Mátenmelo por hoy

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Ya lo conseguiste, ¿no? Ahora podrás volver dorado el país, como siempre has querido

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Ya lo conseguiste, ¿no? Ahora podrás volver dorado el país, como siempre has querido. Podés hacer dorado hasta el aire. No han necesitado ni dos siglos para establecer a Massin con sus sables oxidados en la oscuridad y sus dientes de hierro para morder fruta. Y estarán contentos, que por fin era hora de juntar a los arroyolbianos bajo un sentimiento, ¿no?

Pagan sólo ha querido lo mejor para sus hermanos. Sólo Pagan podía ofrecer estabilidad a la Federación. ¿Era mejor tenerlos esparcidos, valiéndose por sí solos? Somos la única economía emergente al oeste del Mar Evrica. Ahora que Pagan los ha reunido podemos trabajar juntos para el futuro. ¿No queríamos todos eso?

Ni vos te creés eso, don Rojo. Campaña aceptará con mucha frialdad, más que nada porque se han quedado atrás en el flujo del tiempo, no saben qué está pasando y los tomarán por los buenos, pero aun así no creo que consigan que se sienta como parte de ustedes. Y esa división que eligieron para Dinamalia, ¿de dónde la sacaron? Han borrado del mapa el País de Gustav... Y con ese espacio tan pequeñito para Campaña Fría se dejaron tres cuartos de los kriocampañoles fuera... Tienen suerte de que la gente sea tan espesa aquí, que en el Cámbrato no duran ni medio siglo.

Vos mismo lo afirmás, don Escudo. A la gente espesa no podés meterle en quilombos como en Cámbrato. Nada de rugir. Los arroyolbianos necesitan que los reconforten continuamente, ya sabés. Tienen miedo de cualquier cosa que no entienden. Así que ahí hay tenemos que estar nosotros, acariciándoles y repitiéndoles que tranquilos, que el mundo sigue siendo precioso, que queda mucha comida y risas. Si los dejás pensando mucho, se pondrán tristes. Y ponerse triste no cuesta nada y sale caro. Por eso queremos detener el tiempo.

Qué carajo me estás contando.

Claro, que no les falte comida, que tenga consuelo al dolor del mundo con Massin, que se les permita festejar lo más mínimo y no tendrán necesidad de estar tristes. Y si están felices –o si creen que lo están–ya no necesitarán ninguna otra cosa del mundo. ¿No es así? Tampoco querrán cambiar nada. Si les decís que vas a quitarles el consuelo de Massin van a pensar que les querés hacer daño.

Y si piensan eso, los perdiste.

Se creen que los arroyolbianos son débiles y no es así, carajo. Sólo hay que encenderles la chispa. Una vez ardan los pensamientos viejos, podrán afrontar el miedo. ¿Es que no se dan cuenta de que tenemos mucha macanada en la cabeza? Que si no viajen a Marutá porque les comen los tigres; que si no viajen hacia Aetosia porque les despedazan las águilas; que si aléjense de Cámbrato porque se les ha caído un tornillo. Pensantes, sin perireprimirse, pueden tener un futuro mucho menos cruel del que pretenden ustedes. Eirre no tiene por qué ser una chacarita porque ustedes quieran, mierda.

Vamos, don Escudo, guardá las formas. ¡Si es una vida más cómoda y placentera! ¿Qué podés tener en contra de ella? En el Rízstaton se seguirá cultivando arroz y té. Campaña seguirá dando buen trigo y buenos caballos. Santa Cruz seguirá regando sus frutas y sus hierbas. Nos gustaría tener ese buen pescado gabrieliano, pero bueno, Pagan, con la Organización, podrá solventarlo todo. Y si alguno vemos que quiere pensar demasiado, Arroyolba es suficientemente grande para hacer desaparecer a cualquiera.

X'ato sh e di keraiteanth e onore.

El celador llegó entonces a preguntarle a don Rojo si ya había terminado, que le esperaban en su recámara los consejales con propuestas coloridas. Don Rojo se levantó, le dió una palmadita a don Escudo y salió de la celda.

Mátenmelo por hoy.

La semana que viene quizá me vuelva a sentir solo y le eche una visita.

Tras su reunión salió don Rojo a lamer un poco del color rojizo de las calles de la capital. Tomó el camino de su avenida favorita, la descendiente que atravesaba parte del norte de Bagan. Le gustaba reoler a su pueblo después de intoxicarse de los prisioneros. Unos niños con máscaras de tigre se hacían cosquillas en las costillas. Los sanogerontes con sus sombreros parlantes limpiaban la suciedad de las canaletas. Las querobetuneadoras de antes seguían sin ningún cliente. Unos jóvenes jugaban a estirarle de las colas rosas a las musoposas. Sí, este olor agudo pagan le devolvía el ánimo.

Los caminos hacia Marutá (Edición 2016) [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora