A golpes

24 4 0
                                    


Despertar entre sus brazos es algo nuevo y algo viejo a pesar de conocerlo de hace poco. Él solo ha dicho que tenemos una relación, pero ¿qué tipo de relación? Quizás sea solo una relación sexual... pero si es así no sé que hace en mi cama, si no puedo tener sexo en una semana.

Sus manos recorren mi barriga, la cual parece crecer por segundos. Ahora, que todo está en orden, todo debería ir sobre ruedas y los bebés van a crecer un montón. No me puedo imaginar mi barriga creciendo mucho más.

Es agradable su olor por la mañana, mezclado con el mío. Después de mucho tiempo, huele a hogar. Le dejo tocar mi cuerpo, admirando el contraste de su piel con la mía. Es algo que nunca se hará viejo, mi total admiración por su piel.

Levanto mi mano y trazo con mis uñas, a las que se las ha saltado casi toda la pintura, su tatuaje a lo largo de su brazo y su pecho. Su respiración se hace más profunda y sus latidos se aceleran bajo mi tacto.

      - Deberías parar- susurra contra mi pelo

      - ¿No quieres que te toque?- le vacilo

      - Sabes que sí, pero ya es demasiado tenerte casi desnuda a mi lado como para que me toques también- aparta mi mano de su pecho y besa mis dedos.

Antes de que pueda añadir nada más, su teléfono suena y él se levanta para contestar. Como cada vez que lo hace, parece hablar en código y no entiendo nada por lo que me dedico a admirar su largo cuerpo, tan largo como un día sin chocolate.

      - Espero que no tengas planes el sábado- me dice en cuanto suelta el teléfono

      - Pues no tengo ningún plan desde hoy hasta el día que nazcan los bichitos ¿Por? ¿A dónde vamos?- sonríe cuando lo incluyo

      - No tenemos que ir a ningún sitio, pero tú me lo pediste y...

      - ¿Le has encontrado?- le corto- ¿Dónde está Marcos?

Cuando intento levantarme de la cama, sin saber por qué tenemos que esperar tanto, Rubén me explica. Encontrarle no ha sido fácil y convencerle para verme tampoco por lo que se ha acordado una reunión en un punto intermedio. Tenemos que darle tiempo para llegar.

"Además necesitas reposo" añade no muy convencido. Hacemos el día en la habitación dónde Elisa y Miguel aparecen de vez en cuando para saber cómo estoy. Intento pensar en otra cosa, pero sólo puedo pensar en Marcos. En otras circunstancias, él hubiese disfrutado de estos niños.

El viernes me despierto antes que todo el mundo y, sabiendo que querrán tenerme otro día encerrada, salgo de casa. Me paso por la oficina y recojo papeles que necesito. En un último impulso recojo las llaves del cajón y me dirijo a mi casa, la e verdad.

¿Cómo pudo Marcos saber que yo vendría? Las paredes están llenas de nuestras fotos, en distintos tamaños y efectos. Algunas recortadas para que sólo se vean nuestras manos entrelazadas, su cabeza sobre mi regazo o nuestras sonrisas al besarnos.

¿Cuándo hizo todo esto? Recojo las fotos, una por una y descubro que todas huelen a su perfume, mi favorito. Lo ha hecho a propósito. Hay bombones sin azúcar sobre la mesa ¿sin azúcar? Estoy embarazada no a dieta. Aun así me los como todos. Dejo todas las fotos sobre la mesa y vuelvo a la oficina.

En la calle, andando en círculos y pegado a su teléfono, está Rubén. Al verme llegar su ceño fruncido desaparece y casi que sonríe. Casi.

      - ¿Dónde estabas?- pregunta enfadado

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora