7. Ball Breaker (2)

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-¡Gyro! -Gritó Johnny al ver que se caía del caballo.

Vió la mano que lo jalaba desde el caballo y luego ya no estaba.

En su cabeza quedaron haciendo eco los gritos de auxilio que escuchó antes de que desapareciera.

Gritó su nombre una y otra vez, se lanzó del caballo para arrastrarse como pudo hacia la montura de Gyro pero ninguno de sus esfuerzos ayudó para encontrar una explicación a lo ocurrido. Sus gritos hicieron que el mayordomo corriera al ver a su amo en el piso llorando y llamando a Gyro, sin embargo, nadie comprendía qué había sucedido.

Johnny trataba de explicar lo que había visto cuando vio una de las Steel Balls de quien había desaparecido. La tomó entre sus manos tratando de concentrarse en algo que no fuese sus lágrimas.

Luego lo vio.

Así como había desaparecido, ahora Gyro estaba ahí, enfrente a él, mal herido y sin un brazo. 

Sin saber cómo se encontró al lado del italiano. Lo abrazó mientras dejaba caer algunas lágrimas sobre su pecho.

-No puedo creer que estés llorando por mí. ¿Es que acaso no recuerdas la última lección que te enseñé? ¿En dónde está Funny?

-No sé de qué hablas. ¿Qué ocurrió?

Johnny sintió la mirada del italiano y supo de inmediato que no era el mismo hombre del que se había enamorado. El Gyro que estaba frente a él pareció darse cuenta de lo mismo pues sonrió resignado.

-Busca al Funny Valentine de este mundo, búscalo antes de que sea demasiado tarde, Johnny. -Sus palabras eran casi un suspiro.

-¿El presidente?

-Búscalo y dile que traiga de vuelta al otro Gyro, date prisa... 

-Gyro... 

No faltaba revisar, él sabía que estaba muerto.

-Señorito... -El mayordomo parecía estar a punto de llorar.

-Trae mi caballo.

El sirviente hizo lo que se le pedía.


Johnny recorrió varias horas a caballo a todo galope. Había puesto sus pies en los estribos como le había enseñado Gyro y volvió a sentir el cosquilleo en esas piernas inútiles, sintió el poder através del animal y su postura cambió de inmadiato.

El caballo reacción al cambio que tuvo el jinete y se lanzó con todo al trote. 

Poco a poco el dolor le recorrió las piernas y la parte baja de la columna, el mismo dolor que había sentido hacía algunos años atrás cuando logró ponerse en pie pero la costumbre lo había dejado de nuevo en silla de ruedas, esta vez necesitaba de sus piernas si es que deseaba presentarse ante el presidente de Estados Unidos.

La mansión estaba asegurada pero Johnny hizo alarde de su apellido para pasar sin ser detenido. Por primera vez se había sentido bien el hacer uso de aquella tonta artimaña. 

Entró a la mansión por sus propios pies, aún le dolían las piernas pero no le importaba tanto como encontrarse con Funny.

 Un guardia lo detuvo y ni con su apellido pudo seguir.

-Necesito verlo.

-Nuestro presidente es una persona muy ocupada, debe pedir una cita.

Hubiera estado así por horas si no hubiera sido por alguna especie de milagro que hizo que en aquel momento el mismísimo Funny Valentine estuviese frente a él, parecía cansado saliendo de alguna reunión importante.

Sabía que era viejo, pero era la primera vez que lo veía tan de cerca y su rostro demacrado le hecía sentir escalofríos, sin embargo, en su mirada había algo que lo hacía confiable.

El hombre lo miró.

-Señor presidente, por favor...

-¿Usted es...?

-Mi nombre es Jonathan Joestar, necesito de su ayuda.

Sabía que nunca se había topado y aún así podía ver que, de alguna manera, lo estaba esperando.

-Llévalo mi oficina, pronto lo atenderé.

Johnny estaba cansado de esperar pues no podía comprender que un hombre como aquel podría ayudarlo a... a traer a Gyro de vuelta o algo así le había tratado de decir ese "otro" Gyro.

Los minutos se hacían eternos mientras escuchaba los pasos de otras pérsonas tras la puerta. Era una verdadera pesadilla.

Al fin Funny Valentine se presentó ante él.

-Sabía que tarde o temprano me vendría a ver, señor Joestar. Por favor, dígame, ¿En qué lo puedo ayudar?

-Gyro Zepelli.

-¿El ganador de la Steel Ball Run?

-Él desapareció.

SIn omitir detalle, le explicó todo. Era como si no pudiese controlar su lengua, le habló sobre su relación poco convencional, sobre el paseo a caballo, sobre su desaparición y posterior aparición sin el brazo, también las últimas palabras que pronunció antes de morir.

Al terminar su relato, el presidente lo miró pensativo y al final asintió.

-Cuando dije que estaba seguro de que vendrías aquí, fue porque esto ya lo sabía de ante mano. -Se levantó de la silla mirando hacia la bandera que colgaba del mástil.- Dicen que es imposible que sólo exista un mundo y por lo que sé, esa aseveración es cierta. Así como tú existes ahora, debe haber una infinita cantidad de Johnny Joestar en estas infinitas dimensiones y así también ocurre conmigo. El caso es que... al parecer sólo en este mundo existimos esta versión de tú y yo, un tú que viene a mí por ayuda y un yo que está dispuesta a ayudar.

-¿Cómo?

-Lo pondré de esta manera. El Funny Valentine de la dimensión de la cual vino "ese" Gyro no es consiente de que en este mundo también existen los stands, no es consiente de que yo mantengo mi propio stand que tiene la misma habilidad que el de él. Puedo predecir que él quizás se lo ha imaginado de alguna manera pero no sabe algo.

Johnny comprendía a medias todo lo que él decía.

-¿Qué es eso?

-El Funny Valentine de esta dimensión tiene algo llamado experiencia.

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