Habilidades

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En teoría no estabas realmente concentrada en lo que hacías. Te costaba por mucho enfocar la vista un par de veces, el escozor era algo persistente, pero era soportable. Lo que no lo era, precisamente eran las alucinaciones que podrían traer. Eso de pensar en Nico la mayoría del tiempo a tener que verlo al frente era distinto. Porque no podría ser real.

Ludo descanzaba hecho un ovillo cerca de ti, mirando cauteloso al pelinegro. Aún se divisaba la clara advertencia en sus ojos.

-¿C-cómo estás?-pareció dudar conforme te preguntaba, aún ese aire tétrico lo acompañaba, pero sus labios se torcían con algo de recelo. Parecía sentirse culpable.

Reprimiste el involuntario sentimiento de sentirte nerviosa. Te mordiste los labios, desviaste la mirada y entrelazaste tus dedos. Tus ojos se mantuvieron en el cristal de tu cuarto. Ahora te parecía interesante la hierba, los pinos...todo menos mirar al pelinegro que seguía esperando una respuesta.

-e...estoy bien-le comentaste sin mirarlo. Tus pestañas parpadeaban conforme te molesta mirar. Giraste con lentitud solo para confirmar que él te seguía observando. Los orbes oscuros te resultaban tan interesantes, confinando los sentimientos más oscuros y alegres de su vida. Cosas que...fueran de tus propias decisiones como ser futura capitana de cazadoras querías saber. Él era...tan magnético...

-Bien-asintió, se levantó dispuesto a abandonar la habitación, pero algo lo detuvo-...lamento lo que sucedió.

-Vamos-reíste consiguiendo que te mirara algo molesto-No es nada, debí ser más cautelosa.

Un mareo y llevaste la mano a tu rostro. Consiguiendo que él te sostuviera. Era fuego vivo, como la llamarada más intensa, como el calor sereno, pero ávido si era propagado. Tus ojos y los de él terminaron por conectarse nuevamente, como si no se necesitara de más, ni siquiera del oxígeno para complementar la vida. Solo bastaban las miradas. Entonces recordaste a la chica de tu sueño, era igual a él, se veía...

-¿Tuviste una hermana?-rompiste el silencio, consiguiendo que esa poca cordura que te faltaba para besarlo regresara de golpe.

Ese día conseguiste ver la preocupación reflejada en esos ojos, pero de igual forma el odio que llameaba como hoguera encendida.

-¿Quién te contó de ella?-Rugió mirándote, estaba a punto de tomarte del cuello y de ser posible exigirte la respuesta.

Tu lobo se levantó dispuesto a arrancarle la garganta a mordiscos, pero lo detuviste con una mirada.

-Ella...me vio-susurraste conforme se iba aminorando la furia en él-No sabía por qué, pero me sostuvo...y...me dijo que...que te...que te...saludara de su parte.

Odiabas la mentira, pero no creías conveniente mencionarle que debías cuidarlo. Es más al parecer era un tema delicado el de su hermana.

-Bianca...-susurró, pero te miró comprendiendo lo que estaba haciendo, sus dedos aún formaban parte de la presión en tu cuello. Se separó bruscamente, como si el fuego regresara-N-No quise...

-Lo sé-interrumpiste, lo miraste con una ligera sonrisa-Comprendo no...debí, me disculpo por eso.

-Ya está hecho-te miró vacilante-Necesitas descansar...

-G-Gracias por todo...Nico...

Pareció sorprendido. Sin obviar te dio una sonrisa torcida, de esas que te dejaban pensando cómo te llamabas y quién eras. Ahora parecía divertido, como era habitual las pocas veces que hablaste con él.

Pasaste los siguiente segundos sonriendo como tonta. Ahora no solo era una quinceañera enamorada, sino que querías saber más, hasta el punto de sentir satisfecha esa sed de conocimiento que te aquejaba con respecto a él.

Inesperadamente bueno (Nico di Angelo y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora