Evan Bellamy se encuentra cursando su primer año en la Universidad. Tratando de sobrellevar los fantasmas de su pasado, un hermano con problemas de alcohol y la vida sin sus padres, con su actitud ingenua, algo torpe y su mala suerte saliendo a tope...
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—Harry... —la mujer rubia respira sobre el cuello de él, el cual está rodeado por sus brazos, sujetándolo con fuerza. Harry, sin embargo, no responde el gesto con el mismo fervor que la rubia.
Las palabras de Jamie taladran en mi cabeza tan fuerte que el pánico y la ansiedad se arraigan en mi sistema, como si se tratara de veneno circulando por mis venas. Los miles de pensamientos y suposiciones de quién puede ser esta mujer se arremolinan en mi subconsciente como si se tratase de un libro que alguna vez he leído y trato de comparar con este momento.
Es una ex novia, y ha venido a arruinarlo todo, la voz dentro de mi mente me dice y siento que tiene la razón. Siempre lo es. Siempre es la chica más hermosa que tiene un pasado con el chico del cual estás comenzando a enamorarte. Siempre es así.
—Camila... — Harry finalmente responde, y sube sus brazos, no para abrazarla como creí que iba a hacerlo, sino que para darle unas suaves palmadas sobre su espalda. Incómodas y torpes palmadas.
Ella se aleja de Harry, aún con sus manos sobre sus hombros, y no pasa desapercibido el brillo de felicidad y nostalgia en sus ojos. Tampoco el hecho de que para ella, Harry significa un montón, más no me atrevo a decir que Harry sienta lo mismo por ella, y una parte de mí se siente -extraña y retorcidamente- aliviada por eso.
—Ha pasado tanto tiempo, Harry. Has cambiado un montón. Hasta te has cortado el cabello —ella dice, acariciando con la yema de sus dedos su nuca.
—Esta mierda no puede ser más incómoda, ¿verdad? —Jamie se inclina hacía mi lado para susurrar aquel comentario en mi dirección.
Quiero responderle algo, lo que sea, pero la situación ha hecho que no sepa qué decir o aportar al momento. Una parte me dice que debería irme. Y otra parte...y otra parte no sabe qué carajo más puede hacer.
— ¿Qué haces aquí Camila? —Harry interroga. Hay cierto filo asustado en su voz, pero la dureza en sus palabras no se deja amedrentar.
—Nuestra madre quiere verte...
—Esa mujer no es mi madre, lo sabes. Tampoco es la tuya —La interrumpe. Sus ojos la miran con hostilidad.
Es su hermana, la voz dentro de mi mente suelta. Te has salvado por esta vez.
—Madrastra, Madre, Carol...como quieras llamarla. Ella nos cuidó y te quiere mucho...
—Ve al grano.
Camila toma una respiración profunda. Sus manos han abandonado los hombros de Harry, y ahora se acarician una a la otra, y su expresión me hace pensar que está pensando la forma de decir algo que seguramente no es agradable.
