(XIII) Una cita con el enemigo.

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-Buenas noches señor Díaz.

-Serán buenas si nos guías a nuestra mesa. Por favor digale a Tomás que estoy aquí.- La mesera nos guio con 2 menús en la mano, se acercaron dos meseros más que movieron las sillas para que nos sentáramos.

-Le sugiero un gran reserva, tiene un ligero sabor a madera con uva, tinto, es cabernet.- Uno de los meseros dijo.

- ¿Gaby quieres ese?- Me dijo con toda confianza como si estuviera habituado a salir conmigo. Sentía como las mejillas se me calentaban.

-Realmente no se mucho de vinos.- Sonreí avergonzada.- Lo que tu prefieras.

-Ese estará bien, solo una copa para abrir el apetito.

Los meseros se retiraron rápido. Miraba alrededor, todos charlaban y sonreían, cada quien en su propia burbuja sin enterarse de lo que sucedía al lado, no saben si están cenado junto a las personas que en un futuro pueden robarles.

-Realmente respondiendo a tu argumento anterior no soy de las personas que es mantenido, en realidad soy de las que mantienen.- Dijo mientras arreglaba los cubiertos en una forma de que todos estuvieran perfectamente alineados, vaya problema el mío de notar cada detalle.

-Así debe ser eres el hombre.- Sonreí.

-No conocía esa parte tuya.- Sonrió.

-¿Cuál?- Pregunte sorprendida.

-Pensé que te inclinabas más al feminismo con sus teorías de que no necesitas a un hombre para mantenerte.

-Soy una liga de ambos, me creo independiente pero también reconozco que si ya estoy en una relación o casada el hombre debe asumir los gastos.

-Interesante.- Apoyo los codos en la mesa, y su barbilla en sus manos ahora juntas.

Después de unos segundos haciendo contacto visual en silencio agregue:- Cumplí mi promesa, ya no tienes que aparecerte más en mí…- Lo pensé unos segundos.- trabajo.

-Ya veremos.- Sonrió maliciosamente.

Me sentía… bien, no era difícil conversar con él, todavía estaba nerviosa y todo eso ya que usualmente soy un desastre y en cualquier momento puedo arruinar todo pero sentía que las cosas para variar tal vez me estaban sonriendo.

Nos trajeron el vino y unas entradas.- Entonces… cuéntame.- Dije rompiendo el silencio luego de que los meseros se retiraron.- ¿Casado?  ¿Divorciado?

Marcos bebía un poco de vino y tuvo que contener la risa para no derramar el líquido.- ¿Me ves cara de estar o haber estado casado?- Tenia una sonrisa burlona.

-Tienes cara de muchas cosas, pero no descarto ninguna.- Puse la servilleta en mi regazo, muy delicadamente, trataba de mantener todos los modales, y le di un sorbo a mi vino, no era catadora ni mucho menos pero para mi no sabia muy bien. No entenderé nunca el paladar de los ricos.

-Soltero y en búsqueda.- Me guiño el ojo lo cual hizo que soltara una carcajada, el también rió.- ¿Y tú?

-¿Qué si soy casada?- Tome uno de esos palitos que había en la mesa y les puse un poco de mantequilla.

-No, que si eres hombre, claro que si eres casada.- Dijo irónico.

Lo mire seria.- Si, lo soy.- Le di otro sorbo a mi copa.

-¿Y por qué me ilusionas apareciendo a la cita?

-Sentí pena por ti, imaginándote plantado esperándome.

Se quedó en silencio. Como si me estuviera desnudando con la mirada.

-¿Qué?- Pregunte en un tono preocupado.

Robando tu Corazón. (En espera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora