Capítulo 23: ¿Te golpee muy fuerte?

13.2K 992 377
                                    



— ¿Y nada?

—No, Dalia.

—Pero, ¿nada de nada?

—Dalia, por favor...

—Evangeline Kara Bellamy, como es posible dormir con un hombre en la misma cama y no aprovechar la ocasión de siquiera verificar si tenía el tatuaje en el trasero.

— ¿Qué querías exactamente que hiciera? ¿Qué le bajara el pantalón mientras dormía o algo? —Exclamo mientras niego con la cabeza—. Pensarlo solamente es estúpido.

—Y tampoco tuviste algo de acción con él...no es así como yo te eduqué, amiga mía —Dalia apoya sus brazos sobre la mesa de la cafetería en la que nos encontramos y yo tomo un sorbo de la bebida que he pedido a través de la pajita.

—Es mi decisión... ¡Y además yo no soy como tú! Tienes una facilidad muy grande de dormir con quién se te dé la gana, mientras que a mí hasta me da vergüenza que un hombre me mire por más de cinco segundos...

—Hey...la que no es puta no disfruta —mi amiga se encoge de hombros.

—Cuando te agarre el sida vamos a ver cuánto disfrutas.

— ¡Hey! Para que sepas maldita, me cuido mucho en ese aspecto —me reprocha apuntándome con su dedo índice—. En fin. En serio me alegra mucho que le hayas contado a Harry sobre eso...

Dalia me mira, seria esta vez. Sé que se siente bien haberlo sacado de mi sistema, se lo que significa no tener que avergonzarme de algo que paso hace años y saber que no es mi culpa del todo.

—Si...fue lo mejor —asiento regalándole una media sonrisa.

—Como sea, vas a querer irte a tu casa ahora, ¿no?

—De hecho. Tengo un informe de Comunicación que no he podido terminar—resoplo. De tan solo pensarlo me duele la cabeza. Tengo que recordarme a mi misma que amo mi carrera, amo mi carrera...

—Sí, bueno, luego organizáremos todo.

— ¿Organizar? ¿De qué hablas? —entrecierro los ojos mientras la miro, confundida ya que no sé a qué se refiere con "organizar"

—Tu cumpleaños se acerca, duh. Hay que hacer algo. Una fiesta. Perder el control —Dalia levanta sus brazos y los agita de un lado a otro.

—Asaltar unos bancos, hacer algunos rituales satánicos...me parece un buen plan —concuerdo con sarcasmo.

—Ja, ja, ja. Tú no eres divertida, ¿sabías? Vas a cumplir 21, Evan ¡Los malditos 21 años! ¡Serás legal en todo el mundo! Y ya puedes pedir alcohol. Tenemos que bailar Work sobre una mesa y restregar el trasero en la entrepierna de varios hombres.

No puedo evitar soltar una gran carcajada con su comentario, solo por el hecho de imaginarme a Dalia sobre una mesa bailando al ritmo de la fastidiosa -pero pegadiza- canción de Rihanna.

—Work, work, work, work, work, le mi si a nana, da, da, da, da, da...—Canta sin saber ni siquiera lo que está cantando. Y yo mientras tanto, no puedo evitar reírme de mi amiga, sin importar que los extraños a nuestro alrededor nos estén mirando. Honestamente ya estoy acostumbrada a las miradas desaprobatorias de los extraños cuando Dalia hace el ridículo.

—Ya mejor cierra la boca —digo y Dalia se encoge de hombros.

— ¿Te voy a dejar a tu casa entonces? —pregunta y yo asiento.

—Sería lindo de tu parte.

—Vámonos entonces —dice.

Nos ponemos de pie de la cafetería y nos llevamos las cosas que hemos comprado ahí. Estamos dirigiéndonos a la salida cuando se me cae algo de las manos y miro hacia abajo para recogerlo. Cuando me doy cuenta de que no es nada, me dispongo a seguir con mi marcha y salir de la cafetería. Entonces, cuando voy cruzando la puerta me golpeó fuertemente contra alguien que va entrando, haciendo que la bebida que traía sujeta cerca de mi pecho sea aplastada por ambos y derramada sobre mi ropa y la de la persona enfrente de mí. Pierdo el equilibrio completamente y me siento caer hacía atrás.

𝐁𝐎𝐎𝐊𝐒: Como si me leyeras ☕︎︎ 𝐡.𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora