Capítulo 3 "Tarde"

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La espera se me hizo larga, pero al final salió la enfermera, indicándome que entrara

-Ha quedado muy malherida,- me dijo, mientras me guiaba -ha sido una suerte que estuvieras allí, de no ser así...- llegamos a su habitación -Está dormida, pero no tardará mucho en despertarse. No dejes que haga movimientos bruscos, y según se despierte, si se puede mover, sería conveniente que la llevaras a su casa, sus padres deben estar preocupados. Antes de iros, pasad por recepción.- se despidió con una sonrisa.

-Muchas gracias- le sonreí y entré.

Estaba en la cama, con su brazo izquierdo vendado y unas placas para mantenerle la espalda recta. Verla así me dolió aún más, pero debía ayudarla, me sentía obligado. Me senté a su lado, esperando a que se despertara, mientras pensaba qué haría ahora... Por el momento llevarla a su casa, pero no me gustaría separarme de ella... Tenía la sensación de que aquel tío no iba a dejar las cosas así, y yo no podía permitirlo, me había convertido en su protector, y ya nada podría cambiarlo.

Se despertó, y se le vio asustada, pero al ver que estaba yo allí, se relajó un poco.

-¿Dónde estamos?- preguntó, visiblemente preocupada.

-En el hospital, tranquila.

-Eso ya lo veo, ¿pero en qué hospital?

-En el de Hooverville, era el más cercano.

-Buff...- se relajó un poco y apoyó de nuevo la cabeza -¿Y qué hora es?

-Las once y media.

-¿Qué?- se alteró de nuevo e intentó ponerse en pie, pero al ver que no podía ella sola, se acostó de nuevo -Llego tarde, papá me va a matar...

"Papá"... Me pareció extraño que lo llamara así, en vez de "mi padre", pero traté de tranquilizarla.

-Tranquila, te llevaré a casa y le explicaré la situación.

-No va a funcionar...- cada vez estaba más nerviosa, parecía temerle a su padre.

-Tranquila,- me acerqué y le cogí su mano sana entre las mías, seguía ardiendo tal y como antes - funcionará.

Me miró durante un instante, y al rato sonrió, de nuevo aquella sonrisa que me hacía responderle con otra. La ayudé a vestirse, ya que le habían puesto una bata de urgencias. Me sorprendió mucho que ardiera de aquella manera, pero la enfermera no me había dicho nada de ello, así que supuse que sería normal... Al ayudarla, pude fijarme más en su cuerpo, pero no del todo: sus piernas eran flacas, parecía comer poco, y desde su cintura hasta su cuello no pude ver nada, ya que bajo las placas tenía vendas que la cubrían por completo. Tenía el cuerpo lleno de moretones, y se quejaba a cada movimiento, pero poco a poco se fue acostumbrando. Muy despacio, pasamos por recepción y la acompañé a su casa.

No quedaba muy lejos, y a mitad de camino ya podía caminar sola, pero por alguna razón decidió seguir agarrada a mi brazo. Al llegar, se oían carcajadas dentro, pero al tocar la puerta calló todo el mundo. Se agarró a mí con más fuerza y se escondió un poco tras mi brazo.

-Tranquila- le susurré.

Abrió la puerta un señor mayor, de unos cuarenta y cinco o cincuenta años, vestido con traje y de semblante serio.

-¿Si?- al ver a la chica, su rostro reflejó ira -¿Amanda?¿Qué coño haces aquí a estas horas?¿De verdad crees que debo dejarte entrar?

"Amanda"... Se me había olvidado hasta presentarme y preguntarle su nombre... Se escondió detrás de mí y noté cómo le salían lágrimas.

-Disculpe, señor,- le tendí la mano - soy Effren Coreman- no me saludó, y cuando empezé a hablar me interrumpió.

-Sé exactamente lo que ha pasado, gracias. Amanda, entra, hay una conversación pendiente entre los dos.

Algo me daba mala espina en todo aquello, pero me viré, le indiqué con la mirada que le hiciera caso y, entre lágrimas, me sonrió, me metió algo en el bolsillo y me susurró un "gracias" antes de irse con su padre. Se cerró la puerta de un portazo, y mientras me iba, miré en mi bolsillo. Había un papel arrugado con un número de teléfono, pero hubo algo que me extrañó en ese papel... No estaba escrito, era como si con una llama muy fina hubieran quemado el papel.

Las memorias de Brook BayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora