Sospechoso

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Últimamente tengo una cierta tendencia a pasar las horas muertas en los hospitales. Cuando despierto estoy en una camilla de urgencias y él sujeta mi mano. Contra todo pronóstico, Marcos se ha dejado ver en público y está conmigo en el hospital. Llama a las enfermeras en cuanto abro los ojos.

Mi vista no es muy buena en ese momento pero puedo ver sobre su ceja una herida sangrando al igual que su nariz, torcida en un ángulo que no debería estar. Su cara parece incluso más miserable que cuando me abrió la puerta.

      - ¿Qué ha pasado?- intento soltar mi mano pero no me deja ir

      - Te has desmayado mientras Rubén me cosía a hostias, debo decir que él se dio cuenta en seguida e intentó socorrerte aunque yo solo quería matarlo- sacude la cabeza y tras él veo a dos policías nacionales vigilándolo de cerca

      - ¿Qué hacen ellos aquí?- estoy confundida, no deberías haberlo sabido tan pronto

      - Ah, eso- parece avergonzado- Fue él quien te sacó de casa y te trajo aquí pero yo os seguí, lo siento, no pude aguantarme de devolverle los golpes cuando lo cogí por la espalda.

      - ¿Los llamó él?- vuelvo a cerrar los ojos

      - No, él pidió a los médicos que me dejasen verte, que era tu pareja pero ellos tienen su propia ley y, nada, me han encontrado.

      - ¿Qué te va a pasar ahora?- no quiero mirarlo por lo que centro mi vista en la aguja que se introduce bajo mi piel

      - No estoy seguro, me han dicho que me daban diez minutos para hablar contigo y después tenía que ir a declarar. Supongo que por huir y esconderme me tendrán más tiempo en el calabozo y aumentarán los cargos por obstrucción a la justicia, o algo de eso... No estoy preocupado por eso

      - ¿Por qué estás preocupado entonces?- me decido a mirarlo y lo que veo me duele, está llorando

      - Me preocupas tú y los bebés, espero que este desmayo que has tenido por mi culpa no les haya afectado. No quería que pasase esto y,- se traga las ultimas lágrimas y limpia el resto con la manga de su camisa- si tú has elegido a Rubén como padre para los bebés, es una buena elección.

      - No he elegido a nadie, él sabe que quiero ser única para alguien aunque sean bebés- y sé que lo que acabo de decirle le ha dolido, pero tenía que hacerlo

Antes de que nos demos cuenta, los policías entran y le preguntan si irá por las buenas o tienen que ponerle los grilletes. Decide ir por propia voluntad, besa mi frente y me desea lo mejor. Se despide como si no fuésemos a vernos nunca más y yo lloro como nunca antes lo he hecho. Como si de una verdadera despedida se tratase.

Rubén me encuentra llorando inconsolablemente, en posición fetal y con la cabeza arropada. No estoy segura de cómo, pero todo acaba de cambiar y acabo de cerrar una etapa de mi vida que en algún momento fue genial y duele, mucho.

No quiero escuchar a nadie, ni a los doctores que me dicen que todo irá bien, que solo ha sido un problema con la tensión y el estrés, ni a Rubén quien me promete que cuidará de mí y no dejará que nada me vuelva a pasar.

Solo lloro durante horas, tan incansablemente que deciden darme algún tipo de sedación con la que me siento en una nube. Me siento extraña, escucho todo, veo todo pero no me importa nada. Lo único que consigue hacerme despertar de ese trance es el movimiento de los bebés tras algunos días sin sentirlos.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora