11. Volvamos

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-¿Está todo listo? -Johnny esperaba junto a la puerta intranquilo.

-Sí, está todo listo.- Dijo Gyro mientras se terminaba de abrochar la camisa.

La señorita Erina le había traído la ropa que el italiano había vestido el día que lo encontraron, sin embargo estaban rotas y no había mucho que salvar más que el sombrero y las botas. La enfermera había remendado todo pero cuando el joven se las probó se volvieron a romper.

Las otras enfermeras, al escuchar la noticia se reunieron y entre todas le trajeron prendas para que puediera volver a su hogar. Gyro se los agradeció lleno de galanterías mientras Johnny lo miraba con reproche.

-¿Y? -Le dijo apuntando a la ropa que llevaba puesta mientras sonreía.

-¿Qué? -Le contestó Johnny en un tono que demostraba su desinterés.

-La ropa... ¿Cómo me veo? -Sonrió expectante mostrando sus dientes de oro.

-Igual que siempre. -Tomó el pequeño bolso que le habían dado a Gyro con sus cosas y se las colgó sobre el hombro.

El italiano frunció el ceño con enfado.

Johnny blanqueó los ojos mientras suspiraba exasperado y lo miró con atención.

La camisa blanca dentro del ajustado pantalón negro sin dudas se le veía bien pues le hacían mostrar de manera recatada el delgado cuerpo de Gyro y la cinta verde al cuello le hacía resaltar el color de los ojos.

"Esas chicas sabían qué estaban haciendo" pensó Johnny mientras trataba de mantener su cara seria, estaba seguro que si le decía lo bien que se veía, el italiano se pondría como una fiera y eso traía consigo a Johnny en cuatro patas sobre el suelo.

-Bien. -Le respondió cortante.

-¿Sólo bien?

-Sí.

No hubo más conversación respecto a la ropa del italiano pero ambos se miraron a los ojos con intensidad.

Gyro quería escuchar que se veía extremadamente guapo con la ropa regalada y Johnny no daría su brazo a torcer. Era una batalla en silencio.

Alguien golpeó la puerta.

Jonathan Joestar entró en la habitación.

-Lo siento, ¿interrumpo? -Sonrió amablemente.

-No. -Respondió Johnny mirando a Gyro enfadado.

-Erina me ha dicho que ya se van y he venido a despedirme. Por cierto, les presento al señor Speedwagon, amigo de la familia.

El hombre de la cicatriz se quitó el sombrero como señal de saludo.

-El señor Joestar me ha dicho que ustedes no son de por aquí y lleno de curiosidad he venido a verlos. -Les sonrió

-Lo siento, pero doy fe que él no dirá nada.

-Lo juro por mi nombre que jamás revelaré la verdadera identidad de ustedes.

-¿Dónde escuché el apellido Speedwagon antes? -Preguntó Gyro pensativo. -Johnny ¿No era el patrocinador de la carrera?

-Mmm.- Gruñó Johnny, lo único que deseaba era volver lo antes posible.

-Ya veo, entonces hay una persona como yo en ese... mundo?

-Al parecer sí. -Gyro se acercó a Speedwagon y le tocó el hombro.- Siga mi consejo, vaya al desierto y busque petróleo, así es como nació la leyenda de este sujeto. No pierde nada en ir. -Gyro le estrechó la mano al hombre de la cicatriz.

-Fue un gusto conocerlo, señor Zeppeli. -Jonathan le estrechó la mano, en un apretón suave pero firme.

-Para mí también. -Le respondió el italiano.

"Aunque este Jojo es más amable, me quedo con mi sarcástico Johnny" pensó Gyro mientras esperaba a que su pareja terminara de despedirse.

Ya arriba de la colina, el silencioso stand de Funny Valentine esperaba dispuesto a llevarlos de vuelta. Los tomó a ambos por la cintura y los hizo traspasar la brecha interdimensional.

El presidente los esperaba algo enfadado, Johnny había tardado todo un día en volver y aunque trataron de explicar la situación, él siguió adelante con su discurso sobre la puntualidad y el honor, al terminar, les hizo salir de la mansión con un movimiento aireado de mano.

Le agradecieron de corazón lo que había hecho por ellos y él solo respondió lleno de orgullo:

-Mi honor estaba en juego. Del alguna manera siento que estamos a mano, señor Joestar.

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Johnny no se había dado cuenta de lo exhausto que estaba hasta que pudo lanzarse sobre el mullido colchón que tenía en su habitación pero solo pudo conciliar el sueño cuando sintió el olor y el calor del cuerpo de Gyro cerca de él. Ambos se había dejado caer aún vestidos.

Tenía ganas de tener sexo pero al alargar la mano para tocarlo se dio cuenta que se había quedado profundamente dormido.

-Despierta, quiero hacerlo.

-Te amo... -Murmuró el italiano entre sueños.

Johnny le besó la frente y cerró los ojos deseando seguir viéndolo dormir cada noche a su lado por mucho tiempo más.



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