Vida de Cazadora II

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El Olimpo mismo se sacudía con vigorosidad, parte de los dioses se encontraban en sus continuas funciones. Hermes iba y venía entre paquetes, llamadas telefónicas; lo que hacía siempre. Afrodita se miraba al espejo mientras le daba un par de miradas de reojo a su esposo, Hefesto. Cada quince segundos se preguntaba porque no podía ser un poco..¿Presentable?, no estaba segura de que esa palabra fuera la que su mente le decía, pero que mas daba, no podía cambiarlo. Poseidón, cuidaba de "Bessy", Ares vigilaba las guerras. Los últimos sentados conversando sobre cosas triviales eran los mellizos, Apolo y Artemisa.

-Será una gran cazadora !La mejor que exista!-Sonrió con suficiencia la pelirroja, miraba desde las alturas a sus cazadoras, a su hija tratar con sumo cuidado al regalo del salvaje. También estaba consiente que su regalo surgía frutos, Ludo, como lo hacía llamar _______, era lo suficiente capas para mantenerla a salvo.

-Sabes, no debes asegurar, quizás ella no quiera ser cazadora. Yo siento que debe elegir lo que quiera-Musitó el rubio observándola de reojo, su hermana parecía empecinada a hacer de su hija una capitana centrada, que odiara a los hombre y tuviera ganas de cazar cualquier cosa que le pasara por el frente. Tan terca era...

-No, ella quiere ser cazadora-No titubeó, pero fugazmente lo pensó.

-¿Y si se enamora?-Consultó sin ápice de molestia. Las visiones eran claras. Además eran tantas que no podía pasarlas por alto...su pequeña lunita enamorada del niño muerte, casi resultaba divertido de pensar, pero conforme meditaba a fondo las cosas eran absurdas. Era cierto que la luna bendecía a los hijos de la noche, pero ellos tendrían que enfrentar el odio de Zeus por sus nacimientos, la ira de Artemisa al saber que no sería cazadora. Tenían tantas cosas en contra.

-¡NO!-Casi emitió un rugido-ESO...eso no es posible, sabes que, voy a retirarme no tiene sentido seguir esta conversación.

La miró abandonar a zancadas la sala principal, entonces llevó los ojos al segundo Dios que debía mantener vigilado, Zeus no ocultaba una sonrisa bastante alarmante, considerando que tenía de amargado lo que él tenía de guapo...y eso sí que era mucho.

-Vaya lunita, falta tanto camino-Sonrió-


-Refugio de las cazadoras-


Tus manos acunaban a Ludo cerca tuyo, había bastante frió conforme la noche avanzaba, querías algo más que una sábana ligera, una tienda de campar algo débil; querías de vuelta tu cabaña, tu casa del árbol y esa hermosa vista al bosque. Pero dadas las cosas, debías abstenerte de sonar a princesa...eso sería lo que menos agradara a las chicas allí presentes, la que renunciaban a los hombre, los odiaban con recelo o algo así. De seguro ahorcarían a Nico si se le ocurriese aparecer.

Reíste internamente.

-No sabía que tuvieras complejos de reírte sola- te comentó Nico mordiendo una manzana.

-...-giraste el rostro horrorizada, solo para comprobar que en efecto, Di Angelo estaba allí sentado con ese cabello rebelde, la ropa negra y su mirada penetrante.

-¿No esperabas despedirte de mi?-una ligera sonrisa surcó sus labios, temiste sonrojarte por lo atractivo que te parecía.

-N-no es eso...ummm-desviaste la mirada-de hecho no quise levantarte.

-Esa idea fue antes o después de besarme-te consultó sonriendo.

-Después...¡E-Espera!-lo miraste nerviosa, tanto como para ignorar la cercanía y como sus ojos llameantes se volvían una lava densa. Te besó tomándote de  la nuca y atrayéndote de forma algo brusca-Mh....

Su lengua te invadió haciéndote sentir gelatina, un sonido ahogado escapó de tus labios y te aferraste a la chaqueta ¡¿Que rayos era eso?!, nunca habías sentido tantos mareos, tu cabeza daba demasiadas vueltas. No recordabas al pelinegro tan demandante. Un sabor amargo a tristeza invadió tus pensamientos, tal ves el sabía tu planes o por lo menos, que te deparaba como hija de Artemisa. Quizás sabía que tu corazón temblaba nervioso al verlo o que tus ojos por instinto buscaban su ubicación sin saberlo.

Te obligó a sentarte en su regazo, donde sus manos inquietas rodearan tu cintura. Te estaba transmitiendo su ligera molestia. Cuando sus manos se empezaban a deslizar por debajo de la blusa lo detuviste algo preocupada, solo para notar que esa lava densa te observaba furioso.

-Sabes lo que quieres y no es esto lo que deseas.

-No, este es mi deber...

-Entonces piensas dejar todo por un grupo de...cazadoras.

Recordaste a Bianca, el recelo de Nico era comprensible. Gracias a las ideas de ser una integrante más, perdió lo que amaba. Entonces sentiste tu corazón ser asaltado, él te estaba pidiendo regresar, a la cabaña, a él. Con él.

-Sabes que esta mal, es un honor que debe tener sus obligaciones.

-Bien, entonces, frustrate como todas estas locas y, a la...olvídalo, no sé ni para que te advierto.

-Lo siento Nico, yo...-intentaste poner una mano sobre él, pero la rechazó con la otra mano. Ese gesto causó tu molestia-Sabes, yo tengo deberes que cumplir y, si quieres enojarte por eso, adelante. No es mi problema.

-¿Para que me besaste entonces?-te desafió.

-Porque me dio la gana, ahora fuera de mi cabaña o gritaré.

Ambos se desafiaron con la mirada y, como si el augurio de Apolo se cumpliera sin contratiempos, se besaron nuevamente, pero tratando de doblegar al otro. No ibas a aceptar que te empezaba a gustar como te desmostraba tantas cosas con un beso, su pasión...su preocupación, el miedo de perder a alguien querido. Quería un regreso contigo.

El beso les hizo apoyar las frentes al terminar, se encontraban algo cansados.

-Cumpliré mi tiempo aquí-sus ojos centellaron con tristeza-y cuando todo haya acabado, le pediré a mi madre que me permita regresar al campamento.

Te miró sorprendido, no obvio la sonrisa ladina.

-Esto va a ser lo más difícil que e hecho, pero...no quiero perder...te.

-Entonces esta completa mi misión aquí-Se levantó para hacer un probable viaje sombra.

-¡E-Espera!-volviste a pronunciar-ya que estas aquí y...después de ummm aclarar un par de cosas, ¿Quieres quedarte aquí?

-¿A dormir contigo?

-No se, ¿ Piensas que Thalia te acepte en su tienda?

-Que graciosa...-sonrió con complicidad antes de prestar atención a tu cachorro, este ya no emitía gruñido, pero parecía atento. Había aceptado que el niño muerte formaría parte de tu vida ahora. Se sentó, acomodando los cojines a su alrededor y tanteó indicándote que te acercares.

Te acomodaste cerca de su cuerpo, tus mejillas estaban rojas, tu corazón latía como si fuera un caballo galopando. El rodeó con sus brazos tu cuerpo, ahora estaba frío como si estuviera muerto, pero dado el hecho que estaba ligado a la muerte no tenía nada de anormal. Cerraste los ojos no ver como se burlaba con la mirada de ti y te dedicaste a dormir.

Pero los sueños de un semidios no son buenos...

-¿Así que Nico se retiró del campamento para viajar al inframundo?-consultó Percy.

-Es así-asintió Hazel-¿Sucede algo?

-No, bueno, Leo y yo queríamos jugar con el nuevo play, pero si nos e puede con Nico ¿Te apuntas?

-Yo...b...e...esto, no se jugar, pero lo intentare-sonrió nerviosa conduciendo al hijo de Poseidón fuera-Suerte por allá,_________.

Corrección, algunos si son buenos.

O parte de ellos, porque lo siguiente que observaste no fue de tu agrado.

-No durarás mucho ante de que mi hija acabe contigo, el tiempo se te agota, __________-Te sonrió confiado el Dios de los truenos.



Inesperadamente bueno (Nico di Angelo y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora