Capítulo 2

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Recuerdo que de niña mi madre solía decir que los príncipes de ojos azules y piel blanca existían. Mucho tiempo lo dude, incluso creo que la llame loca por ello. Es estúpido decir que me creía todo aquello, yo vivía en la realidad más que la mayoría de los niños en ese tiempo y era de esperarse con la vida que tenia. Un padre borracho que se drogaba con su madre y luego él las golpeaba solo por placer o simplemente si no había más cerveza. Así fue mi infancia o eso hasta que mi madre se marchó cuando cumplí ocho años, en ese momento las cosas empeoraron con mi padre. Estuve al menos diez veces en el hospital por su culpa, los golpes eran brutales y trataba de no pegarme en la cara para ocultar su maltrato. Hasta entonces.

Abro los ojos con pesadez y lo primero que veo es un ventilador pegado en un techo blanco. Me remuevo y gimo de dolor. Duele, me duele todo el cuerpo. Mis ojos se llenan de lágrimas una vez más al recordar lo que paso. Me a golpeado una vez más y esta vez más fuerte que en las últimas semanas.

—Buenos días.

Me pongo sobre mis codos y miro a la mujer de cabello negro que me mira con una sonrisa sincera. No le respondo.

—Soy Jocelyn —dice y entra al lugar con una bandeja entre sus manos—. Él señor me a dicho que tiene que estar lista a las diez para ir al doctor.

¿Qué? La miro sin entender y ella me pide que me siente. Con cuidado me siento en la cama y ella deja la bandeja repleta de comida en mis piernas.

—Hay ropa en ese bolsa de ahí.

Señala un par de bolsas que hay junto a la puerta. Sigo sin decir nada.

—El baño tiene todo lo que necesita. Cuando este lista baje.

Asiento en silencio y ella se va. Aún con la mente bloqueada, dejó la bandeja a un lado, me levanto de la cama con piernas temblorosas y camino a la puerta. Me giro y mi boca cae al piso.

¿Como no note ese gran ventanal?

Con pasos temerosos camino al ventanal y me quedo maravillada por la vista. Debajo hay una piscina, un hermoso jardín, a lo lejos veo un enorme laberinto y personas caminando de un lado a otro. Giro sobre mis talones y suelto un largo suspiro. No sé donde estoy, no sé qué a pasado y menos que hago aquí. Llevo las manos a mi cabeza y peino mi cabello rebelde hacia atrás. Mi estomago gruñe y hago una mueca al ver la comida. No recuerdo a ver visto tanta comida en mi vida.

Mi mente me lleva al recuerdo de todas la veces que veía comida apenas. Admito que nunca tuve buena alimentación, estuve varias veces enferma a causa de ello...Bueno, muchas.

Me acerco titubeante a la bandeja y mi estomago se revuelve un poco al ver todo. Mi boca se hace agua y con mis dedos temblando tomo una rebanada de pan. Sin pensarlo mucho comienzo a devorarla de forma rápida, como si alguien me fuera a descubrir.... Cuando me doy cuenta ya estoy tomandome por completo el juego de naranja y no queda nada en la bandeja. Vaya que me moría de hambre...

Necesito a Anna.

Comienzo a abrir las puertas que hay a mi vista, encontrando me con un increíblemente costoso baño, un guarda ropa inmenso, un pequeño salón y un armario vacío. ¿Donde estoy?

Recuerdo las palabras de Jocelyn y tomo las bolsas que están junto a la puerta, las abro y miro con el ceño fruncido el vestido floreado que hay dentro. Lo reviso y encuentro unos zapatos rojos. Son de mi talla. Los dejo sobre la cama y entro al baño. Tardo varios minutos intentando descubrir como se abre la regadera y cual es el shampoo de los diez frascos que hay. Cuando termino envuelvo mi cuerpo y cabello con las toallas color champán y salgo del baño junto con una ola del espeso humo de la ducha. Me visto con el vestido floreado, los zapatos bajos y busco entre el montón de cosas del baño un cepillo para peinar mi cabello rubio.

#1 MARCUS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora