Capítulo 9.

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Durante el camino a mi casa no dejaba de sonreir. Había besado a Julia, y ella había correspondido. Me sentía tan emocionado por tantas cosas. Sentía que iba a rehacer mi vida. Llegué a casa, dejé las llaves en la mesa y me senté en el sofá, satisfecho por la magnífica tarde de hoy. Mañana le pediría salir conmigo, que fuera mi novia. Puse mi mano en uno de los asientos y toqué algo duro. Cerré los ojos.

Tomé el objeto en mis manos y luego los abrí. Era el diario de Celia. Seguía en mi casa. De repente la realidad había aterrizado en mi cabeza. Recordé la escena tan espeluznante, la de mis manos llenas de sangre. No parecía una alucinación, hasta pude sentir la viscosidad y el calor del líquido vital.

Esas visiones extrañas me hcieron pensar en que debía ir a un psicólogo, y eso es lo que haría durante mis dos días libres. Le pediría a Julia que me acompañara, para sentirme más seguro de lo que estaba haciendo.

Julia. Debía llamarla. No sabía muy bien por qué, pero sentía que después de lo qque pasó entre nosotros esa tarde tenía cierto tipo de responsabilidad sobre ella. Dejé el diario de nuevo en el sofá y me acerqué al teléfono, llamé a Julia y en seguida su voz me contestó.

-Diego...- dijo Julia, algo seria.

-Hola Julia, ¿cómo estás?- dije, sonriendo.

-Mira, Diego... Este...- Julia dudaba. Y por algún motivo sabía lo que vendría- Sobre lo que pasó esta tarde... estuvo mal. No debimos hacerlo, no debiste besarme. Está mal que siendo compañeros de trabajo tengamos una relación. Lo siento, de verdad.-

-Pero... Julia, espera. Se como te sientes, se que fue una locura todo esto. Pero, ambos sabemos que sentimos algo. No se si sea amor, pero algo sucedió. Y tienes que estar clara que fue así.- dije. Por primera vez estaba expresando mis sentimientos.

-Tienes razón Diego, pero es que no puedo hacer esto. Aún no estoy lista. No he tenido ninguna relación en un largo tiempo, y me siento confundida.- dijo Julia, en voz muy baja.

-No tienes por qué estarlo. Podríamos intentarlo. Se que esto que pasó fue muy apresurado, pero aún tenemos tiempo. La verdad Julia, es que me interesas, mucho.-

Hubo un momento de silencio, pero yo esperaba pacientemente que Julia contestara.

-Bueno... Supongo que podría ser. Todavía debemos conocernos mejor. Tú... también me interesas.- admitió Julia.

Mi corazón se aceleró por unos instantes. Julia había admitido que le interesaba. Era mutuo el sentimiento. Estaba tan emocionado que sentía que podía sonreir por dos horas seguidas, pero luego, una sensación familiar, como de vacío, llegó.

-Julia, ¿podrías hacerme un favor?-

-Claro, supongo que si. ¿Qué pasa?-

-¿Podrías acompañarme mañana a un psicólogo? En serio necesito ayuda. El sueño que tuve y las visiones no son normales. Necesito recuperar mi pasado para poder vivir mi presente...-

Iba a decir "contigo", pero me detuve. No sabía si era lo suficientemente extraño.

-Tienes razón. Tu vida está tan borrosa que me imagino como te sientes, yo también querría hacer lo mismo. Entonces mañana nos vemos. Iremos al psicólogo... Hasta entonces.- dijo Julia.

-Gracias Julia, en serio. Nos vemos.- dije, y colgué.

La conversación con Julia había sido interesante. Nos habíamos dicho todo lo que en realidad sentíamos, y eso no era tan común en personas como nosotros.

-¡Que pareja! Un desmemoriado y una sarcástica.- pensé, mientras me sentaba en el sofá y sonreía.

Tomé de nuevo el diario de Celia, y por alguna razón recordé la sensación de vacío de hacía unos minutos, la misma que sentí la primera vez que vi a la chica de ojos grandes.

-Vamos a ver si escribió luego de....- dije, pero no quería recordar el capítulo de la fiesta.

Abrí el diario, y algunas páginas después de ese incidente estaban vacías, pero luego, vi otro escrito.

03 de Junio de 1944

Prometí que no iba a escribir más, pero lo que me pasó durante estos tres meses es digno de hacerlo. David se quedó conmigo luego de la muerte de mi madre, estuvo ahí en todo momento. Me consoló durante el velorio y el entierro. Ahí supe que estaba enamorada, y que él sentía lo mismo que yo. Es irónico que tuviera que pasar esto para que él admitiera que le gustaba. Ahora tenemos una especie de relación, pero aún no se ha declarado. Ni siquiera nos hemos dado un beso, pero le debo todo, él ha estado más pendiente de mi que mi padre, que no he visto en semanas. Se la pasa en su habitación, y no quiere ver a nadie. Despidió a la mayoría del servicio, así que la casa está algo sucia.

Esta situación me ha hecho madurar en muchos sentidos, ya no me siento la misma niña ingenua de hace tres meses. Creo estar lista para lo que la vida me depare.

Esta vez Celia había escrito seriamente, sin esas risas y puntos suspensivos. Se notaba que había crecido en tan solo tres meses. Cerré el diario y lo puse de nuevo en el sofá, que al parecer se había convertido en su lugar.

Fui a mi habitación, y mientras pensaba de nuevo en Julia, me quedé dormido.

Estaba en el frente de la casa de Julia, besandonos apasionadamente. Sus brazos rodeaban mi cuerpo, mientras sus labios tocaban los míos con una suavidad deliciosa. Mis brazos estaban en su cintura firme y joven. Nos separamos y ella sonrió. A pesar que era de noche, tenía un brillo especial, tanto que relucía.

-Te amo.- me dijo, y su voz era tan melodiosa que sonaba angelical.

-Te amo más.- le dije mientras sonreía.

-No seas tonto David.- dijo.

-¿David? No, soy Diego.- dije, extrañado.

De repente, la cara de Julia se fue distorsionando: su cara acorazonada y morena se convirtió en una cara angulosa y pálida, y su cabello ondulado y negro se transformó en una melena rubia y lacia. Lo único que permanecía intacto eran sus ojos, de un verde intenso.

-No, tu eres David. No hay ningún Diego, tontín.- dijo, y el miedo se apoderó de mi. La chica frente a mi no era Julia.

-Tú estás muerta.- dije, asustado.- Tú estás muerta, Celia.-

Celia, la chica de ojos grandes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora