Nico

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Escuché la bocina del auto de Mir y me miré una última vez al espejo, asegurándome de que nada en mi atuendo llamara la atención. Iba vestida de la misma manera de siempre: pantalón, converse y una sudadera demasiado grande para mí, todo negro. Mientras menos me notara y menos se pudieran adivinar las formas de mi cuerpo, mejor.
En realidad yo no quería ir a esa fiesta, nunca quería, pero sabía que si no lo hacía, Pan no cesaría de decirme lo divertida que fue y los lindos chicos que había y lo mucho que me perdí hasta la siguiente fiesta a la que fuéramos invitadas. Pero esta vez la fiesta era en su casa, así que la ayudaría a acomodar un poco y estaría un pequeño rato en la fiesta, después subiría a esconderme en el cuarto de su hermano gemelo. Me escondería en el de Pan, pero ella lo utilizaría para enrollarse con el chico más lindo que apareciera en la fiesta. Cielos, se había liado con más chicos que cualquier otra chica en el instituto. Además, su hermano y yo éramos buenos amigos, y él incluso me daría la llave de su habitación para estar ahí mientras él salía con su novia.
Saludé a Mir con la mano y subí a mi auto, siempre intentábamos llegar al mismo tiempo, así ninguna de nosotras tenía que pasar tiempo indefensa con Pan y su séquito. Mir era mi mejor amiga, ella me comprendía bastante. Me había recibido bien cuando me cambié de colegio, pienso que ella también necesitaba a alguien con cerebro a quien recurrir cuando la conversación de las otras chicas se tornaba hueca.
Condujimos una detrás de la otra todo el camino hacia la enorme casa de Pan, sus padres eran ricos, demasiado ricos. Todas nosotras veníamos de familias acomodadas, pero la familia de Pan era rica en exceso.
Tocamos el timbre y ella abrió en seguida, molesta por nuestro retraso. En cuanto entramos, nos miró de arriba a abajo, negando con la cabeza.
-Daph, es una fiesta, no un día aburrido en tu sofá. ¡Debes cambiarte de ropa! ¡Ponte algo sexy! -Volteé los ojos y me dirigí a la cocina a preparar los aperitivos. Ahí me encontré con Nico, el hermano de Pan.
-Llegas algo tarde, ¿no crees?
-Lo sé, pero tenía que estar segura de que nadie me notaría.
-Pues lo lograste, si mi hermana no te hubiera gritado que te pusieras algo sexy, no me habría dado cuenta de que llegaste.
-Qué gracioso.
-Como sea, ya casi es hora de irme, la llave está donde siempre. No lo olvides: nada de sexo alocado en mi cama pura y virgen. -Dijo entre risas mientras salía por la ventana y se dirigía hacia su auto. Era una broma, claro. Él sabía que a mí no me interesaban los chicos y yo tenía muy claro que en su cama había habido sexo más de una vez.

Lo que él me hizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora