El tiempo pasa tan lento mientras uno espera que me dio tiempo a fijarme en cada uno de los dibujitos que había en las paredes de la sala de espera de al lado ya que al ser la infantil estaba decorada con mil y una cosa alegre.
Me fijé en un niño pequeño de no más de tres años que llevaba el brazo vendado porque al parecer era un puro nervio y la vía para el suero que llevaba en el brazo se le escapaba, a pesar de estar enfermo se le veía tan feliz jugando con otros niños en su misma condición que me parecía un ejemplo a seguir, bendita inocencia.
Me estaba impacientando ya de tanto esperar "Solo llevas 25 minutos aquí fuera, su madre merece verlo todo ese tiempo y más" y era cierto, así que esperé pacientemente pero nervioso a que ella saliese.
La puerta se abrió y apareció el doctor acompañado de una mujer que cuando se quitó la bata verde para poder entrar a ese lugar vi que era la madre de Jungkook, mi corazón dio un vuelco y me dirigí hacia ellos dos desesperadamente porque no podía disimular la prisa y las ganas que tenía de ver al chico.
- Jimin ven, ya puedes entrar cariño. No le he dicho nada de ti a pesar de que me ha preguntado varias veces si habías venido, tiene muchas ganas de verte - de repente solo sonreía tontamente - así que pasa y una última cosa, te querrá agradecer lo que hiciste esta mañana por él porque se le veía ilusionado cada vez que sacaba el tema, te estoy muy agradecida por ello.
- Gracias señora Jeon, es muy amable. - Y le dediqué una amplia sonrisa.
Me dirigí hacia la puerta con el doctor ya que sin la tarjeta no podría pasar a la zona donde se encontraba Jungkook, me puse la horrible bata verde y tuve que desinfectar mis manos con una especie de alcohol en gel, me mencionaron las normas que tenía que seguir y marché hacia donde me indicaron.
No llamé a la puerta pero si la abrí lentamente, escuchaba el ruido de las máquinas que monitorizaban los latidos del corazón del pelinegro y sin pensarlo más entré.
Jungkook estaba ahí tumbado más pálido de lo normal y con ese camisón que de nuevo me dejaba ver sus piernas a la perfección, su cara expresaba pura sorpresa con un atisbo de alegría e ilusión hasta que la máquina que rompía el silencio de la sala empezó a sonar cada vez más rápido. El pelinegro se sonrojó y le dio a un botón que servía para acallar los pitidos del monitor.
- Le pregunté al doctor si había una manera de quitar el ruido molesto del monitor y me enseñó muy amablemente, no estoy dispuesto a pasar por lo del otro día. - Me empecé a reír al recordarlo - A mí no me hace ninguna gracia, realmente me dio mucha vergüenza.
- Lo sé, tus adorables mejillas hablaban por sí solas. - Y volvió a sonrojarse más aún, realmente este chico era muy tímido en algunas ocasiones - Me alegro de que estés mejor Jungkook, cuando me enteré casi se me cae el mundo encima con solo pensar que te había sucedido algo por mi culpa así que nunca más te cambiaré la comida.
- Estaría dispuesto a correr el riesgo con tal de no volver a desayunar más esos cereales tan malos te lo aseguro. - No puedo evitar ir acercándome poco a poco, tenía ganas de darle un abrazo por todo lo que había pasado así que me incliné cerca de su rostro y alargué mis brazos hasta rodear toda su cintura con sumo cuidado de no hacerle daño en la herida. - Ji- Jimin, ¿qué haces?
- Tenía ganas de darte un abrazo para disculparme por esto que te he hecho. - No quería romper el abrazo por nada del mundo.
De repente Jungkook acompañó mi abrazo envolviendo mi espalda fuertemente, los dos necesitábamos de este abrazo.
- Gracias, por todo. Por venir a visitarme y cuidar de mí, por preocuparte no solo de mi estado sino del de mi madre también y sobre todo agradezco que fueses esta mañana testificar a pesar de no haber querido entrar en tu juego. - Me solté del perfecto abrazo para mirarle directamente a los ojos.
- Era lo correcto ya que fui el único testigo allí presente. A demás no he dicho que el juego haya terminado. - Intenté esbozar una inocente sonrisa pero solo conseguí el efecto contrario.
Entrelacé su mano con la mía y mi cerebro se apagó, debía de haber aspirado demasiado del alcohol desinfectante de la entrada para soltar lo que sentía en este momento.
- Haces que pierda el control. He pasado tantas horas pensando en cómo sería volver a verte. - Delineo su labio con la mano que me quedaba libre. - Tocarte más aún que la otra noche. - El pelinegro se incorpora un poco en su sitio lo que me permite bajar mi pulgar hasta su cuello. - No voy a desperdiciar otro segundo imaginándome junto a ti - pego nuestras frentes y lo que le digo lo suelto en un susurro - pudiendo comprobar qué pasaría por mí mismo. - Junto nuestras bocas.
Una chispa salta entre nosotros, caliente y eléctrica. Su sabor y calor hacían que mi cuerpo solo reaccionara a querer más. Jungkook seguía quieto, con sus brazos colgando a ambos lados de su cuerpo, su boca vibra contra la mía en un gruñido y le coloco sus manos alrededor de mi cuello acercándonos un poco más.
De repente aferra mi cuello con sus dedos y los sentimientos que estaba desarrollando por él se enroscan y desenroscan en mi interior, como cientos de mariposas revoloteando. Estaba saboreando a Jungkook, respirándolo y sintiéndolo.
Se hace dueño del beso y mis labios siguen los suyos, moviéndose lentamente, suaves y cálidos. Obliga a mi boca a abrirse con la suya, metiendo su lengua y explorando hasta juntarse con la mía.
Nuestro beso se desvanece en simples caricias que deslizo con mis labios por su cuello, suave y tiernamente.
- Jungkook - susurro. - Tienes un dulce sabor.
- No lo hagas - murmura.
- ¿Quieres que pare?
- No. Solamente no me rompas el corazón.
Mi corazón era el que latía fuerte por miedo a ser roto ya que nunca había estado enganchado a una persona.
- Antes me arranco el mío. - Y con esto le di un delicado beso.
El tiempo de la visita había pasado y parecía que llevaba allí dentro apenas cinco minutos. Me despedí de Jungkook y me dirigí fuera, hacia donde estaba su madre sentada en la sala de espera.
Definitivamente estaba cayendo y quien se enamora acaba perdiendo.
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Chantaje [Jikook]
FanfictionLa noche en la que me crucé con él por ese callejón jamás creería lo que pasaría en un futuro. Yo, la persona más solitaria del mundo compartiendo recuerdos con alguien que jamás hubiese entrado en mis planes.