Eran las once de la noche, habían pasado dos horas después del tiempo de dormir.
Tome una manta y salí con mucho cuidado de mi habitación. Con mis pies descalzos y él suelo helado, era casi imposible no moverme rápido. Camine hasta el vestíbulo dentro de él pasillo que se dirigía hacia la oficina de la directora Palmer. Por un momento pensé que estaría en su consultorio revisando papeles o quizás ya se había ido del hospital.
Seguía caminando por el pasillo cuando vi a lo lejos las luces encendidas de una habitación.
Era la sala de estar de su despacho. Me acerque lentamente y mire a través de la ventana a un muchacho sentado en él sofá con los brazos cruzados y él cabello desordenado, era el chico nuevo.
Mi corazón comenzó a latir de una manera impactante. Frente a él había una bandeja con comida y al parecer medicina.
Mire de nuevo a través de la ventana de cristal esperando ver a la señora Palmer. No había nadie.
Él chico abrazó sus rodillas y apoyó su cabeza en ellas. Un sentimiento de culpa y de tristeza invadió mi ser. Al igual que yo necesitaba ayuda, estaba perdido. Me arme de valor y toque la puerta muy despacio. Él castaño miro hacia donde estaba yo y se levanto para abrir la puerta.
Tenía los ojos llorosos y su cara se torno en un color rojo, a pesar de ser tan alto, pude escuchar su respiración agitada. Su mirada se cruzo con la mía, no pude evitar sonreír al recordar lo que había sucedido esta mañana, había una conexión especial entre los dos aunque solo éramos simples extraños. Era absolutamente perfecto.
-Hola -dije insegura, sus ojos cafés me intimidaban.
-Hola -respondió dejándome entrar.
Él chico se sentó en él sofá y miro sus manos.
-¿Donde esta la directora?
-pregunté, bien hecho Melody, él chico esta sufriendo y ni siquiera le ayudas en nada. Excelente pregunta para eliminar la tensión. Rodé los ojos.
-No lo se, cuando desperté no había nadie, estaba solo.
Su voz era grave, muy masculina, bueno lo normal. Me estremecí cuando me miro de nuevo.
-Ya veo -dije. ¿No tienes hambre?. Señale la bandeja con comida que estaba frente a nosotros.
Él muchacho negó con la cabeza.
-Se que no, pero es necesario que comas algo, habló enserio -hable sincera. Mary decía que si nos daban medicamentos y no comíamos, nos dolería él hígado y tendríamos jaqueca.
Mire la comida, pollo frito, verduras al vapor y papas fritas. Toque la comida con mi dedo meñique. Estaba fría.
-Te calentaré la comida, ¿De acuerdo?
Él chico me miró confundido.
-¿Como harás eso?
Sonreí débilmente.
-Solo iré a la cafetería y encenderé él microondas, no es complicado.
-¿Y las enfermeras?
-Supongo que descansan, por ahora -me quite la manta y se la di al chico. Lo siento, pero no pensaba encontrarte aquí, debes de tener frío.
Él muchacho asintió con la cabeza.
-Gracias -dijo solemne.
-No es nada -sonreí y tome la bandeja con comida, que seguía aun sobre él escritorio de madera.
-Espera...
Estaba dispuesta a salir cuando él castaño volvió a hablarme. Me giré sobre mis talones y lo mire a los ojos, de nuevo.
-¿Si?
-Quiero ir contigo...
Mi corazón latió mucho más fuerte que antes, al saber que aquel muchacho de exuberantes ojos cafés quería acompañarme.
-Claro, vamos -sonreí.
Salimos de la oficina de la directora Palmer y caminamos al final del pasillo hasta llegar al comedor, solo la luz de la cocina estaba encendida, como siempre.
Vi por él rabillo del ojo al castaño, que observaba todo con asombro, pero claro, quien no lo estaría al despertar primera vez en un hospital de locos. El chico llevaba puesta la manta que le había dado en los hombros, a modo de capa. Debo admitir que me parecía lindo, no lo dudo, y, su mirada perdida lo hacia ver inocente, frágil, aparentemente indefenso. Una lágrima rodó por mi mejilla, al recordar lo que Josie me había dicho cuando desperté:
Él no es como todos...
No podía sacarme esas palabras de la mente pero... ¿Que carajos significaba eso?. Solo esperó que no me haya visto llorar. Ambos entramos a la cocina. Solo se escuchaba él ruido del motor del refrigerador y nuestras agitadas respiraciones.
-Sientate -le señale al castaño la silla que estaba frente a la isla de la cocina.
Asintió con la cabeza.
-Te prepararé un café
-Si, por favor -habló nervioso
Sonreí. Tome un poco de agua de él grifo y un frasco de café
-bastante grande, por cierto- que encontré en un estante, y puse a cargar la cafetera. Tome él plato de comida y lo metí al microondas, calentándolo a una potencia razonable.
Me volteé y apoye mis codos detrás de la fría estufa, mirando él piso. Él ruido del microondas avanzando poco a poco fue bastante molesto.
Él muchacho estaba sentado, en silencio, con cierto miedo en sus ojos.
-Gracias de nuevo -murmuró.
Alce la vista y lo mire sonreír, sentí un hueco en la boca del estomago, una sensación que solo sentía al estar con Johnny, fue algo extraño.
-No es nada, enserio
-Me has ayudado tanto estando aquí y ni siquiera te he preguntado tu nombre... Lo siento.
El muchacho miraba sus manos que estaban encima de la mesa de loseta.
-Descuida -sonreí. Soy Melody
-Melody, lindo nombre, y enserio gracias.
-Gracias, y, no es nada y ¿Tú eres?
Estaba deseosa por saber su nombre, desde que lo mencionaron semanas atrás.
-Soy James, James Bay.
James, creo que me enamore hasta de las letras de su nombre. Mas perfecto, no se podía.
Él sonido del microondas me saco de mis ridículos pensamientos, supongo que a James también, por que se revolvió inquieto en su silla. Tome una taza que estaba en él lavavajillas y la llene con el caliente liquido. Se la di a James.
-¿Te gusta con azúcar? -pregunté.
-No te molestes, así esta perfecto
-respondió sincero.
-Claro -saque él plato de comida de él microondas y se lo entregue.
Miro la comida ansioso, yo creí que no tenia hambre pero tomo su pollo frito y lo devoró, literalmente. Termino de comer en unos escasos veinte minutos. Su taza de café aun seguía algo llena. Yo comencé a sentir frío en la planta de los pies, maldije por lo bajo el no llevar unas pantuflas. James me miró preocupado por que vio que saltaba de un lado al otro.
-¿Te encuentras bien Melody?
-preguntó llevándose la taza a la boca, dándole un sorbo rápido.
Me sentí avergonzada. ¿Que persona sale de un cuarto sin zapatos?...
Los que quieren escapar -pensé.
-No, todo esta bien... -mire el piso tratando de ocultar mi estupidez. Es solo que no traje zapatos.
James miro mis pies un momento y sonrió, ya no parecía preocupado.
-Tienes unos pies hermosos
Sonreí ruborizada ante el comentario de James.
No había sentido eso desde hace tiempo y ya había olvidado lo lindo que era vivirlo. ¿Para que se necesitan las medicinas si tenías unos hermosos ojos quitándote él sueño, frente a ti?...
-Gracias ... ¿Quieres que te sirva algo más?
-No gracias ya has hecho bastante...
Me acerque hacia donde estaba James, él de inmediato se levantó para ayudarme con la vajilla, nuestras manos chocaron al querer tomar él plato. Él sólo se limitó a sonreír de lado, dejando mi mano en el aire, sólo para llevar los trastos al lavaplatos.
Sonreí y cerré los ojos con fuerza, después de aquel contacto, al menos no vio mis muñecas vendadas, eso habría sido devastador.
James había dejado todo en él fregadero y se giro hacia mi, choque ahora con su alto y esbelto cuerpo, nuestras miradas se conectaron una vez más. Ya no era intentar estar cerca el uno de el otro, era algo más fuerte. Me decía todo con solo verlo, el miedo en sus ojos, mis ganas de morir, había en los dos una cicatriz, un pasado, de ambos, una larga historia.
Pero aun había por parte de los dos, varias preguntas sin responder...
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Scars -James Bay-
RomantizmÉl pasado. Si, eso que jamás te va a dejar soló. Me preguntaba que ocurríria después de que todo esto pasara, fue sencillo, supe de él. *** Hola a todos! -Esta novela esta adaptada al músico británico James Bay, si lo sé, quizás no sepan mucho de él...