EXTRA: Sin romanticismos (+18)

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Según los libros que Johnny había leído en su juventud, el ver a la persona amada era lo más romántico del universo: el o la amante siempre se encontraba respirando ligeramente, en una bella y perfecta pose, con la expresión propia de los ángeles en su rostro y un despertar agraciado, lleno de palabras hermosas, adornadas con galanterías propias de las novelas rosas.

Aquellos libros mentían.

Cada mañana despertaba gracias a los balbuceos que Gyro dejaba escapar mientras dormía, aveces cantaba en voz baja y otras decía cosas en italiano que Johnny no entendía. Siempre con un poco de saliva saliendo de la comisura de la boca, el cabello castaño revuelto en lo que habían sido en algún momento trenzas y su inseparable osito de felpa en la mano. Si era eso lo que llamaban hermoso... A Johnny no le quedaba más que decir que el mundo estaba loco. Sin embargo, había algo, sí, por que tenia que admitirlo, había algo en despertar junto a ese patético costal de carne italiana que le hacía sonreír cada mañana aunque no podría explicarlo racionalmente por este motivo era que Johnny lo abrazaba y hundía su nariz en el cuello de Gyro para inhalar el dulce aroma que desprendía, lo besaba, lo toqueteaba.

Por primera vez, en mucho tiempo podía decir que era feliz.

-Sei il mio... amore...-murmuró Gyro entre sueños al darse la vuelta y abrazó a Johnny que se despertó de inmediato.

Cada día era lo mismo y como cada mañana hundió su rostro en el cuello de su amante. El aroma fresco del campo lo lleno por unos momentos y sin pensarlo mucho le besó, luego lo mordió hasta que el italiano gimió.

Un gemido, eso era lo que más deseaba, uno o más...

Con un dedo le limpió el resto de la saliva y le besó en los labios. Fue un beso ligero, a medias pero esta vez se lo perdonó pues no podía pedirle más siendo que él estaba semidormido.

Johnny quitó las mantas que cubrían el cuerpo de Gyro y encontró lo que buscaba, la erección matutina que tanto le excitaba.

Sí, sexo, eso era todo lo que pedía en compensación de haber sido despertado tan temprano.

Mientras tomaba el miembro del italiano con una de sus manos, se dio cuenta que sobre la mesita de noche había una cinta azul que antes había sido usada para adornar un regalo, la tomó y sonriendo la ató con un moño alrededor del pene de Gyro

Estuvo cerca de reír a carcajadas al percatarse que se veía casi lindo.

Gyro despertó a medias cuando sintió el frio en su cuerpo.

-Johnny, ¿qué haces? -Le preguntó parpadeando somnoliento.

-Hoy es mi cumpleaños, tomaré esto como un regalo. -Contestó sin apartar la vista de la linda imagen del pene con el moño azul.

El italiano se incorporó un poco para mirar tal espectáculo que tenía a Jojo tan feliz y levemente sonrojado.

El ex jockey sujetó su cabello y comenzó a lamerlo suavemente, primero la punta y luego fue bajando, saboreando el amargo sabor del líquido preseminal que empezaba a brotar. Gyro gimió en voz baja cuando sintió la calidez de la lengua de su amante.

Con una mano Johnny sujetaba el pene y con la otra mantenía a raya su cabello. Lo lamía, aunque al principio le había parecido algo asqueroso ahora era algo que deseaba, le gustaba escucharlo gemir, le gustaba que Gyro le acariciara la cabeza y, por sobre todo, le gustaba los arrebatos de pasión que venía cuando el del pelo largo no deseaba esperar más y lo atraía hacia él.

Se quitó la camisa con la cual dormía dejando su delgado cuerpo a la vista de su excitado amante y volvió a lo que estaba haciendo. El pelilargo le tomó el brazo y cuando Johnny levantó la vista se encontró con los ojos de Gyro brillando de amor y pasión. Se sentó sobre él para besarlo. No había en el mundo algo que le hiciera tan feliz como la calidez de la lengua del otro mientras le trataba de quitar los pantalones apresuradamente.

Gyro lo lanzó a la cama para quitarle lo que quedaba de la ropa entre crujidos de tela al romperse y quejas de Johnny sobre tener cuidado, sin hacer mucho caso a sus palabras le besó la parte interior de las delgadas piernas, pasó su lengua por la suave piel y subió por el estómago, por el pecho, por el cuello. Le mordió levemente la zona de clavícula y volvieron a besarse con avidez.

El italiano sentía la tela de la cinta en su pene y la presión le hacía exitarse más, era algo incómodo pero por alguna razón le hacía querer sentirla aún más.

Ambos miembros se rozaban cuando Gyro se movía sobre el cuerpo de Johnny mientras se lo comía a besos como un animal que llevaba días hambriento. Johnny se tocaba a si mismo para mantener la erección entretanto el italiano le masajeaba el orificio de su trasero.

-Sei il mio amore. -Dijo Johnny entre gemidos.

-¿Sabes lo que significa? -Le preguntó al oído sin dejar de tocarlo.

-N... No.

-"Eres mi amor"... eso es lo que significa. -Le mordió el lóbulo de la oreja. -¿Listo?

-Sí...

Gyro se levantó un poco y sin quitarse aún la cinta del pene lo introdujo despacio dentro de Johnny.

Un gemido de excitación y de leve dolor se escuchó en la habitación.

Adentro y afuera, movimientos lentos, las delgadas piernas de Johnny rodeándole la cintura, los gemidos de ambos... Aquello podría durar una eternidad si no fuese porque estaba comenzando a amanecer. Gyro lo besó, lo mordió y poco a poco la blanca piel del norteamericano comenzó a tener marcas enrojecidas que luego serían miradas con reproche por su mayordomo.
El roce del cabello del italiano contra la piel hacia que Johnny sintiera que le quemaba. Pidió más y Gyro aceleró el movimiento. Al ser penetrado le dolía pero era un dolor dulce, algo soportable.

-Johnny... -repetía Gyro saboreando el nombre sin apartar la mirada, tratando de que en su memoria la dulce expresión que tenia el otro en su rostro.

Y Johnny tampoco dejaba de mirarlo, como si de un silencioso enfrentamiento se tratase. Se abrazaron y Gyro hizo que se sentara sobre él pues tenía miedo de lastimar las delgadas piernas de su amante. Él se movió aún abrazado al italiano, gimiendo cerca de oído, tocándole el cabello.

-Me vengo... -suspiró Gyro.

-Quiero... verte - Le respondió pero lo habían abrazado aún más fuerte y sintió la calidez del semen dentro de sí mismo.
Gyro lo besó y en ese momento él también eyaculó entre maldiciones por haberse perdido la linda expresión que ponía su amante al acabar.

Ambos estaban exhaustos sobre la cama, Johnny le había tomado la mano y Gyro a había llevado hasta su pecho luego de besarla.

-Te amo, Johnny. -dijo, con los ojos cerrados y sonriendo. -Ahora respóndeme una cosa ¿Qué hacía esto ahí abajo? -preguntó quitándose la cinta.

-Había escuchado que amarrar el pene podía hacer que durará más el sexo.

Gyro le revolvió el cabello.

-Tonto, eso solo sirve si la presión es uniforme.

-Pero...

-Johnny te lo dice un médico italiano. -le reprochó riendo.

-¿Y eso qué?

Gyro se incorporó un poco y se puso sobre el rubio.

-Algún día te llevaré y descubrirás de buena fuente por que los italianos somos los mejores en el sexo.

-Si tú lo dices... -le contestó sarcástico.

Sarcasmos, era todo lo que obtendría el idiota ese que se creía estereotipo de italiano seductor, Johnny estaba seguro que algún caballo lo había pateado y eso había afectado su cerebro llenándolo de tontas canción y "bromas" sin sentido las cuales ya habían llenado un cuaderno completo...
Johnny por primera vez era feliz aunque Gyro fuera un idiota, pero era SU idiota y por él que siguiera cantando sobre la pizza mozzarella y creando chistes aburrido pues ahí estaría para tomar nota de ello... Ahí estaría para responderle con sarcasmos y para luego besarlo cuando se sintiera perdido.

-Te amo. - Le dijo a un enfadado Gyro.

Sonriendo sonrojado, el italiano lo besó.


Candy Flip!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora