-¿David murió en el mismo accidente? ¿Estás seguro de eso?- preguntó Julia, ya en el auto camino a su casa.
Tenía que usar toda mi concentración para mantener el control del auto. Lo que había sucedido en la casa con la niñita misteriosa sin duda había sido un recuerdo, pues las luces del auto que cocaban contra el mío eran las mismas que recordaba todo el tiempo. Mi cicatriz ardía de manera molesta, pero no podía dejar que eso me detuviera. Aún faltaba mucho que recordar.
-Si, estoy muy seguro de eso, vi su identificación y era él. David Méndez.- dije, sin mirar a Julia.
Todo me hacía volver al caso. Entonces tenía que saber por qué David estaba en la ciudad, y de qué huía cuando ocurrió el accidente. También debía saber como había llegado yo a ese sitio. Todo aún era demasiado confuso, pero de alguna u otra forma tenía que averiguarlo.
-Debemos saber que hacía allá en la capital, así podemos averiguar por qué pasó eso.- dijo Julia, señalando mi cabeza.
-Es un enredo, aún no entiendo nada. ¿Por qué estaba buscando trabajo en Caracas? En... lo que sea que hubiese pasado, dije que era un policía- dije, y por primera vez desde que habíamos subido al auto miré a Julia. La cara alegre con la que había salido de su casa ahora era una de preocupación total. Se preocupaba por mi, y pensar en eso me hizo sonreír- Calma Julia, no te preocupes por mi. Voy a estar bien, vamos a estar bien.-
Me detuve frente a su casa, y tomé su mano, acariciandola suavemente. Ella me miró, y sonrió, pero era una sonrisa algo triste, como si pensara en otra cosa.
-¿Qué te pasa?- la miré fijamente a los ojos.
-Nada, es que es extraño todo esto. Hace dos días no eramos nada, y ahora míranos. Tenemos una especie de relación, nos hemos besado casi en público, me tomas de la mano, te acompaño a loqueros.- y al decir lo último, su sonrisa fue auténtica.
-Y me ves mientras convulsiono recordando mi vida anterior.- dije, y ambos reimos. Teníamos un humor bizarro.
Salimos del auto, y entramos de nuevo a su casa. La luz de las primeras horas de la tarde entraba por las ventanas, poniendo la sala de un color agradable. Me senté en un sofá de madera oscura, mientras Julia me ofrecía una taza de lo que parecía un buen café.
-Gracias Julia.- dije, mientras lo sorbía.
-No hay problema, el café es una de las cosas que se hacer bien.- dijo Julia, sonriendo.- Pero yo tengo mucha hambre, ¿quieres algo?-
-Bueno, si ¿por qué no?- sonreí, y Julia salió trotando a la cocina.
Estuve solo en la sala por unos minutos, pensando en lo que había ocurrido hacía solo un rato. Lo que ya sabía es que antes del accidente era policía, pero no que estaba buscando trabajo en la ciudad. Entonces me quedaría a vivir allá, ¿pero por qué? ¿Y por qué David estaba allá también y se había convertido en un ladrón? ¿Sería por Celia?
Julia me llamó, y seguí el sonido de su voz hasta un comedor bastante elegante.
-Aquí está el desayuno. Creo que te lo debía.-
Sirvió muchos trozos de pan con queso y jamón, huevos y jugo de naranja. Por fin, un desayuno real. En mi actual vida no había tenido un buen desayuno, siempre había comido cosas en la calle.
-Muchas gracias.- dije, mientras me sentaba. Le di un buen mordisco, y la verdad no sabía nada mal. -Me mentiste, dijiste que no sabías cocinar.-
-Yo nunca dije eso, dije que el café era una de las cosas que se hacer bien.- Dijo Julia, mientras se sentaba y empezaba a comer.
El desayuno fue un rato agradable. Le pregunté por qué no tenía una ama de llaves o algo así, porque al parecer su familia tenía dinero para contratar a una, pero me respondió que no le gustaba la idea, que eran mejor las cosas hechas por ella misma. Era una mujer independiente, me agradaba.
Estaba por preguntarle sobre su vida amorosa, cuando se fue la luz. Su casa quedó iluminada por una tenue luz solar. Habíamos terminado de comer, y estabamos llevando los platos a la cocina, cuando algo extraño pasó.
Mi visión se puso borrosa, y unos puntos blancos aparecieron en lo poco que podía lograr ver. Era como si una fotografía se estuviera quemando. Y ahí pude ver una sala que se me hacía familiar, iluminada por una lámpara de araña gigante, y unas escaleras que daban al segundo piso. Cuadros de muchas personas parecidas colgaban de las paredes, y yo estaba sentado en un sofá que alguna vez fue blanco.
Todo estaba muy sucio, lo que era bastante extraño, pues parecía una casa de gente adinerada, debían tener personal de limpieza. Me levanté del sofá, y subí las escaleras. El segundo piso estaba aún más sucio que el primero, y muchas puertas rodeaban el pasillo. Habían unas escaleras que daban a otro piso, pero algo me decía que no debía subir, sino entrar a una de las habitaciones.
La tercera puerta de la izquierda. En ella debía entrar. Puse la mano en el picaporte, pero justo antes de girarlo, escuché un ruido. Algo que golpeaba la pared con un ritmo par, era como si rebotara.
Me asusté, pero aún así debía entrar, la curiosidad le ganaba al temor. Sin pensarlo dos veces, abrí la puerta y entré. El miedo que sentí fue descomunal.
Un hombre blanco de unos cuarenta años, con una barba algo larga y vestido de traje estaba colgando de su garganta de una lámpara de techo.
Los puntos blancos comenzaron a aparecer de nuevo, y me hallé en la cocina de la casa de Julia. Al parecer ella no había notado nada raro en mi, pero mi corazón estaba muy agitado y aún tenía miedo. ¿Quién era ese hombre? ¿Sería mi padre? ¿Se había suicidado?
La luz llegó, y me despedí de Julia, por alguna razón tenía que volver a casa. Ella se quedó extrañada, y no alcanzó a preguntarme por qué, pues ya había cerrado la puerta y corrido a mi auto.
Llegué muy rápido al apartamento, y cerré la puerta con llave. Eran muchas cosas extrañas por un día, necesitaba una siesta. Por suerte, no soñé nada, fue una tarde de sueño sumamente tranquila.
Mañana se terminarían mis pequeñas vacaciones, así que tenía que ponerme al tanto con el caso de Celia. A pesar de lo extraño del asunto y lo incómodo que fuera para mí tener que hacerlo de nuevo, debía leer el diario. Así se resolvería de una vez por todas el caso y podría dedicarme a mi problema de memoria por completo. En cuanto terminara el caso pediría unas vacaciones, las necesitaba ahora más que nunca.
Estuve pensando en la visión del señor ahorcado durante varios minutos. No sabía que tenía que ver esto con mi memoria, pero ahora no tenía tiempo para eso. Ahora el diario era mi trabajo.
14 de Septiembre de 1944.
David me pidió que fuera su novia y le dije que si. Aunque "novia" es una palabra muy fuerte, por lo general ese término solo se usan en las novelas y esas cosas tontas. Pero la verdad es que estoy enamorada de David, lo admito. Ayer me compró unas flores y las trajo a casa. Se las mostré a mi padre, pero él ya no me presta nada de atención, la verdad estoy muy preocupada y tengo miedo de que algo le pase.
Mañana vamos a salir con unos amigos a una feria que llegó a la plaza del pueblo, espero que ahí nos demos el primer beso, sería super romántico.
Esta parte del diario no fue tan importante, aún su padre estaba vivo. David le había pedido ser su novia, eso era algo relevante. Entonces eran novios desde muy jóvenes. Miré de nuevo la fecha en que había escrito, y recordé que había sido el mismo día de la muerte de Celia, de David y mi accidente. Una onda de rencor llenó mi pecho, tanto que lo estrujó hasta sentir dolor. Odiaba a David por haber provocado el accidente, se merecía que estuviera muerto.
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Celia, la chica de ojos grandes.
Mystery / ThrillerEl detective Diego Grezch investiga el caso de una chica que se suicida, Celia. Lo que no sabe es que a medida que va avanzando en el caso descubre que esa hermosa mujer tenía una vida tormentosa.