Capítulo 11: Mejores Amigos En Tan Poco Tiempo

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Volviendo a mi casa me he dado cuenta de que Ricky no me ha contado lo de ese hombre, me oculta cosas que a lo mejor debería saber para poder ayudarle. ¿Eso es entrometerse donde no le llaman? Nunca me ha pasado esto. Bueno, una vez, cuando Dana no me quería contar que había quedado con un chico hace tiempo, yo insistí bastante y me dijo que no me metiera en cosas ajenas. Aún me arrepiento de eso.

A lo lejos veo la casa de Ricky, veo un coche que no había visto nunca delante de su casa. ¿Un Murciélago? ¿Estamos locos? Un coche así hay que mantenerlo en vigilancia a las 24h del día por si te quieren robar las ruedas. ¿Será de aquella persona que vino? No, Marth, no te hagas preguntas en tu mente, eso sólo conducirá a la desesperación de saber.

Cuando voy a pasar por delante de la casa, esa misma persona que no quería cruzarme sale por la puerta y se va hacia su coche. Mierda, me lo voy a tener que cruzar. Llego a su lado mientras abre el coche y nos miramos por un segundo, más que suficiente.

Pelo castaño corto, ojos castaños que infunden terror a aquella persona que lo mira directamente, alto y fuerte al parecer. ¿Va al gimnasio? Cuando creo que estoy seguro de que no me va a decir nada, mis pensamientos hacen la realidad contraria.

-¡Hey, tú! -me llama el hombre, cosa que le hago caso y me doy media vuelta para mirarle-. ¿Conoces a Ricky?

-Em, sí -respondo muy tímido.

-Pues quiero que sepas algo más, hace daño a todo el mundo -dicho eso se mete en su coche y se pone a conducir hacia donde sea.

Uf, menos mal que no ha pensado mal, es un milagro. Aunque me intriga bastante el porqué me dice eso. ¿Acaso son familia? ¿Amigos? ¿Primos? No tengo ni idea y eso me hace pensar que soy un amigo pésimo para Ricky. A lo mejor él no quiere que lo sepa por alguna razón. ¿Una razón bastante sensata? Si es su padre no debe ocultarlo, y menos a mí. Puedo intentar ayudarle, puedo intentarlo si me deja.

Llego a mi casa y abro la puerta, el silencio se hace otra vez al cerrar. Siempre es lo mismo, no hay nadie a estas horas, nisiquiera mi hermana pequeña. Me voy a mi habitación, dejo la mochila en el suelo y me tumbo en la cama para pensar.

Todo es tan surrealista... He entrado en la escala de belleza y pronto en la de popularidad, si las cosas siguen así. ¡Yo no quiero estar en ese maldito grupo! Todos son unos engreídos que presumen de dinero, ropa, casa y coches. Yo nunca llegaré a ser como ellos, soy diferente. ¿Y quién será el que falta en el grupo? En el chat solamente habían 199 personas, falta uno, si la memoria no me engaña.

Será mejor que vaya a comer algo. Me levanto de la cama y me voy a la cocina, donde me preparo unos espaguetis, es lo único que he aprendido de mi madre. Cuando están listos los meto en un colador para que el agua se salga. Oigo el móvil en mi habitación sonar, pero solo es un simple mensaje, seguro. Echo salsa de tomate a los espaguetis y los remuevo para comerlos de una vez, tengo un hambre de lobos.

Termino de comer y dejo el plato en el fregadero. Las palabras de ese hombre me hacen pensar que si Ricky hace daño a la gente podría hacerme daño a mí también. ¿Es posible? No quiero que me haga daño, aunque dudo que lo haga, confío en él aunque hayamos tenido pocos días juntos.

Meneo mi cabeza, intentando disipar ese pensamiento, pero es difícil. ¿Qué relación hay entre ese hombre y Ricky? ¿Por qué me entrometo? No debería hacerlo, aunque quiero porque me preocupa. Me voy a mi habitación y me recuesto en la cama otra vez. ¡Se me olvidaba el móvil! Lo cojo y miro el mensaje que me han enviado. ¡Es Ricky! Qué momento se me está viniendo a la cabeza.

Ricky: ¿Te vienes? Tengo una película y palomitas.

Marth: ¿Cuál es? √√

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