9. Encuentro equivocado

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Gyro estaba tan confundido como aquel extraño.

Según la señorita Erina, aquel hombre se llamaba Jonathan Joestar pero de seguro se había equivocado.

Tenía vendas en uno de sus brazos y en las costillas, se afirmaba en un bastón para caminar pero aún así se veía imponente. Casi dos metros de altura medía aquel hombre, musculoso y de tórax ancho, de manos firmes y fuertes. Estaba seguro que un golpe de él lo haría volver al hospital.

Físicamente era imponente pero cuando lo saludó lo hizo con amabilidad y cortesía, sus ojos estaban llenos de optimismo, de ingenuidad, de nobleza.

Un alcance de nombre lo había puesto delante de una versión mejorada del Jonathan Joestar que él conocía.

Gyro se rió a carcajadas.

Erina y aquel hombre lo miraron asombrados.

-Lo siento. -Dijo mientras se tapaba la boca sin dejar de reír. -No es el Jonathan que yo busco. El otro es un idiota, sarcástico; de estatura media y rubio.

-Lo siento, este es el único Jonathan Joestar que conocemos. -Se disculpó Erina algo triste.

-No se preocupe, señorita Erina. No sabía que existiera más de uno.

-Es extraño.- Dijo Jonathan.- Que sepa, no tengo más parientes que mi padre que ya ... falleció.- Su voz se quebró un poco al decir esta última palabra.

-No se lo tome a mal, señor Joestar, no es mi intención incomodarlo. De alguna forma me recuerda al que busco.

-Por favor, llámeme JoJo, todos me llaman así.- Le sonrióamablemente.

-Johnny también se hacía llamar Jojo antes del accidente que sufrió. -Se sintió triste al recordar el momento en que se habían dicho sus más profundos secretos.

-Jojo, debo ir a ver a otro paciente, ¿te ayudo a llegar a tu habitación? -Le preguntó Erina llena de amabilidad.

-Te esperaré aquí, deseo hablar unos momentos más con el señor Zeppeli.

-Dime Gyro.

La mujer los dejó a solas.

Los ojos de Jonathan se posaron sobre la esfera de metal que estaba sobre la mesa, parecía interesarse en ella por lo que la tomó entre sus manos y se la entregó. La recibió mirándola con curiosidad.

-Es una Steel Ball.

-¿Para qué sirve?

-Es una historia larga, básicamente puedo sanar a una persona o matarla, dependiendo de la situación. -Aquella respuesta siempre se la daba a los curiosos quienes se asustaban y dejaban de preguntar, pero Jonathan no era como los demás.

-Es interesante. ¿Podría enseñarme?

-Lo siento, sólo es una técnica que se traspasa de generación en generación.

Jonathan pasó la Steel Ball de mano en mano, la sopesó un rato, la lanzó al aire y la observó más de cerca. Sí, de alguna manera le recordaba a Johnny pero este era demasiado amable como para seguir preguntando.

-No parece norteamericano.

-No lo soy, aprendí el idioma allá por lo que me cuesta un poco el inglés que hablan en estos lugares. Realmente soy italiano. -le devolvió la esfera de metal y la volvió a dejar sobre la mesa. - Me dijeron que la mansión que se ha quemado era suya.

-Sí. -Respondió cortante.

-Me disculpo, a veces pregunto demás.

Se quedaron en silencio.

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