Me despierto con el sonido del despertador y él ya está despierto, es más rápido que yo a la hora de alargar el brazo y apagarlo. Me vuelve a abrazar y besa mis labios.
- No me beses por la mañana- le gruño
- No tienes buen despertar por lo visto- bromea y sigue besándome
- Me gustaría discutir eso pero solo te daría más motivos para creer que tienes razón- Me levanto y me cubro con lo primero que pillo- El desayuno es en quince minutos
Ahora, a la luz del día, me da un poco de vergüenza que me vea desnuda. Es más, no me atrevo a mirarlo porque sé que está desnudo también. Me visto en el baño y arreglo mi pelo y mi maquillaje lo mejor que puedo, intentando hacer tiempo para que se vista.
Para mi sorpresa, cuando salgo está listo para bajar a desayunar. Está realmente sexy con los vaqueros y la chaqueta de cuero marrón... Espera un momento, ¿de dónde ha sacado la ropa? No tiene maletas y en su mochila no cabe tanto...
- ¿De dónde has sacado la ropa?- curioseo sin disimulo
- De mi maleta- sonríe y explica- En mi habitación, la de al lado
- ¿Desde cuándo tienes tu una habitación?- No entiendo nada
- Desde que llegué, lo siento si no te lo dije pero es difícil declinar tu invitación a dormir juntos y tú tampoco preguntaste...
Me río al darme cuenta de que los dos hicimos lo posible para pasar la noche juntos. No fue sólo idea mía y, a partir de ese momento, no me siento más como si le hubiese engañado para pasar la noche conmigo y empiezo a disfrutar su compañía.
Desayunamos juntos, hablando de los planes para el día. No quiero hablar de problemas porque "estamos de vacaciones y son para disfrutar". No se da cuenta de que para mí es trabajo, no vacaciones. Como sea, él me hace reír y todos los pasajeros lo notan. Cuchichean entre ellos intentando averiguar quién es sin atreverse a preguntar.
Durante el día hago de guía turística para todos y explico los diferentes monumentos con sus historias y las leyendas que las personas inventan para dar más dramatismo y atraer a los turistas.
A veces, entre explicaciones, mi mirada capta la de Rubén quien me observa y parece tener más interés que nadie en mis palabras. Otras veces siento el objetivo de su cámara dirigido hacia mí. Y es el único que se interesa por los pequeños detalles que a mí me atraen y a nadie le importan.
Tras la cena los dos nos dirigimos a las habitaciones. Él entra en la suya sin invitarme a pasar por lo que agacho la cabeza y entro en la mía. No todos los días puedes engañar a un hombre para que pase la noche contigo. Además, para eso tiene su propia habitación ¿no?
Me preparo un baño de agua caliente mientras abro una botella de vino que, con mucha agudeza, compré el fin de semana. Con la copa en la mano y en lencería negra me miro al espejo y pienso que no estoy tan mal. Ya ves, tengo 30 años y me veo bastante bien.
Mi primera idea cuando suena la puerta es vestirme antes de abrir pero tengo la última esperanza de que sea Rubén y solo me ponga su camiseta del día anterior que dejó tirada en el suelo y aún huele a su colonia.
- Por la sonrisa que has puesto creo que no me esperabas- levanta una botella de vino- y hemos tenido casi la misma idea.
- Yo no sabía si querías estar sólo o qué, no sé, como pediste tu habitación... quizás solo necesitabas tu espacio- ¿estoy titubeando? ¿y ruborizada?
- Mi espacio, ahora mismo, está donde tu estés y dijimos que esta semana viviríamos en el presente- me arrincona contra la pared y me besa- disfruta del presente, preciosa
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Una última vez
RomanceVirginia y Marcos llevan juntos por ocho años cuando se dan cuenta de algo, quizás no sean el uno para el otro. Sus intereses ya no son los mismos y apenas se conocen el uno al otro. La rutina y el trabajo con diferentes horarios están ahogando su r...