Dante

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Salí de la farmacia, acababa de comprar la prueba, rogando que diera negativo, cuando me encontré cara a cara con Raquel y Margot, algunas de mis viejas amigas. Habría jurado que habían visto un fantasma, y lo vieron. El fantasma de Daphne, la chica alegre, loca y sexy que había sido su amiga, condenada a ropas negras y holgadas, medias sonrisas y timidez.
-¡No puedo creerlo! ¡Daphne, amiga, te extrañamos tanto! ¿Por qué desapareciste? Lo último que supimos de ti fue que Dante y tú salieron y no te volvimos a ver. -Ambas me apretujaron en un abrazo, que parecía no acabar nunca. -¡Ven! Están todos en el bar, se alegrarán mucho de verte. -Las seguí, temerosa y alegre. Claro que quería ver a mis amigos, pero eso significaba verlo también.
Como era de esperarse, en cuanto me vieron se lanzaron a mis brazos, todos y cada uno de ellos. Incluso Dante, quien sonrió y me abrazó tiernamente. Me hicieron espacio en la mesa y me llenaron de preguntas que yo no podía responder con la verdad, pero ya había planeado las respuestas, así que los llené de mentiras sobre mi huída. La más peligrosa fue la que hizo Pat.
-¿Por qué te fuiste?
Mi mirada se clavó en Dante, pero intenté ocultarlo. -Eh, mi familia quería que asistiera a un mejor instituto. -todos asintieron. Dijeron que había rumores de que yo seguía asistiendo a fiestas, pero que ya no tomaba, ni me divertía, sólo iba. Les dije que era verdad, y ellos lo aceptaron. Conversamos como antes, y prometí que los llamaría y saldríamos de nuevo. Tuve que irme, había quedado con Nico para hacer la prueba. Dante se ofreció para acompañarme a mi auto, y tuve que aceptar.
Caminamos en silencio, con medio metro de distancia. Hasta que él habló.
-Esa noche te dije que te amaba.
Sentí como mi cuerpo se congelaba, no pude avanzar, ni moverme, ni hablar.
-Lamento mucho lo que pasó, estaba ebrio y realmente quería hacerlo contigo, no me di cuenta de que te hacía daño. Traté de llamarte para disculparme, pero nunca contestaste, dejaste de asistir al instituto y desapareciste. -En su voz había tristeza y arrepentimiento. Culpabilidad. Comencé a llorar por lo que había pasado, nunca antes había llorado por eso. Él se acercó a mí y me acarició la mejilla. Al ver que yo no reaccionaba, me abrazó. Yo lo abracé también y lloré ríos en su pecho.
Cuando me hube calmado, llegamos a mi auto, me despedí y arranqué. Susurré entre lágrimas silenciosas las palabras que tenían tanto de verdad como eran dolorosas. Las habría dicho esa noche, si él no me hubiera lastimado de esa manera.
Yo también te amaba.

Lo que él me hizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora