Capítulo 21: Lluvia

8K 711 125
                                    

—Firme aquí —le ordenan a mi padre y él firma sin saber porqué accedió a ello—. Bien, ahora lo sacamos.

Que bonito es pasar la tarde en las oficinas de la policía, donde Farren está por algo que aún desconozco, acompañado de Jennifer y de mi padre, que al decirle que un amigo me ha llamado para pedir ayuda ha aceptado después de tantas súplicas, pero quien le hizo entrar en razón fue la chica de mi lado.

Al ver a Farren salir por la esquina con un policía me levanto y me acerco a él con ganas de que me responda unas preguntas, pero sin que mi padre esté delante. El policía se va y nos vamos a la calle, donde mi padre quiere que nos subamos al coche, pero me niego.

—Lo siento, papá. Pero no quiero volver a casa para seguir con el castigo, no soporto estar en esas cuatro paredes durante varios días —me mira extraño, pero cede.

—Supongo que te mereces un descanso, pero tienes una hora para volver a casa, aunque yo te dejo hora y media. No te preocupes de tu madre, yo la haré entrar en razón. ¿Quieres que te lleve a casa, Jennifer? —le pregunta y niega con la cabeza—. Está bien, pues me voy. Hasta luego.

Se sube al coche y se pone a conducir hacia casa, donde una madre va a estar furiosa por no ver a su hijo entrar por la puerta principal. Me giro y miro al recién aprisionado, no tiene ni una pizca de vergüenza, le ha dado igual pedirme ayuda.

—Ya veo que no te ha molestado estar ahí dentro —señalo las oficinas.

—Es la segunda vez que entro, he vuelto ha hacer un par de amigos. Una pena que ellos tengan que ir a un juzgado después que les condenen unos años. Por cierto, ¿quién es tu amiga? —la señala.

—Jennifer —se presenta ella misma—, encantada.

—Buenos modales, da miedo. Pero su belleza me lo quita —sonríe pícaro, decidido a ligar con su postura de chico malo.

—No lo intentes, amigo. Me gustan las almejas, no las salchichas de un centímetro —¿qué acabo de oír?

—¡Jennifer!

—Tu amiga es una lesbiana bastante cachonda. Me gusta —se ríe, ella también.

—Madre mía, estáis fatal. Farren, ¿se puede saber el porqué has estado en la cárcel?

—No sé si contarlo.

—¡Me acabo de gastar más de la mitad de mis ahorros por ti! Merezco una explicación.

Suspira mientras piensa en la respuesta. Sé que me va a mentir, estoy listo para recibir cualquier tontería que suelte por esa boca, que de seguro será tan solo que ha estado borracho o que ha tirado algo a alguien. Una de esas cosas debe de ser.

—Bueno... No puedo negarme ahora que has pagado mi fianza —me mira y, con sus ojos, me responde—. Fui a pegarle al novio de mi ex.

—¿Qué? —vale, eso no me lo esperaba—. ¿Por qué?

—Digamos que se pasó de la mano.

—Oh, dios —Jennifer se lleva la mano a la cabeza—. No me digas que le pegaba.

—Chica lista.

—¿Pero por qué te han llevado a ti a la cárcel y no a él?

—No lo sé, algo será. El caso es que ese chico no va a volver a pegar a nadie. No mientras yo esté —nos ponemos a caminar para intentar despejar la mente con las vistas, aunque es difícil.

Maltrato a tu pareja... No me lo puedo imaginar, debe de doler más que todos los secretos del mundo. Que alguien que crees que te ama te pegue fuerte por tan solo un error... ¡Es horrible! Solo espero que esa chica esté bien.

—Marth —me llama Farren—, he notado distancia entre tu padre y tú. ¿No sabe que eres gay?

—No.

—Es un homofóbico, intenta que yo sea su novia —una explicación muy corta, pero breve.

—Interesante... ¿Cómo puedes vivir con él?

—La mayoría del tiempo se la pasa de viajes de trabajo y no lo vemos por casa entre un par de días y una semana. Luego se queda un par de días y vuelta a lo mismo.

—Tienes suerte de ello —su mirada se fija en el vacío, una sensación de tristeza emana de sus ojos y de su cuerpo, ¿por qué está así?—. Jennifer, ¿tu madre sabe que eres lesbiana?

—Cree que soy bisexual, pero mientras no se entere de que tan solo estoy en una parte de la balanza todo irá bien.

—Ya veo... —otra vez la mirada al vacío.

—Farren, ¿estás bien? —apoyo mi mano en su hombro, se aparta de inmediato.

—Sí, estoy bien —no me lo creo para nada—. Solo quiero llegar a casa de una vez y descansar de todo esto —muestra su mano vendada.

—Le diste bien fuerte, por lo que se ve.

—Sangrando, es lo que se merece. Todo lo que das, se te devuelve.

Mi móvil suena, pero no quiero mirar quién es el que me manda mensajes mientras esté con ellos dos.

Con el paso del tiempo las nubes se oscurecen, el cielo ya no es azul, sino grisáceo. Las estrellas esta noche no se verán, con las ganas que tenía de coger el telescopio que tenía de pequeño y mirar al cielo.

Mirando las aburridas pero bellas estrellas.

—Mi casa está cerca de aquí, y veo que va a llover —nos mira—. ¿Queréis entrar? —cuando hace la pregunta, un par de gotas caen en mi hombro.

Segundo a segundo las gotas caen y van mojando el suelo, al igual que nuestros rostros.

Aceptamos gustosamente y corremos a su casa, que queda a un par de calles bastante largas. Ellos se adelantan un poco, mi velocidad no es muy buena, y cuando voy a cruzar una de las dos calles, me choco con alguien.

Caemos al suelo. Noto mi trasero chocar con el húmedo asfalto, mis manos palpar el suelo, mi cuerpo sentirse un poco dolorido y mi cabeza dar vueltas.

Cuando levanto la mirada me topo con sus ojos azules, con esos hermosos orbes que cada día me miran por una pared de cristal transparente.

—¿Marth? —su pelo mojado le hace ver un poco más sexy de lo que es.

—¿Ricky?

—¿Qué haces aquí? ¿No estabas castigado?

—Y lo estoy, pero tenía que hacer algo.

—¡Marth! —grita mi nombre el chico malo—. ¡Vamos!

—Tengo que irme.

—¡Espera! ¿Puedo ir?

Miro a Farren y con tan solo la mirada le pregunto que si puede venir. Parece entenderme, porque asiente con la cabeza y vuelve a correr para no mojarse más.

Corremos detrás de él y llegamos a una casa, más bien un dúplex de dos pisos, con pinta de ser acogedor. La entrada tiene un porche, así que nos refugiamos ahí hasta que por fin abre la puerta.

Al entrar nos quedamos mirando los unos a los otros.

¿Y ahora qué?

Popular NO Busca Pareja (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora