotes. Solo que al llegar al final estaba una puerta más grande, tenía tallado un lobo aullándole a la luna. La perilla era blanca y tenía aspecto de ser más espaciosa que el resto.

Thalia y las chicas se habían dormido por mucho, parecían agotadas. Como unas buenas cazadoras dejaban todo equipado para salir a su próxima aventura al llegar el alba. Probablemente ellas convivían más con tu madre de lo que llegarías a pensar. Y habías revisado que ninguna cama estuviera vacía. O sea que solo quedaba pues, rogar que hubiera un buen sofá en donde pasar la noche, sin embargo fue una de las cazadoras la que te condujo a aquella última puerta.

Lo primero que te recibió fue la luz de la luna iluminando toda la habitación. Era digno de las mejores vistas que podías tener, el cuarto era mucho mejor que el de tu casa. Tenía el atractivo y detalles que te resultaban fascinantes. Era una tienda de campar dentro de una cabaña, habían muebles con forma de tronco de arboles, flechas en la pared y un gran sofá con mullidas almohadas. Un dibujo de un ciervo con sus crías. La cama era una pasada. Un conjunto de arboles eran los pilares y las raíces de los mismos el soporte del colchón.

-Wao...esto debe ser una broma muy buena-Lograste articular con una sonrisa mezclada de admiración. La misma se convirtió en una sonrisa algo acuosa, por lo vidrioso de tus ojos, al leer el cartelón que las cazadoras llevaban en la tarde a aquella habitación. En ese entonces no podías leerlo-El orgullo de Artemisa.

Ese día dormiste como si no lo hubieras hecho nunca.

Al levantarte bostezaste adormilada, te dirigiste solo para confirmar que las cazadoras no se encontraban, pero habían dejado una pequeña nota "Suerte, capitana". Brotó una sonrisa espontánea.

-¡Buenos días, ______!-Te llamó la voz de Hazel.

-Hey-Caminaste con rapidez a fuera-Hola, pasa Hazel-Le sonreíste con sinceridad, desde que te había comentado acerca de su pasado, lograste empecinarte en hacerte una amiga para ella. Te agradaba porque sabía por lo que pasabas, tu círculo social no era precisamente de un puñado de amistades.

-V-vale, ¿No está mal que pase?-Comentó nerviosa, parecía dudosa. Probablemente porque tu madre podía parecer un oso furioso cuando se molestaba.

-Claro, no te preocupes, tengo camas de más-Le sugeriste riendo.

-____, ¿n-no crees que debes...esto, cambiarte?-Sonrió algo divertida al verte sonrojada-Nico y tú comparten las mismas ideas locas.

Quisiste evitar la imagen mental del semidiós secándose frente a ambas, con una toalla en su mano, el torso expuesto y pantalón de algodón. Vamos, debías negar rotundamente a tus instintos, que si no hubiera estado Hazel, tal vez debían trapear el piso después. Sí, por la baba...no hay que culparte, no tenías tanta relaciones con los chicos. Los que tenías en la lista no eran tan, porque no aceptarlos, guapos. Y el resto, tenían lo de guapo, descerebrados estúpidos.

En cambio, Nico di Angelo, era por mucho el enigmático hijo de Hades, de cabellera negra, ojos desafiantes y una sonrisa que...vaya, era buena de verdad, p...pero eso no importaba, porque tú tenías que pensar en un arco y muchas cazadoras que proteger, no en chicos que provocan.

Una castidad que conservar...rayos, llevabas un día y ya estabas así.

Después de cambiarte (Usando un pantalón negro, con muchos bolsillos, unas botas negras militares, un suéter de manga larga color gris y por encima de eso, el abrigo que te había regalado Thalia, era de color rojo en la capucha y todo negro, era manga corta, por lo que el gris se notaba claramente, parecías una chica problemática, justo como querías.

Inesperadamente bueno (Nico di Angelo y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora