Capítulo 9: Un Lunes De Ensueño (Parte 2)

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Entramos a casa con los ladridos del guapísimo husky, que viene a nosotros con la lengua un poquito fuera. Cierro la puerta y nos quedamos en un momento un poco incómodo mirándonos, se me va a escapar la baba de tanto mirarle a los ojos. ¡Me hipnotiza!

Al final nos despejamos y nos acercamos a la cocina, no sin antes dejar las mochilas en la sala de estar, que es donde vamos a estudiar y demás. Ya estando en la cocina Ricky me pregunta qué es lo que quiero para comer.

-Eh -me quedo atontado-, no sé. Lo que sea. Es que no había pensado que me preguntarías eso.

-Pues haré tallarines a la carbonara. Es lo que iba a hacer. ¿Te gusta? -me pregunta acercándose un poco a mí.

-Sí -pone sus manos en mi cadera y me apega más a él, haciendo que me sonroje aún más-, me gusta.

-Ahora los hago, pero ahora un descansillo -se acerca poco a poco, sus labios están preparados y al final nos besamos.

Un beso largo y apasionado, bastante dulce a mi parecer. Sus labios carnosos me vuelven loco, nunca me habían besado así. Pongo mi mano en su nuca y aprieto sus labios con los míos. ¡Dios! Me sienta en la mesa y se separa un poco para respirar, pero no vuelve a besarme.

-Mejor será... que haga la comida.

-Vale -respondo solamente.

Se separa de mí y me deja bajarme de la mesa, cosa que hago.

-De mientras pondré la mesa.

Cojo un par de utensilios, un par de vasos, una botella de cola y otra de agua, por si acaso. Lo pongo bien en la mesa y espero a que el chef termine de preparar su plato gourmet. Prepara dos platos y los pone en la mesa.

-Bon apetit -dice en frances, yo no lo doy así que no sé si lo hace bien o mal.

Nos sentamos y nos preparamos para comer. Llevamos la mitad del plato hasta que yo empiezo a hablar.

-Oye, Ricky, no sabía lo que era amigo con derecho a roce hasta que Jennifer, la del centro comercial, me lo dijo.

-¿En serio no sabías lo que significaba? -abre los ojos de par en par y me siento un poco tonto ahora de no haberlo sabido-. ¿Y qué te parece... ya sabes... eso?

-Sinceramente... me gusta y a la vez me asusta.

-¿Podemos hablar de esto cuando acabemos de comer? Sino se me revuelve el estómago.

-Claro, en otro momento.

Terminamos de comer lo que nos queda en el plato y, de mientras limpia los platos sucios, me voy al salón a pensar un poco. Me siento en el sofá con el husky encima mía, se recuesta y lo acaricio. ¡Es tan suave! Como quiero uno.

Hasta hace poco no sabía lo que significaba la proposición de Ricky, ahora me da un poco de miedo que quiera hacerlo y no estar preparado. ¿Será doloroso? ¿Placentero? ¡No tengo ni idea! Como habéis podido adivinar... ¡Soy virgen! Por eso me asusta lo que me puede hacer este chico super guapo, musculoso, alto, cariñoso, buen chico, estoy babeando... ¡Tengo que concentrarme!

¿Qué es lo peor que puede pasar? No es que él me fuera a hacer daño, tendrá cuidado, ¿verdad? Otra duda que se me planta. ¡Si es que se me va la cabeza! ¿Cómo puedo hacer para que se me vaya esto? Necesito una gran porra para darme en la cabeza y poder desmayarme y, posiblemente, olvidar los pensamientos tan tontos que tengo. ¡Necesito algo!

-¿Estás bien? -me pregunta Ricky, el husky se asusta un poco, pero se relaja al momento.

-Lo estoy, estaba pensando un poco solamente.

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